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Musica para camaleones

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la estuvo enseñando a algunos compañeros en el tren y que se le había olvidado en el<br />

bar. Así que yo me la guardé en la billetera <strong>para</strong> devolvérsela la próxima vez que lo<br />

viera.<br />

Gargon, un autre Wild Turkey, s’il vous plait.<br />

TC: (al camarero): Que sea sencillo.<br />

GEORGE: (con un tono desagradablemente amable): ¿Me estás diciendo que he<br />

bebido demasiado<br />

TC: Si tienes que volver a la oficina, sí.<br />

GEORGE: Pero no voy a volver a la oficina. No he ido por allá desde primeros de<br />

noviembre. Se entiende que he tenido una depresión nerviosa. Exceso de trabajo.<br />

Agotamiento. Se supone que estoy descansando tranquilamente en casa, bajo los tiernos<br />

cuidados de mi adorada esposa. Que está encerrada en su habitación, pintando cuadros<br />

de barcas. Una barca. La misma maldita barca una y otra vez.<br />

TC: George, tengo que ir a orinar.<br />

GEORGE: ¿No tratarás de darme esquinazo ¿Dé perder de vista a un antiguo<br />

compañero de escuela que te pasaba todas las respuestas de álgebra<br />

TC: ¡Y, aun así, me suspendieron!<br />

(No tenía ganas de orinar; necesitaba ordenar mis pensamientos. No<br />

tenía valor <strong>para</strong> escabullirme fuera de allí v esconderme en algún cine<br />

tranquilo, pero estaba completamente seguro de que no quería volver a<br />

la mesa. Me lavé las manos y me peiné. Entraron dos hombres y se<br />

<strong>para</strong>ron en los urinarios. Uno dijo: «Ese tipo está muy cargado. Por un<br />

instante, pensé que era alguien a quien conocía.» Su amigo contestó:<br />

«Pues no es un completo desconocido. Es George Claxton.» «¡Estás<br />

de broma!» «Por fuerza lo sé. Fue mi jefe en otro tiempo.» «¡Pero,<br />

Dios mío! ¿Qué le ha ocurrido» «Hay distintas historias.» Luego,<br />

quizás a causa de mi presencia, los dos hombres guardaron silencio.<br />

Volví al comedor.)<br />

GEORGE: ¿Así que no te has largado<br />

(En realidad, parecía más tranquilo, menos borracho. Podía rascar una<br />

cerilla y encender un cigarrillo con mediana habilidad.)<br />

¿Estás dispuesto a oír el resto de la historia<br />

TC: (Silencio, pero con una seña alentadora.)<br />

GEORGE: Mi mujer no dijo nada, sólo volvió a meter la fotografía en la billetera.<br />

Seguí afeitándome, pero me corté dos veces. Hacía tanto tiempo que no tenía resaca,<br />

que me había olvidado de cómo era. El sudor; el estómago: parecía que iba a cagar<br />

cuchillas de afeitar. Metí una botella de bourbon en el maletín, y nada más subir al tren<br />

fui derecho al lavabo. Lo primero que hice fue romper la fotografía y tirarla al retrete.<br />

Después me senté en la taza y abrí la botella. Al principio me dio náuseas. Y allí hacía<br />

un calor del demonio. Como en el Hades. Pero al cabo del rato empecé a tranquilizarme<br />

y a pensar: bueno, ¿por qué tengo tanta ansiedad No he hecho nada malo. Pero, al<br />

levantarme, vi que los pedazos de la fotografía Polaroid aún flotaban en la taza del<br />

retrete. Tiré de la cadena, y los trozos de la instantánea, su cabeza, sus piernas y sus<br />

brazos, empezaron a removerse y me quedé aturdido: me sentía como un asesino que la<br />

hubiera descuartizado con un cuchillo.<br />

Cuando llegamos a la Estación Central, sabía que no estaba en condiciones de<br />

soportar la oficina, así que me acerqué al Yale Club y pedí una habitación. Llamé a mi

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