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rojo y negro - Dirección General de Bibliotecas

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128 ROJO Y NEGRO<br />

vengarse <strong>de</strong> la superioridad manifiesta que sobre ellos tiene usted;<br />

piense que en 1816, ha contribuido usted mismo a ciertas <strong>de</strong>tenciones.<br />

Aquel hombre refugiado bajo su techo ..<br />

- Pienso que usted no tiene miramientos ni amistad por mí,<br />

exclamó el señor Renal con toda la amargura que <strong>de</strong>spertó en él<br />

aquel recuerdo. l Y no he llegado a ser Par!<br />

- Creo, amigo mio, dijo su mujer, sonriendo, que seré más rica<br />

que usted, que soy su compañera <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace doce años, y que por<br />

todos es?s títulos, <strong>de</strong>bo tener voz y voto, y sobre todo en el asunto<br />

<strong>de</strong> hoy. Si usted prefiere a mí a un señor Julián, estoy dispuesta a<br />

pasar el invierno en casa <strong>de</strong> mi tía.<br />

Aquellas palabras fueron pronunciadas oportunamente. Se vela<br />

en ella una <strong>de</strong>cisión que procuraba ser correcta, y que <strong>de</strong>cidió al<br />

señor Renal. Mas, siguiendo la costumbre <strong>de</strong> la provincia, habló aún<br />

dos ó tres veces volviendo a repetir todos sus argumentos. Su mujer<br />

le <strong>de</strong>jaba hablar; aún se notaba cierta cólera en sus palabras. Al<br />

cabo, dos horas <strong>de</strong> inútil charla agotaron las fu erzas <strong>de</strong> un hombre<br />

que había soportado un estado horrible <strong>de</strong> excitación durante toda<br />

la noche, y fijó <strong>de</strong>finitivamente la línea <strong>de</strong> conducta que había <strong>de</strong><br />

seguirse respecto a Valenod, JuliáI) y Elisa.<br />

Una o dos veces, en el transcurso <strong>de</strong> esta escena, la señora Renal<br />

estuvo a punto <strong>de</strong> sentir alguna simpatía por el dolor evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong><br />

aquel hombre que durante doce años habla sido su compañero; pero<br />

las verda<strong>de</strong>ras pasiones son egoístas. A<strong>de</strong>más, esperaba a cada<br />

momento la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> que él había recibido otra carta anónima<br />

y esa <strong>de</strong>claración no llegó. Faltaba, para asegurar su tranquilidad,<br />

conocer las i<strong>de</strong>as que hablan sugerido al hombre <strong>de</strong>l cual <strong>de</strong>pendía<br />

su porvenir; porque, en provincias, los maridos son dueños abso·<br />

lutos <strong>de</strong> la opinión. Un marido que se queja, se cubre <strong>de</strong> ridículo,<br />

cosa cada dla más frecuente en Francia; pero su mujer, si él no le da<br />

dinero, cae en el estado <strong>de</strong> obrera a setenta y cinco céntimos por<br />

dla, y aún las buenas almas tienen escrúpulos en emplearlas o admitirlas<br />

a su servicio.<br />

El sentimiento <strong>de</strong>l peligro se <strong>de</strong>spertó vivamente en el ánimo <strong>de</strong><br />

la señora Renal al entrar en sus habitaciones. Quedó sorprendida<br />

ante el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n en que encontró su dormitorio: las cerraduras <strong>de</strong><br />

todos sus <strong>de</strong>licados muebles, hablan sido rotas; varias planchas <strong>de</strong>l<br />

suelo, levantadas." I No hubiera tenido piedad<strong>de</strong>uú,pensó! l Cuando<br />

uno <strong>de</strong> los niños entra aqul con los zapatos mojados, se encoleriza.

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