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omas. Yo tenía los nervios tan erizados como un gato recién<br />
alcanzado por el rayo, y en cuanto a Pearl, sus particulares cualidades<br />
que en otro tiempo me alarmaron —esa firmeza, esa voluntad— fluían<br />
de ella como la energía por una catarata.)<br />
PEARL: A partir de ahora, guarda silencio. Sea lo que sea lo que yo diga, tú no abras<br />
la boca. Cálate más el sombrero sobre la cara. Recuéstate en mí como si estuvieras débil<br />
y enfermo. Apoya la cara en mi hombro. Cierra los ojos. Déjate llevar por mí.<br />
Muy bien. Ahora nos estamos acercando al mostrador. Jimmy tiene todos los<br />
billetes. Ya han dado el último aviso <strong>para</strong> embarcar, así que no hay demasiada gente.<br />
Esos polizontes no se han movido una pulgada, pero parecen cansados y algo<br />
disgustados. Ahora nos miran a nosotros. Los dos. Cuando pasemos entre ellos, los<br />
muchachos los distraerán y armarán un guirigay. Ahí llega alguien. Apóyate más,<br />
quéjate un poco... es uno de esos tipos VIP de la TWA. Mira cómo se mete mamá en su<br />
papel... (Cambiando la voz, representando su personalidad teatral, graciosa y, al mismo<br />
tiempo, que arrastra las palabras, levemente fatigada). ¿Míster Calloway ¿Va en<br />
primera ¡Vaya! ¿No es usted un ángel que viene a ayudarnos a salir Y ya lo creo que<br />
necesitamos ayuda. Tenemos que abordar ese avión tan rápidamente como sea posible.<br />
Este amigo mío —es uno de mis músicos— se siente horriblemente mal. Apenas puede<br />
andar. Hemos estado actuando en Las Vegas, y quizá haya tomado mucho sol. El sol<br />
puede estropearle a uno la cabeza y el estómago a la vez. O quizá sea su dieta. Los<br />
músicos comen de manera muy rara. En particular, los pianistas. Apenas come nada más<br />
que perritos calientes. Anoche se comió diez. Y ahora no se encuentra muy bien. No me<br />
extrañaría que se hubiera envenenado. ¿Se sorprende usted, míster Calloway Pues<br />
estando en el negocio de los aviones, no creo que le sorprendan muchas cosas. Con<br />
todos esos secuestros que ocurren. Criminales sueltos por todas partes. En cuanto<br />
lleguemos a Nueva York, inmediatamente llevaré a mi amigo al médico. Le diré al<br />
doctor que le diga que se aparte del sol y deje de comer perritos calientes. ¡Oh, gracias,<br />
míster Calloway! No, yo tomaré el asiento del pasillo. Pondremos a mi amigo en la<br />
ventanilla. Estará mejor en la ventanilla. Todo ese aire fresco.<br />
Muy bien, compadre. Ya puedes abrir los ojos.<br />
TC: Creo que los tendré cerrados. Así será como un sueño.<br />
PEARL (tranquila, sonriendo): En cualquier caso, lo conseguimos. Tus amigos ni<br />
siquiera te han visto. Al pasar, Jimmy le hizo burla a uno, y Billy se puso a bailar<br />
encima de los pies del otro.<br />
TC: ¿Dónde está Jimmy<br />
PEARL: Todos los muchachos van en clase turística. Los trapos de Jimmy te están<br />
muy bien. Te dan un aspecto animado. Sobre todo me gustan los zapatos; sencillamente,<br />
me encantan.<br />
AZAFATA: Buenos días, miss Bailey. ¿Le apetecería una copa de champaña<br />
PEARL: No, querida. Pero a mi amigo quizá le venga bien algo.<br />
TC: Brandy.<br />
AZAFATA: Lo siento, señor, pero antes de despegar sólo servimos champaña.<br />
PEARL: Este hombre quiere brandy.<br />
AZAFATA: Lo siento, miss Bailey. No está permitido.<br />
PEARL (con un tono suave, pero metálico, que a mí me resultaba familiar de los<br />
ensayos de House of Flowers); Traiga el brandy de este hombre. La botella entera.<br />
Vamos.<br />
(La azafata trajo el brandy, y me serví una buena dosis con mano temblorosa:<br />
hambre, fatiga, angustia, los vertiginosos acontecimientos de las últimas veinticuatro