CEPAL – Colección Documentos de proyectosAlianzas público-privadas para una nueva visión estratégica del desarrollode prestigio se llenan mediante contratos especiales ad hoc, una intensa rotación en los altos nivelesgerenciales, en especial al cambiar el gobierno, han sido la regla.Los bancos centrales y los ministerios de finanzas, que fueron los puertos de entrada parael consenso de Washington, han tendido a ser, junto con los ministerios de relaciones exteriores,las excepciones a la regla. Es preciso expandir la calidad y el espíritu de cuerpo de esos bolsonesde excelencia a todo el sector público y se manifieste en la creación de un servicio civil altamenteprofesional, técnicamente apto, con remuneraciones dignas, contratación basada en el mérito,oportunidades de capacitación en el país y en el exterior, carreras para cargos gerenciales especializadosy de alta jerarquía, y códigos de conducta para cuya infracción se prevean expresamente sanciones.Ese mismo objetivo debe ampliarse hasta abarcar a los niveles locales, especialmente en los sistemaspolíticos federales.Los organismos multilaterales de desarrollo se han preocupado cada vez más de ser agentescatalizadores del sector privado. Quizás el mejor papel catalizador que pueden cumplir para ese sectorconsistiría en respaldar más firmemente la excelencia en los sistemas de servicio civil y la eficacia dela organización del sector público para ejecutar la PI.En los casos de éxito que consideramos constatamos que la orientación estratégica ha sidodelegada a ministerios y otros organismos encargados de supervisar los sectores de la economía realde la industria, el comercio, la tecnología y la innovación. Los ministerios de finanzas procuran lograrque la estrategia sea congruente con el equilibrio fiscal global, y brindan aportes a las estrategias,especialmente en materia de servicios financieros, pero no pueden decidir su orientación ni susmodalidades de ejecución. En América Latina orientan los ajustes que han permitido a la regiónmanejar crisis y consolidar una “cultura” de estabilidad macroeconómica, lo que ha hecho de estosministerios una voz potente en el gobierno, que a menudo se ha extendido a ámbitos de políticasen que sus altos funcionarios poseen escasa competencia o disposición “cultural”, en esferas querequieren el apoyo de la política industrial. Esa ampliación de su alcance se ha visto facilitada por elhecho de que en la era de consenso de Washington los ministerios y otros organismos del sector real seconvirtieron en actores marginados y debilitados en el proceso de adopción de decisiones públicas.Es imperioso, por lo tanto, que en miras a lograr la equiparación se refuerce el poder y la influenciade los ministerios del sector real, lo que requerirá políticas que les permitan contratar a “los mejores y másbrillantes” en el contexto de un servicio civil profesional en proceso de consolidación y estable.También debe procurarse que las burocracias estatales adopten una modalidad de pensamientoestratégico y a largo plazo tras 25 años de influencia tan poderosa, sobre las políticas, de aspectoscoyunturales de la macroeconomía general. El complejo del sector real requiere un “cerebro” técnicopoderoso, altamente capacitado y respetado —como el Forfás en Irlanda, el Consejo de desarrolloeconómico (EDB) en Singapur, el antiguo Consejo de política científica y tecnológica (STPC) enFinlandia y los institutos de investigación patrocinados por el Gobierno de la República de Corea—para respaldar un pensamiento estratégico a más largo plazo y la elaboración y ejecución de estrategias.En América Latina se dan situaciones de ausencia de un cerebro estratégico o de atrofia de la capacidadde pensamiento estratégico y de la influencia de los que existían, en la era ideológica del consenso deWashington. Cabe repetir aquí que las instituciones multilaterales pueden brindar asistencia para laelaboración o el fortalecimiento de un centro “neurológico” en los gobiernos latinoamericanos, paradar respaldo al pensamiento estratégico, la elaboración de estrategias y su puesta en acción con laspolíticas industriales modernas que correspondan.Es probable también que en América Latina las burocracias deban crear espacio adicional paraun pensamiento a largo plazo incrustando unidades especializadas complementarias en determinadosministerios, organismos ejecutores y unos y otros, que promuevan en la esfera interna una “cultura”de pensamiento a mediano y largo plazo en relación con la política y los programas económicos. Conello se reforzará la adhesión del sector público al pensamiento estratégico y se contribuirá a superar,en el Gobierno, toda “dependencia mental de sendero” derivados del fundamentalismo del mercado179
CEPAL – Colección Documentos de proyectosAlianzas público-privadas para una nueva visión estratégica del desarrollopropio del consenso de Washington. Además, la realización periódica de “estudios prospectivos” seríauna vía para que el sector público todo haga suyo el sistema de pensamiento estratégico.En los casos de éxito extrarregionales percibimos también que los ámbitos de mayorprioridad de una estrategia han contado con el respaldo político. Ello se ha logrado a través dei) respaldo y orientación política real, activa, al más alto nivel de gobierno (presidente, primer ministro,vicepresidente o viceprimer ministro, entre otras autoridades), y ii) un ministerio, un organismoejecutor, o ambos, especializado, dotado de personal apropiado, sólida administración superior yfinanciamiento, para cumplir los mandatos prioritarios acordados. En general, en la región no es comúnque ninguno de esos requisitos se cumpla, lo que puede deberse a que la presencia de una orientaciónpolítica en ámbitos prioritarios, si la hay, no es más que una formalidad transitoria. Además, losministerios designados para la tarea, con sus dependencias, pueden presentar debilidades políticas,técnicas o de ambos tipos, tener ante sí mandatos difusos o contradictorios, no estar en condiciones demovilizar recursos adecuados previstos en el presupuesto general, o todo ello combinado.En cuanto a la ejecución de una estrategia, la coordinación es tan importante como la orientación.Percibimos que en la mayoría de los casos de éxito que consideramos se utiliza una pluralidad deinstrumentos para lograrla en ámbitos prioritarios, como el desarrollo de las exportaciónes. Lacoordinación puede ser el talón de Aquiles de la gestión de políticas de América Latina. Es frecuenteque los mandatos de los distintos ministerios y organismos ejecutores no estén claramente delimitados,con la consiguiente duplicación de esfuerzos y excesivos conflictos entre jurisdicciones, incluido eldrama burocrático de ministerios más fuertes que llevan a cabo unilateralmente “incursiones” en granescala para apropiarse de mandatos establecidos de ministerios más débiles 157 . En los casos en que sehan asignado cometidos de coordinación a determinado organismo, este quizá carezca de potestadesde coordinación suficientes si no dispone de suficiente personal técnicamente calificado y gerencialsuperior, o si el organismo ocupa una posición excesivamente baja en la jerarquía burocrática. En losEstados federados se plantea la tarea, sumamente ardua, de coordinar medidas en el gobierno centraly en los estados, lo que quizá podría lograrse a través de algún tipo de división, formal o tácita, deltrabajo. Otra posibilidad podría consistir en elaborar y controlar el funcionamiento de los móduloscorrespondientes a los estados en el programa nacional global, como está tratando de lograr el Brasila través de su Programa de Desarrollo Productivo.Otra dimensión de la ejecución consiste en una eficaz gestión de los incentivos. Se trata de unaesfera amplia, en que muchos de los casos de éxito que consideramos pueden ser muy provechosospara América Latina. La siguiente es una lista, que dista mucho de ser completa, de los principalespuntos en que debería centrarse la atención: establecidos por anticipado, evaluaciones de riesgos, incluido el de que empresas delsector privado “se apropien” del incentivo, y procedimientos de gestión de riesgos, asícomo procesos administrativos que establezcan equilibrio entre un riguroso requisitode administración y la necesidad de evitar que recaiga una carga injustificada sobre lasempresas beneficiarias. e incentivos. Cuando unos y otros se diseñan como compartimientos discretos, como sueleocurrir en América Latina, se corre el riesgo de la existencia de “vacíos” de coberturaen actividades críticamente interrelacionadas, lo que va en detrimento de las sinergiasnecesarias para una cabal consecución de objetivos estratégicos. Esa falta de integraciónno solo crea vacíos, sino que además impide tener presentes las necesidades de mejorar losprogramas de apoyo para alcanzar objetivos más complejos a medida que las empresas vansuperando obstáculos y están en condiciones de dominar nuevas capacidades. que han de respaldarse, para evitar el inconveniente, común en la región, de tratar de157Esto ha sido frecuente en la esfera de responsabilidades en materia de comercio y negociación de acuerdos.180