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CEPAL – Colección Documentos de proyectosAlianzas público-privadas para una nueva visión estratégica del desarrolloFinalmente, las estrategias de la mayoría de los países en realidad no reflejan estrictamentela aplicación de ninguno de los dos enfoques generales arriba descritos, pero contienen elementos deambos (Evans, 1995; Ul Haque, 2007). De lo que se trata, más bien, es de los mecanismos utilizadosy del enfoque predominante aplicado para orientar las políticas públicas.En realidad existe un acalorado debate en torno a los dos enfoques de la estrategia dedesarrollo arriba descritos, que data de los primeros días del capitalismo 27 . En la era contemporánea,los proponentes de la primera alternativa de políticas fueron conocidos como “monetaristas” en losaños sesenta, y como “neoclásicos” o “neoliberales” en la actualidad, en tanto que los del segundogrupo fueron conocidos inicialmente como “estructuralistas” o “dirigistas” y actualmente se les rotulacomo abogados del “neoestructuralismo” o del “desarrollismo”. El debate contemporáneo surgió de lafamosa discrepancia, en la esfera de la economía del desarrollo, entre monetaristas y estructuralistasen el período de industrialización mediante sustitución de importaciones anterior a 1980, de laque América Latina fue un puntal importante 28 . En esos días los estructuralistas predominan en eldebate sobre el desarrollo. El surgimiento de la ideología antiestatista de Reagan y Thatcher, en losaños ochenta, aunado a la grave crisis de la deuda que afectó a América Latina y a otros países endesarrollo, quitó legitimidad a la política pública proactiva estructuralista y contribuyó a llevar elpéndulo en forma pronunciada hacia el denominado enfoque neoliberal, tal como se expresó en elinfluyente consenso de Washington mencionado en el capítulo I. No obstante, frente al desempeñoinsatisfactorio, tardío o vacilante de los más destacados estudiosos del consenso, los resultados muchomás exitosos logrados en algunos países con políticas gubernamentales más proactivas y la crisismanifiesta reinante en el Norte debido a la fe irrestricta en la eficiencia de los mercados, la políticaindustrial, “ha regresado” 29 . De hecho, como veremos en capítulos posteriores, las estrategias dedesarrollo basadas en la política industrial despiertan creciente interés en América Latina 30 . Además, encomparación con sus enunciados anteriores, los proponentes contemporáneos del neoestructuralismohan aportado al enfoque de la política industrial abundante “valor agregado”, cuestión a la que nosreferiremos algo más abajo.Las políticas industriales tienen una larga historia. De hecho, en los últimos siglos pocos paísesse han enriquecido sin atravesar un período de utilización de la política industrial, muy notablementela de protección de las industrias incipientes, entre otros instrumentos, antes de alcanzar el estadiopropio de una economía “liberal” (Bairoch, 1993; Fajnzylber 1990 y 1988; Chang, 2003; Reinert,2004 y 2009) 31 . Los estudios sobre los efectos de la política industrial en materia de desarrollo,formulados por partidarios y críticos de esa política son numerosos, pero no han acallado el debate.Wade (2004, pág. 345) capta certeramente parte de la dinámica del asunto:El debate en torno al papel del Estado en el desarrollo económico demuestra el poderde una repetición infinita como arma del saber moderno. La cuestión normalmentese plantea en términos de “magnitud” de la intervención del Estado o de “tamaño”27En algunos aspectos, en La riqueza de las naciones de Adam Smith (1776) se cuestionaban las ideas del activismoestatal y del mercantilismo, cuyo inspirador fue el célebre Ministro de Hacienda de Luis XIV, Jean-Batiste Colbert. Almismo tiempo, Alexander Hamilton, de los Estados Unidos, y Friedrich List, de Alemania, fueron, en el siglo XVIII,célebres antagonistas de la teoría del laissez faire de Smith.28Véase Oliviera Campos (1964).29Así lo señalan también autores como Sabel (2009). Michael Porter (2009), que anteriormente adujo que solo lasempresas, no los países, tienen estrategias, admite ahora que los Estados Unidos necesitan una estrategia, para nosufrir un retroceso.30En Di Flippo (2009) aparece una interpretación de la opinión de América Latina sobre el estructuralismo.31Chang (2003) y otros alegan que los países exitosos se vuelven partidarios del libre comercio recién después de llegara la cima, y que con ello en realidad tratan de privar a otros países, más atrasados, de la “escalera” de la políticaindustrial que ellos habían usado para ponerse a la cabeza. Pero aun después de la llegada a una categoría propiade una economía liberal están presentes los restos de la política industrial, aunque en forma más sutil. Tal como locomentó recientemente el director del fondo estratégico de inversiones de Francia: Consideramos legítimo que laautoridad pública se preocupe de las características y la evolución de la trama industrial de nuestro país…. el Estadotiene derecho a tener una visión. (Financial Times, 2009, pág. 7).42

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