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POLLY: Oy vey! Oy vey!<br />
MARY: ¡Vaya! ¡Hola, señora Berkowitz, señor Berkowitz! ¿Qué tal están ustedes<br />
(Y ahí se quedan, flotando en el aire, como los globos de Mickey y<br />
Minnie Mouse en un desfile de Mary del Día de Acción de Gracias.<br />
No es que esos dos tengan nada ratonil. Sus encolerizados ojos, los de<br />
ella colorados detrás de unas gafas de arlequín con montura adornada<br />
de lentejuelas, absorben la escena: nuestros picaros mostachos de<br />
helado, el acre humo de la hierba polucionando la habitación. La<br />
señora Berkowitz se adelanta airosamente y apaga la radio.)<br />
SEÑORA BERKOWITZ: ¿Quién es este hombre<br />
MARY: Creía que no estaban en casa.<br />
SEÑORA BERKOWITZ: Evidentemente. Le he preguntado: ¿quién es ese hombre<br />
MARY: No es más que un amigo mío. Me está ayudando. Hoy tengo mucho trabajo<br />
que hacer.<br />
MÍSTER BERKOWITZ: Está usted borracha, mujer.<br />
MARY (engañosamente dulce): ¿Cómo dice usted<br />
SEÑORA BERKOWITZ: Dice que está usted borracha. Estoy sorprendida.<br />
Sinceramente.<br />
MARY: Ya que hablamos con sinceridad, francamente tengo que decirle esto: hoy es<br />
el último día que hago de negra por aquí... La despido a usted.<br />
SEÑORA BERKOWITZ: ¿Que usted me despide a mí<br />
MÍSTER BERKOWITZ: ¡Fuera de aquí! Antes de que llame a la policía.<br />
(Sin bulla, recogemos nuestras pertenencias. Mary saluda al loro con<br />
la mano: «Hasta luego, Polly. Tú eres buena. Eres buena chica. Sólo<br />
estaba de broma.» Y en la puerta donde sus antiguos patronos se han<br />
situado con firmeza, declara: «Y <strong>para</strong> que tomen nota, nunca he<br />
bebido una gota en mi vida.»<br />
Afuera, sigue lloviendo. Caminamos pesadamente por Park<br />
Avenue y luego cruzamos a Lexington.)<br />
MARY: ¿No le dije que eran pomposos<br />
TC: Son piezas de museo.<br />
(Pero ha desaparecido la mayor parte de nuestra vivacidad; la energía<br />
de la hierba peruana retrocede, y en su lugar aparece cierta depresión,<br />
se hunde mi tabla de surf, y ahora cualquier tiburón a la vista podría<br />
hacer que me muera del susto.)<br />
MARY: Todavía tengo que hacer el de la señora Kronkite. Pero es simpática; me<br />
disculpará si no voy hasta mañana. Quizá me vaya a casa.<br />
TC: Permítame que llame a un taxi.<br />
MARY: Odio darles ocupación. A esos taxistas no les gusta la gente de color.<br />
Incluso cuando ellos mismos son de color. No, puedo tomar el metro ahí abajo, en Lex<br />
esquina a Ochenta y Seis.<br />
(Mary vive en un piso de renta limitada cerca del Yankee Stadium;<br />
dice que estaba atestado cuando su familia vivía con ella, pero ahora<br />
que está sola parece inmenso y peligroso: «Tengo tres cerrojos en