22.03.2017 Views

(AA.VV) Antología universal del relato fantástico

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

inconsciente por completo (muerto mental y físicamente) hasta que se puso el sol. Entonces recobré los<br />

sentidos; y entonces, cuando abrí los ojos, allí estaba el espectro de Stephen Monkton inmóvil ante mí,<br />

débilmente luminoso, así como está de pie ante mí en este mismo instante, a tu lado.<br />

—¿Eso ocurrió antes de que las noticias <strong>del</strong> duelo llegaran a Inglaterra? —pregunté.<br />

—Dos semanas antes de que las noticias nos llegaran a Wincot. E incluso cuando nos enteramos <strong>del</strong><br />

duelo, no supimos el día en que se había llevado a cabo. Sólo lo conocimos cuando el documento que<br />

leíste se publicó en el periódico francés. La fecha de ese documento, como recordarás, es el 22 de<br />

febrero, y se afirma que el duelo se efectuó dos días más tarde. La noche en que vi al fantasma anoté en<br />

mi libreta de notas el día <strong>del</strong> mes en que se me apareció por vez primera. Ese día era el 24 de febrero.<br />

Hizo otra pausa, como esperando que yo dijera algo. Después de las palabras que acababa de<br />

pronunciar, ¿qué podía decir yo? ¿Qué podía pensar?<br />

—Incluso invadido por el horror de ver por primera vez la aparición —siguió—, me vino a la mente<br />

la profecía contra nuestro linaje, y con ella la convicción de que tenía ante mí, en esa presencia<br />

fantasmal, la advertencia de mi propia perdición. En cuanto me recobré un poco decidí, sin embargo,<br />

poner a prueba la realidad de lo que veía: averiguar si era víctima de mi propia fantasía enfermiza, o no.<br />

Abandoné la torre; el fantasma la abandonó conmigo. Inventé una excusa para hacer que iluminaran<br />

intensamente la sala de la Abadía: la figura seguía ante mí. Salí al parque: allí estaba, bajo la clara luz<br />

de las estrellas. Me fui de casa y viajé muchas millas hasta la orilla <strong>del</strong> mar; el alto hombre moreno<br />

seguía, en su agonía, conmigo. Después de esto ya no luché contra la fatalidad. Regresé a la Abadía, y<br />

traté de resignarme a mi desdicha. Pero no sería posible. Tenía una esperanza que era lo que más quería<br />

en mi vida; tenía un tesoro cuya posibilidad de pérdida me hacía estremecer, y cuando la presencia <strong>del</strong><br />

fantasma constituyó un obstáculo a modo de advertencia entre mí y ese único tesoro, mi más querida<br />

esperanza… entonces ya no pude soportar el peso de mi desdicha. Sabes a qué aludo; tienes que haber<br />

oído con frecuencia que estaba comprometido para casarme, ¿verdad?<br />

—Sí, con frecuencia. Yo mismo conocía hasta cierto punto a la señorita Elmslie.<br />

—Nunca podrás imaginar todo lo que ella sacrificó por mí, lo que he sentido durante años y años —<br />

su voz tembló, y le brotaron lágrimas de los ojos—, pero no me siento en condiciones de hablar de eso:<br />

la idea de los viejos días felices en la Abadía basta ahora para partirme el corazón. Permíteme volver al<br />

otro tema. Debo decirte que mantuve la espantosa aparición que me perseguía, en todo momento y en<br />

todo lugar, en secreto para todos; como conocía los malignos rumores acerca de que yo había heredado<br />

la locura de mi familia, temía que aprovecharan deslealmente cualquier confesión que hiciese. Aunque<br />

el fantasma está siempre ante mí, y por lo tanto siempre aparece ya sea <strong>del</strong>ante o al costado de la<br />

persona con la que hablo, pronto me entrené para ocultar a los demás lo que estaba mirando, salvo en<br />

raras ocasiones… momentos en los que tal vez me haya traicionado ante ti. Pero mi autocontrol fue<br />

inútil con Ada. Se acercaba el día de nuestro casamiento.<br />

Se detuvo y se estremeció. Esperé en silencio hasta que se controló.<br />

—¡Piensa —siguió—, piensa en lo que debo haber sufrido al ver permanentemente esa visión<br />

horrenda, cada vez que miraba a mi prometida! ¡Piensa en que le tomaba la mano y me parecía tomarla<br />

a través de la figura de la aparición! ¡Piensa en el sereno rostro de ángel y el torturado rostro espectral<br />

siempre juntos, cada vez que mis ojos encontraban los de ella! Piensa en esto, y no te asombrará que<br />

haya traicionado mi secreto con ella. Ansiosa, quiso saber lo peor, más aún: insistió en saberlo. Ante sus

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!