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56 ISABEL SERRANO PINTADOentre otras. Pelechano (1979) destacó mediante la escala ESE-2, cuarenta y tres conductasanómalas como golpear a los compañeros, mentir, buscar peleas, romper cosas, amenazar,gritar, interrumpir cuando el profesor habla, etc. Peiró y Carpintero (1978), tras realizar unanálisis factorial de las conductas señaladas por los docentes, establecieron varios factoresque engloban un conjunto determinado de las mismas. Estos factores son: 1. Conductasmoralmente inadecuadas y hábitos no aceptados socialmente; 2. Dificultades personales deintegración social y de relación con los otros; 3. Agresividad; 4. Enfrentamiento a la autoridaddel maestro; 5. Alteración de las normas de funcionamiento de clase y 6. Conductas contralos compañeros.Como vemos, una gran parte de estos conflictos se producen en el ámbito de las relacionesinterpersonales. Son muchos los estudios que ofrecen datos al respecto. Así, podemosafirmar que el porcentaje de alumnos involucrados en procesos de abusos entre escolares, yasea como víctimas o como agresores, oscila entre un 16,8% en algunas investigaciones(Cerezo, 1996) y un 20-30% en otras (Fernández, 1998). Por otro lado, el 57,5% de unamuestra de 200 profesores de alumnos de entre 10 y 18 años informa de la existencia de conflictoscon sus alumnos; de ellos el 39% con enfrentamientos abiertos y el 2% se sientenincluso agredidos (Melero, 1993). Las malas relaciones en la infancia y la adolescencia nosólo constituyen un problema en el momento en que ocurren sino que conforman un factorque interactúa con otros de índole personal, ambiental o de ambos tipos, favoreciendo laaparición y el desarrollo de psicopatologías en edades posteriores (Trianes, 1996). Además,con frecuencia, estos patrones de conducta son estables y predictivos de una amplia variedadde dificultades sociales y emocionales en la etapa adulta (Eron, Huesmann, Dubow, Romanoffy Yarmel, 1987; Sharp y Smith, 1994).Hechas estas consideraciones, resulta fácil comprender el prolífico desarrollo de programasde intervención destinados a mejorar las habilidades sociales y de resolución de conflictosen niños y adolescentes que se ha producido en los últimos años (Vallés y Vallés, 1996).Son numerosas las ocasiones en que se ha demostrado su eficacia (Díaz-Aguado, 1986; Monjas,1996; Trianes, Muñoz y Jiménez 1997; Cerezo, 1997). Evidentemente, al entrenar a losalumnos, estamos potenciando el desarrollo de habilidades que les permiten mejorar susrelaciones con los demás y consigo mismos, y, en numerosas ocasiones, los efectos se generalizan,produciéndose también mejoras en el clima familiar y escolar.Sin embargo, a pesar de que, efectivamente, una gran parte de las conductas inadecuadasque manifiestan algunos adolescentes pueden tener su origen en un déficit en las habilidadessociales o de solución de problemas interpersonales, no podemos negar que en numerosasocasiones son los adultos los que contribuyen indudablemente al mantenimiento yquizás a la adquisición de conductas problemáticas en los niños y adolescentes (Serrano,1996). Partiendo de la teoría del aprendizaje social (Bandura, 1969), podemos afirmar que elmodelado y la aplicación de contingencias inadecuadas y/o inconsistentes, sobre todo enforma de atención negativa, son procesos fundamentales tanto en la adquisición como en elmantenimiento del comportamiento conflictivo y, en muchas ocasiones, son los mismos profesoreslos principales agentes de este aprendizaje inadecuado, pues son muchas las vecesque contribuyen al mantenimiento del problema reforzando con su atención los comportamientosnegativos de sus alumnos, o aplicando consecuencias inadecuadas o inconsistentesde forma contingente a las conductas de los alumnos.Por otro lado, la familia representa el centro de modelado de conductas y la primerafuente de valores para los niños. El clima familiar juega un papel muy importante en el origeny el mantenimiento del comportamiento disruptivo y/o agresivo de niños y adolescentes y, aligual que ocurre con el profesorado, son muchos los padres que reconocen no estar preparadospara resolver de forma adecuada los conflictos que con frecuencia se generan en las relacionescon sus hijos.

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