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Musica para camaleones

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Me dijo: "Eh, Jake, quiero que conozca a Bob Quinn. Bob, te presento a Jake Pepper.<br />

Del Departamento". Estreché la mano de Quinn. Quinn dijo: "He oído mucho de usted.<br />

Me han dicho que juega al ajedrez. No tengo muchas oportunidades de jugar. ¿Qué le<br />

parece si nos reunimos". Le dije que sí, seguro, y él dijo:"¿Le parece bien mañana<br />

Venga como a las cinco. Tomaremos un trago y jugaremos un par de partidas". Así<br />

empezó. Fui a B.Q. a la tarde siguiente. Jugamos durante dos horas. Es mejor jugador<br />

que yo, pero le gané varias veces, como <strong>para</strong> que la cosa fuera interesante. Es<br />

parlanchín. Habla de cualquier cosa: política, mujeres, sexo, pesca de trucha, mover los<br />

intestinos, su viaje a Rusia, si es mejor criar ganado o plantar trigo, tomar gin o vodka,<br />

Johnny Carson, su safari al África, la religión, la Biblia, Shakespeare, el genio del<br />

general MacArthur, la caza del oso, las putas de Reno com<strong>para</strong>das con las de las Vegas,<br />

la Bolsa de valores, enfermedades venéreas, si los copos de maíz son mejores que los de<br />

trigo, el oro que los diamantes; la pena capital (que aprueba con entusiasmo), fútbol,<br />

béisbol, básquetbol, de cualquier cosa. De cualquier cosa, excepto de la razón por la que<br />

estoy anclado en este pueblo.<br />

TC: ¿Quiere decir que no discute el caso<br />

JAKE (deteniéndose): No sólo no discute el caso. Se porta como si no existiera. Yo<br />

hablo del caso pero él no reacciona. Le enseñé las fotos de Clem Anderson con la<br />

esperanza de causarle una impresión y obligarlo a reaccionar. De alguna forma. Pero no<br />

hizo más que mirar el tablero, hacer una jugada, y contar una historia subida de color.<br />

De modo que Mr. Quinn y yo jugamos una partida varias tardes a la semana desde hace<br />

meses. En realidad, hoy mismo iré más tarde. Y usted (me señala con el dedo) vendrá<br />

conmigo.<br />

TC: ¿Soy bienvenido<br />

JAKE: Lo llamé esta mañana. Lo único que preguntó fue: "¿Juega al ajedrez".<br />

TC: Sí, pero preferiría observar.<br />

(Se desmoronó un leño, y el chisporroteo hizo que fijara la atención en el hogar. Me<br />

puse a observar el ronroneo de las llamas y a pensar en por qué había prohibido que<br />

Addie describiera a Quinn, que me dijera cómo era. Traté de imaginario; no pude. Más<br />

bien, recordé el pasaje de Mark Twain que Jake me había leído en voz alta: "De todas<br />

las criaturas, el hombre es la más detestable... el único en poseer malignidad... la única<br />

criatura con una mente desagradable". La voz de Addie me rescató de mi arriesgado<br />

ensueño.)<br />

ADDIE: Oh, vuelve a nevar. Pero no fuerte. Los copos flotan. (Entonces, como si la<br />

reanudación de la nieve le hubiera inspirado el tema de la mortalidad, de la evaporación<br />

del tiempo.) Sabe, han pasado casi cinco meses. Eso es mucho <strong>para</strong> él. Por lo general,<br />

no espera tanto.<br />

JAKE (molesto): Addie, ¿qué es esto<br />

ADDIE: Mi féretro. Han pasado casi cinco meses. Y, como digo, nunca espera tanto.<br />

JAKE: ¡Addie! Yo estoy aquí. No te pasará nada.<br />

ADDIE: Por supuesto, Jake. Pienso en Oliver Jaeger. ¿Cuándo recibirá su féretro<br />

Piensa que Oliver es el jefe de correos. Un día, clasificando la correspondencia... (De<br />

repente su voz, sorprendentemente, se vuelve temblorosa, vulnerable, añorante, de tal<br />

manera que acentúa el alegre trino de los canarios.) Bueno, no será muy pronto.<br />

TC: ¿Por qué no<br />

ADDIE: Porque primero Quinn deberá llenar mi féretro.<br />

Eran más de las cinco cuando partimos. El aire estaba quieto, sin nieve,<br />

resplandeciente por las brasas del ocaso y el primer pálido resplandor de la luna, una<br />

luna llena que subía por el horizonte como una blanca rueda redonda, o una máscara<br />

amenazante, blanca y sin facciones, que atisbaba por las ventanillas del auto. Al final de

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