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Capítulo 2: Conocimientos y destrezas necesarias para la enseñanza de la lectura<br />
bibliográfica antes mencionada, existen muchas más probabilidades de que los nuevos docentes utilicen<br />
determinadas prácticas de enseñanza cuando las han aprendido a la vez en las clases de la<br />
universidad y en sesiones prácticas realizadas en un centro educativo bajo supervisión, que cuando<br />
sólo han leído sobre ellas en los libros de texto. Existen pruebas de que el impacto de de la formación<br />
del profesorado es mucho mayor cuando se utiliza un método de enseñanza que implica “aprender y<br />
hacer”.<br />
Basándose en la profusa investigación sobre la naturaleza cambiante de la lectura debida a las modernas<br />
tecnologías de la comunicación, la IRA (2009) también indica que este aspecto debe tenerse<br />
en cuenta en la formación inicial del profesorado. En la práctica, los futuros docentes deberían aprender<br />
métodos para conseguir que sus alumnos sean competentes en las habilidades lectoras que exigen<br />
los nuevos medios de comunicación, que, a su vez, están en constante cambio.<br />
La formación permanente para la enseñanza de la lectura<br />
Una formación permanente y eficaz del profesorado es clave para mejorar el rendimiento en lectura.<br />
Los resultados de las investigaciones indican que una formación permanente eficaz exige trabajar<br />
con una perspectiva a largo plazo. Biancarosa y Snow están a favor de una formación permanente<br />
sobre las competencias necesarias para la enseñanza de la lectura que:<br />
“no remita al típico curso puntual, o incluso a una serie de cursos de corta duración, sino a una formación<br />
continua a largo plazo, que, con mucha mayor probabilidad, promueve cambios positivos y duraderos en los<br />
conocimientos y en la práctica docente”. (Biancarosa y Snow 2006, p. 20).<br />
Al identificar características de un desarrollo profesional de calidad, Anders, et al. (2000) también<br />
destacan la necesidad de que los apoyos no sean tipo seminarios o talleres de corta duración.<br />
Una formación permanente de calidad sobre las competencias necesarias para la enseñanza de la<br />
lectura también tiene una dimensión colectiva puesto que requiere la implicación de todo el centro y,<br />
más concretamente, de los profesionales directamente relacionados con la enseñanza de la lectura.<br />
Snow et al. (2005), al estudiar la formación permanente de los profesores de lectura, señaló la importancia<br />
de asegurarse de que ésta conduzca a que los profesores de un mismo centro escolar generen<br />
un conocimiento compartido. La formación permanente en la enseñanza de la lectura debe ser inclusiva<br />
(es decir, que no sólo implique a los profesores, sino también a los guías de lectura, al personal<br />
de apoyo al aprendizaje, bibliotecarios y administradores). También debería estar orientada al trabajo<br />
en equipo, de manera que el personal del centro diseñe y mantenga de forma indefinida una metodología<br />
de enseñanza que implique a todos en la mejora de la lectura de los adolescentes (Biancarosa<br />
and Snow, 2006).<br />
Esta perspectiva está relacionada con el concepto de una “comunidad profesional de aprendizaje”<br />
(Stoll et al., 2006). Estas comunidades, diseñadas para apoyar la formación continua del profesorado,<br />
se caracterizan por un conjunto de valores y puntos de vista compartidos, y por una responsabilidad<br />
colectiva ante el aprendizaje de los alumnos. El informe de la investigación del Proyecto ADORE ilustra<br />
el modo en que trabajan conjuntamente estos equipos para mejorar en la enseñanza de la lectura<br />
de los adolescentes en los centros educativos:<br />
‘Los formadores de formadores sugieren que estas comunidades, preferentemente equipos escolares cooperativos<br />
de diferentes disciplinas, deben valerse de un modelo de investigación para analizar juntos muestras<br />
del trabajo de los alumnos o de su actividad en clase y para mejorar el trabajo de enseñar a los alumnos el<br />
tipo de lectura específico de cada asignatura” (Garbe et al. 2009, p. 211).<br />
Para terminar, la formación continua debe hacer que los docentes realicen actividades de aprendizaje<br />
similares a las que ellos van a utilizar con sus alumnos; de este modo mejorarán su competencia<br />
para utilizar métodos docentes más reflexivos y orientados a la investigación (OCDE, 2005b). En su<br />
trabajo sobre el uso de la investigación y el razonamiento en educación, Stanovitch y Stanovitch<br />
(2003) recalcan que la investigación sobre la propia práctica docente debería ser un elemento clave<br />
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