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(AA.VV) Antología universal del relato fantástico

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duelo, y pedía en tono apremiante que en el futuro se hicieran cumplir las leyes contra los duelistas con<br />

gran rigor.<br />

La tercera cláusula detallaba el modo en que se había dispuesto que se efectuara el duelo.<br />

Una vez cargadas las pistolas por los padrinos, en el campo de honor los combatientes debían<br />

mantenerse a una distancia de treinta pasos, y debían arrojar una moneda para decir quién disparaba<br />

primero. El hombre que ganase debía avanzar diez pasos —marcados previamente— y entonces<br />

descargaría su pistola. Si erraba, o no lograba incapacitar a su adversario, éste último tenía derecho a<br />

avanzar, si lo deseaba, los veinte pasos restantes antes de disparar a su vez. Este acuerdo aseguraba la<br />

culminación decisiva <strong>del</strong> duelo en la primera descarga de las pistolas, y tanto los protagonistas como los<br />

padrinos se comprometieron a cumplirlo por ambas partes.<br />

La cuarta cláusula declaraba que los padrinos habían resuelto que el duelo se llevara a cabo fuera de<br />

los estados napolitanos, pero dejarían que las circunstancias los guiaran hasta el sitio exacto donde<br />

tendría lugar. Las cláusulas restantes, por lo que puedo recordar, estaban dedicadas a detallar las<br />

distintas precauciones a adoptar para impedir que los descubrieran. Los duelistas y sus padrinos dejarían<br />

Nápoles por separado; cambiarían de carruaje varias veces; se encontrarían en cierta ciudad, o si eso no<br />

ocurría, en cierta casa de postas en la carretera de Nápoles a Roma; llevarían cuadernos de dibujo, cajas<br />

de colores y sillas plegables, como si fueran artistas que viajaban para hacer bocetos; y se dirigirían al<br />

lugar <strong>del</strong> duelo a pie, sin emplear guías, por miedo a la traición. Tales disposiciones generales, y otras<br />

que facilitaban la huida de los supervivientes después de que terminara el asunto, formaban la parte<br />

final de aquel documento extraordinario, que estaba firmado sólo con las iniciales de ambos padrinos.<br />

Debajo de las iniciales aparecía el comienzo de una narración fechada «París» y que evidentemente<br />

pretendía describir el duelo propiamente dicho con extrema minuciosidad. La letra manuscrita<br />

pertenecía al padrino fallecido.<br />

Monsieur Foulon, el caballero en cuestión, declaraba su creencia de que podrían presentarse<br />

circunstancias capaces de transformar un informe de testigo presencial sobre el encuentro entre St. Lo y<br />

el señor Monkton en un documento importante. En consecuencia se proponía, como uno de los<br />

padrinos, dar testimonio de que el duelo se había llevado a cabo de perfecto acuerdo con los términos de<br />

lo tratado, comportándose ambos adversarios como hombres de la mayor valentía y honor. Y anunciaba<br />

luego que, para no comprometer a nadie, dejaría el documento que contenía su testimonio en manos<br />

seguras, con indicaciones estrictas de que no fuera abierto por ningún motivo, salvo en caso de extrema<br />

urgencia.<br />

Después de este preámbulo, monsieur Foulon contaba que el duelo se había efectuado dos días<br />

después de redactado el acuerdo, en un lugar al que el azar había llevado al grupo. (No se mencionaba el<br />

nombre <strong>del</strong> lugar, ni cerca de dónde estaba situado.) Una vez que los hombres se situaron de acuerdo a<br />

lo previamente dispuesto, el conde de St. Lo había obtenido el derecho al primer disparo, había<br />

avanzado diez pasos, y había disparado al cuerpo de su adversario. El señor Monkton no cayó de<br />

inmediato, sino que se tambaleó hacia a<strong>del</strong>ante unos seis o siete pasos, descargó su pistola, sin efecto,<br />

hacia el conde, y cayó al suelo muerto. Monsieur Foulon declaraba luego que había arrancado una hoja<br />

de su libreta de notas, había escrito una breve descripción <strong>del</strong> modo en el que había muerto el señor<br />

Monkton, y había prendido el papel en sus ropas; este proceder era necesario por el carácter particular<br />

<strong>del</strong> plan organizado allí mismo para hacerse cargo con seguridad <strong>del</strong> cadáver. No aparecía cuál era el

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