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32 FRANCISCA GONZÁLEZ GIL – M ạ ISABEL CALVO ÁLVAREZPara Fuentes y Palmero (1995) no se puede abordar una circunstancia infantil, como esuna situación de enfermedad y hospitalización, sin abordar simultáneamente a la familia ydemás condiciones socio-ambientales.Así, tal y como destacan Grau y Ortiz (2001), la acción educativa dirigida al niño hospitalizadose asienta tanto sobre la complejidad de las personas que están implicadas dentrodel contexto familiar, hospitalario o social (profesionales, padres o voluntariado) como en lacomplejidad de las fases de recuperación por las que pasa el niño enfermo: ingreso, estanciay alta.Respecto a la Admisión, constituye la fase previa a la hospitalización y va más allá delmomento del ingreso pues ya desde que está citado el enfermo y aún desde el diagnósticoprevio, éste suele sentir inquietud, inseguridad y una gran ansiedad por desconocimiento delo que pueda significar la hospitalización y la enfermedad. En el momento de la admisión seprecisa dar información sobre el tratamiento en general y si es quirúrgico de una forma particulara la familia, que de esta manera colaborará para rebajar la ansiedad del paciente ysuperar el trauma del ingreso (Lizasoáin, 1991; Ortigosa y Méndez, 2000; Perchi, 1986).Pero Lizasoáin y Polaino-Lorente (1996) aseguran que con preparar al niño para la hospitalizaciónno basta. Es preciso que continúe con su tarea más importante: el aprendizaje yla escolarización. Es en este contexto donde tienen significado los programas de intervenciónglobal de atención al niño hospitalizado.Por lo que se refiere a la Fase de Estancia, coincide con el tratamiento médico del niñoenfermo, y también con la aparición de las necesidades asistenciales especiales. En esta fasese impone la necesidad de un plan de información para los padres, de modo que puedanintercambiar esta información con los profesionales o con otros padres, y por supuesto, unaacción coordinada con el niño, la familia y los profesionales, encaminada a mejorar la atenciónque se le proporciona al paciente.En cuanto a la fase de Alta, en función de la situación personal del enfermo se podrácalibrar si la vuelta a casa supone una esperanza o una amenaza. En este último caso, puedenaparecer sentimientos de inquietud, angustia o miedo por las dificultades que puedaencontrar en la nueva situación, dadas las secuelas físicas, emocionales, académicas o socialesque se hayan derivado de la enfermedad. Además, será necesario tener en cuenta elseguimiento del niño durante su convalecencia, con vistas a su recuperación e integración ensu comunidad.Estamos hablando de una intervención que, de acuerdo con Lizasoáin (2000), va a cumpliruna serie de funciones:• Función Educativa, esto es, instaurar el hábito intelectual y desarrollar el esfuerzo personal,fomentando la conciencia de responsabilidad;• Función Compensatoria, es decir, compensar “las lagunas” que existan en el niño anivel de aprendizajes, motivada por la ausencia a clase y por la propia enfermedad;• Función Preventiva, o evitar el retraso escolar y favorecer la readaptación del niñocuando regrese al colegio;• Función Terapéutica, es decir, combatir el síndrome hospitalario, favoreciendo laadaptación al hospital, logrando una despolarización respecto de la enfermedad yevitando el aburrimiento;• Función Normalizadora, partiendo del hecho evidente que las actividades escolaresson parte importante en la vida cotidiana de un niño;

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