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(AA.VV) Antología universal del relato fantástico

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osque secreto. Desde el lugar en que estaba sentada yo podía mirar más allá <strong>del</strong> pueblo, hacia<br />

la abertura que había encontrado, donde un pequeño arroyo me había guiado a una región<br />

desconocida. Y me imaginé que estaba siguiendo el arroyo de nuevo, y recorrí todo el camino en<br />

mi mente, y al final encontré el bosque, y me arrastré adentrándome en él debajo de los<br />

arbustos, y luego en la oscuridad vi algo que mi hizo sentir como si estuviera llena de fuego por<br />

dentro, como si quisiera bailar y cantar y volar sobre el aire, porque estaba transformada y<br />

hermosa. Pero lo que vi no había cambiado en lo absoluto, ni había envejecido, y me pregunté<br />

una y otra vez como tales cosas podrían ser, y si realmente las historias de nana podrían ser<br />

verdad, porque bajo la luz <strong>del</strong> día, al aire abierto, todo parecía tan diferente a como era en la<br />

noche, cuando estaba asustada, y creía que me iban a quemar viva. Una vez le conté a mi padre<br />

uno de los cuentos de ella, que era acerca de un fantasma, y le pregunté si era cierto, y él me<br />

dijo que no era de ninguna manera cierto, y que sólo la gente vulgar e ignorante creía en tales<br />

disparates. Estaba muy enojado con nana por haberme contado esa historia, y la regañó, y<br />

después de eso yo le prometí a ella que nunca diría una palabra de lo que me contara, y que si<br />

lo hacía, me mordiera una gran serpiente negra que vivía en un estanque en el bosque. Y ahí,<br />

completamente sola en la colina, yo me preguntaba qué era verdad. Yo había visto algo muy<br />

asombroso y encantador, y yo sabía una historia, y si realmente lo había visto, y no imaginado<br />

ahí afuera en la oscuridad; y esa rama negra, y ese brillante resplandor que estaba<br />

remontándose hacia el cielo sobre la gran colina redonda; pero si yo en verdad lo había visto,<br />

entonces existían todo tipo de cosas maravillosas, y atrayentes, y terribles en que pensar; y así,<br />

sentí una gran nostalgia y un temblor, y sentí que mi cuerpo ardía y se congelaba. Y bajé la<br />

mirada al pueblo, tan inmóvil y silencioso, como un pequeño cuadro blanco, y luego pensé una<br />

y otra vez si aquello podía ser verdad. Estaba muy lejos de decidirme en algún sentido; había<br />

una extraña agitación en mi corazón que parecía susurrarme todo el tiempo que yo no lo había<br />

imaginado, y aún así parecía imposible, y sabía que mi padre y todos los demás dirían que todo<br />

eso eran horrendos disparates. Nunca soñé en contarle a él o a nadie una palabra al respecto,<br />

porque sabía que sería inútil, y lo que obtendría sería que se burlaran de mí y me reprendieran,<br />

así que por un largo tiempo estuve muy callada, y la pasaba pensativa y extrañada, y por las<br />

noches soñaba con cosas asombrosas, y algunas veces despertaba en la madrugada llorando y<br />

con los brazos levantados. Y estaba asustada, también, porque había peligros, y alguna cosa<br />

horrible me podía pasar si la historia era verdad, a menos que tuviera mucho cuidado. Estas<br />

viejas historias estaban siempre en mi cabeza, noche y día, y yo volvía a ellas y me las contaba<br />

a mí misma una y otra vez, y volvía a los caminos donde nana me las había contado; y cuando<br />

me sentaba en el cuarto de los niños, junto al fuego, por las tardes, imaginaba que nana se<br />

sentaba en la otra silla, contándome alguna historia maravillosa en voz baja, para que nadie<br />

nos oyera. Pero a ella le gustaba más contarme cosas cuando estábamos afuera en el campo,<br />

lejos de la casa, porque ella decía que me estaba contando cosas muy secretas, y las paredes<br />

oyen. Y si era sobre cosas más secretas que nunca, teníamos que escondernos en los bosques o<br />

arboledas; y yo solía pensar que era tan divertido arrastrarse por los bosquecillos, y avanzar<br />

muy suavemente, y luego meterse detrás de los matorrales o irse corriendo de pronto dentro <strong>del</strong><br />

bosque, seguras de que nadie nos veía; y por eso sabíamos que teníamos nuestros secretos para

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