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TC: Después del último juicio, Clay me escribió, diciéndome: «Siempre me he<br />
considerado un poco <strong>para</strong>noico, pero después de sobrevivir a esto, sé que nunca lo he<br />
sido y que jamás lo seré.»<br />
BIG JUNEBUG JOHNSON: ¿Qué es eso de <strong>para</strong>noico<br />
TC: Pues... ¡Oh, nada! La <strong>para</strong>noia no es nada. Mientras no la tomes en serio.<br />
BIG JUNEBUG JOHNSON: Echo mucho de menos a mister Shaw. Durante su<br />
desgracia, había un modo de saber quién era un caballero y quién no en esta ciudad. Un<br />
caballero, cuando se cruzaba en la calle con míster Shaw, se quitaba el sombrero; los<br />
bastardos miraban al frente. (Risitas.) Míster Shaw era un buen punto. Siempre que<br />
venía a mi bar me hacía reír. ¿Has oído alguna vez su chiste de Jesse James Resulta<br />
que un día va Jesse James a robar un tren en el Oeste. El y su banda irrumpen en un<br />
vagón con las pistolas sacadas, y Jesse James grita: «¡Manos arriba! Vamos a robar a<br />
todas las mujeres y a violar a todos los hombres.» Así que, entonces, dice un tipo: «¿No<br />
se ha equivocado, señor ¿No quiere decir que van a robar a todos los hombres y a<br />
violar a todas las mujeres» Pero ahí estaba el encantador mariquita del tren, que<br />
levantó la voz: «¡Ocúpese de sus propios asuntos! Míster James sabe cómo robar un<br />
tren.»<br />
(Dos y tres y cuatro: las campanas que dan la hora en la catedral de<br />
Saint Louis tocan...: cinco..., seis... El tañido es grave, como una<br />
lustrosa voz de barítono recitando, repitiendo episodios antiguos, un<br />
sonido que se mueve por el parque con la misma solemnidad que el<br />
cercano crepúsculo: música que se mezcla con la alegre charla, las<br />
despedidas optimistas de quienes se van, niños llevando un balón con<br />
azúcar en los labios, que se une al melancólico aullido de la sirena de<br />
un barco lejano y al cascabeleo de las campanillas del carro del<br />
vendedor de helados con almíbar. Redundante, Big Junebug Johnson<br />
consulta su enorme y feo reloj Rolex.)<br />
BIG JUNEBUG JOHNSON: ¡El Señor nos asista! Ya tendría que estar en mitad del<br />
camino a casa. Jim ha de tener su cena encima de la mesa a las siete en punto, y no<br />
permite que nadie se la prepare si no soy yo. No me preguntes por qué. No valgo ni <strong>para</strong><br />
cocinar el culo de un búho, nunca he sabido. Lo único que sé hacer realmente bien es<br />
tirar cerveza. Y... ¡Oh, cielos!, eso me recuerda que tengo servicio en el bar esta noche.<br />
Normalmente, ahora sólo trabajo de día e Irma se queda el resto del tiempo. Pero uno de<br />
los pequeños de Irma se ha puesto enfermo y quiere estar en casa con él. Mira, se me ha<br />
olvidado decírtelo, pero ahora tengo un socio, una chica viuda con verdadero sentido de<br />
la diversión, y también del trabajo duro. Irma se casó con un granjero de pollos que se<br />
murió de repente, dejándola con cinco niños pequeños, dos de ellos gemelos, y ella sin<br />
cumplir los treinta todavía. Así que se estaba dejando la vida trabajando en aquella<br />
granja: criar pollos y retorcerles el pescuezo y traerlos aquí, al mercado. Ella sola. Y no<br />
es más que una criatura insignificante, pero con una figura magnífica y un pelo de fresa<br />
natural, rizado como el mío. Podría ir a Atlantic City y ganar un concurso de belleza si<br />
no fuese bizca. Irma es tan bizca que no sabes a quién o qué está mirando. Empezó a<br />
venir al bar con algunas de las otras chicas camioneras. Al principio supuse que era una<br />
zorra, igual que la mayoría de esas chicas de los camiones. Pero estaba equivocada. Le<br />
gustan los hombres, y a ellos se les cae la baba por ella, bizca y todo. Lo cierto es que<br />
creo que mi mozo le ha echado el ojo; le tomo el pelo con eso, y se pone muy furioso.<br />
Si quieres saberlo, Irma sufre un verdadero estremecimiento cuando Jim anda por allí.<br />
Entonces sí que sabes a quién mira. Bueno, yo no viviré siempre y, cuando yo me vaya,<br />
si quieren estar juntos, pues me parece muy bien. Yo ya habré disfrutado de mi felicidad