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(AA.VV) Antología universal del relato fantástico

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en sus mejillas cuando me acerqué y le dije:<br />

—Alfred, no hay más remedio que ceder ante nuestro infortunio, y hacer todo lo que podamos por<br />

salvar nuestras vidas.<br />

—Salva la tuya —exclamó, agitando las manos hacia mí—, porque tú tienes un futuro. El mío<br />

termina cuando el ataúd descienda al fondo <strong>del</strong> mar. Si este barco se hunde, sabré que la fatalidad ha<br />

cumplido su obra, y me hundiré con él.<br />

Comprendí que él no estaba en situación de discutir o ser convencido, y volví a cubierta. Los<br />

tripulantes estaban arrancando todos los obstáculos para echar al agua la chalupa, situada en medio <strong>del</strong><br />

navío, encima de la amurada <strong>del</strong> bergantín, mientras éste descansaba de costado; y el capitán, después<br />

de hacer un último y vano esfuerzo por recobrar su autoridad, los miraba en silencio. La violencia de la<br />

borrasca ya parecía agotarse, y pregunté si realmente no había posibilidad de que nosotros nos<br />

quedásemos en la nave. El capitán contestó que podría haberse presentado una excelente posibilidad en<br />

caso de que los hombres hubiesen obedecido sus órdenes, pero que ahora había desaparecido. Como no<br />

podía depositar la menor confianza en el criado de Monkton, le confié al capitán, en las palabras más<br />

breves y simples, el estado de mi desdichado amigo, y le pregunté si podía contar con su ayuda. Asintió<br />

con un movimiento de cabeza, y bajamos juntos al camarote. Aún hoy me resulta doloroso escribir<br />

acerca de la feroz actitud a la que nos llevó el vigor y la terquedad de la alucinación de Monkton, como<br />

último recurso. Nos vimos obligados a atarle las manos, y a arrastrarlo a cubierta por la fuerza. Los<br />

tripulantes estaban a punto de lanzar la chalupa al agua, y al principio se negaron a recibirnos en ella.<br />

—¡Cobardes! —exclamó el capitán—. ¿Acaso tenemos con nosotros al muerto esta vez? ¿Acaso no<br />

se va a ir al fondo junto con el bergantín? ¿De qué podéis tener miedo cuando subamos en la chalupa?<br />

Esta especie de exhortación surtió efecto; los tripulantes se avergonzaron, y retiraron su negativa.<br />

En el momento en que nos apartábamos <strong>del</strong> navío que se hundía, Alfred hizo un esfuerzo por<br />

librarse de mí, pero lo sostuve con firmeza, y no repitió el intento. Quedó sentado junto a mí, con la<br />

cabeza gacha, quieto y silencioso, mientras los marineros se alejaban de la nave remando: quieto y<br />

silencioso cuando de común acuerdo hicieron una pausa a poca distancia, y todos esperamos para ver<br />

cómo se hundía el bergantín; quieto y silencioso incluso cuando el hundimiento se produjo, cuando el<br />

esforzado casco se sumergió lentamente en una depresión <strong>del</strong> mar… pareció vacilar un instante, se<br />

elevó otra vez un poco, después se hundió para no volver a levantarse.<br />

Se hundió con una carga muerta: se hundió, y arrebató para siempre de nuestras manos el cadáver<br />

que habíamos descubierto casi por milagro, ¡aquellos restos celosamente conservados y de cuya<br />

seguridad dependían de modo tan extraño las esperanzas y el destino amoroso de dos seres humanos!<br />

Cuando los últimos rastros de la nave desaparecieron en las profundidades de las aguas, sentí que<br />

Monkton se estremecía de pies a cabeza sentado junto a mí, y lo oí repetir para sí, con tristeza, y muchas<br />

veces, el nombre de «Ada».<br />

Traté de que se concentrara en otra cosa pero fue inútil. Señaló en el mar el sitio donde había estado<br />

el bergantín, y donde sólo podían verse las olas en movimiento.<br />

—Ahora el sitio seguirá vacío para siempre en la cripta de Wincot.<br />

Mientras decía estas palabras, fijó un momento sus ojos con tristeza y ansiedad en mi rostro,<br />

después los apartó, apoyó la mejilla sobre su mano, y no dijo una palabra más.<br />

Antes de que cayera la noche fuimos avistados por un buque mercante, nos tomaron a bordo y

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