Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
MRS. CONNOR: Es tan repugnante. (Mirándome.) Usted debe pensar que soy una<br />
tonta. No hay duda de ello. Y además, he tomado demasiado vino.<br />
ADDIE: Necesitas un sueñecito, querida.<br />
MRS. CONNOR: ¿Un sueñecito Addie, ¿cuántas veces quieres que te lo diga<br />
Tengo pesadillas. (Sobreponiéndose.) Por supuesto. Un sueñecito. Discúlpenme, por<br />
favor. (Al irse su hermana, Addie se sirvió otro vaso de vino tinto, lo levantó, dejando<br />
que el brillo del hogar destacara los destellos escarlatas. Sus ojos pasaron del fuego al<br />
vino, luego a mí. Tenía ojos pardos, pero las distintas iluminaciones —el fuego, las<br />
velas sobre la mesa— los colorearon, haciéndolos amarillo felino. A lo lejos, los<br />
canarios enjaulados cantaban, y la nieve, que se veía caer por las ventanas como si fuera<br />
encaje roto, acentuaba el bienestar interior, la tibieza del fuego, el rojo del vino.)<br />
ADDIE: Mi historia.<br />
Tengo cuarenta y cuatro años, nunca estuve casada. He recorrido el mundo dos<br />
veces, trato de ir a Europa verano por medio, pero es justo decir que con excepción de<br />
un marinero borracho que se enloqueció y trató de violarme en un barco sueco, nada<br />
extraño me ha sucedido hasta este año, la semana antes del Día de Acción de Gracias.<br />
Mi hermana y yo tenemos una casilla de correos, no porque recibamos mucha<br />
correspondencia, sino porque estamos suscriptas a muchas revistas. De todos modos, de<br />
regreso a casa de la escuela me detuve a buscar la correspondencia, y encontré un<br />
paquete en la casilla, bastante grande, pero muy liviano. Estaba envuelto en un papel<br />
madera arrugado que tenía el aspecto de haber sido usado antes, y atado con cordel<br />
viejo. El sello era local. Estaba dirigido a mí. Mi nombre estaba claramente impreso en<br />
tinta negra, espesa. Aun antes de abrirlo, pensé: "¿Qué clase de porquería es esto". Por<br />
supuesto, usted está enterado de los féretros, ¿no<br />
TC: He visto uno, sí.<br />
ADDIE: Pues yo no sabía nada de ellos. Nadie sabía nada. Era un secreto entre Jake<br />
y sus agentes.<br />
(Guiñó un ojo a Jake y, echando la cabeza hacia atrás, tomó el resto del vino de un<br />
trago, con gracia sorprendente y una agilidad que reveló una garganta encantadora.<br />
Jake, devolviéndole el guiño, echó un anillo de humo en su dirección, y el óvalo vacío,<br />
flotando por el aire, pareció llevar un mensaje erótico.)<br />
En realidad, no abrí el paquete hasta esa noche, tarde. Porque cuando llegué a casa<br />
encontré a mi hermana al pie de la escalera. Se había caído y recalcado un tobillo. Vino<br />
el médico. Hubo un gran revuelo. Me olvidé del paquete hasta después de acostarme.<br />
Entonces pensé: Bueno, puede esperar hasta mañana. Ojalá hubiera respetado esa<br />
decisión. Por lo menos, no habría perdido una noche de sueño. Porque... porque fue un<br />
shock. Una vez recibí una carta anónima, realmente atroz, especialmente porque mucho<br />
de lo que decía era verdad. (Riendo, volvió a llenar su vaso.) No fue el féretro el que me<br />
impresionó. Fue la foto, muy reciente, tomada en los escalones del correo. Me pareció<br />
una intrusión, un robo, que me sacaran una foto sin que me diera cuenta. Comprendo a<br />
esos africanos que huyen de las cámaras, pues temen que el fotógrafo quiera robarles el<br />
espíritu. Estaba impresionada, pero no asustada. Mi hermana fue la que se asustó.<br />
Cuando le mostré el pequeño obsequio, dijo "¿No crees que tendrá algo que ver con lo<br />
otro". "Lo otro" se refería a lo que ha pasado aquí estos últimos cinco años: asesinatos,<br />
accidentes, suicidios, lo que sea. Depende de con quién habla uno. Yo traté de no<br />
preocuparme, y lo puse en la misma categoría que la carta anónima, pero cuanto más<br />
pensaba en el asunto, se me ocurría que mi hermana había dado en la tecla. El paquete<br />
no me había sido enviado por alguna mujer celosa, alguien que simplemente me deseara<br />
el mal. Era obra de un hombre. Un hombre había tallado ese féretro. Un hombre de