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Batalla por la memoria

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Encrucijadas de <strong>la</strong> política: ética y verdad 143<br />

Dadas estas circunstancias, pareciera que un fantasma recorre <strong>la</strong> comisión,<br />

el fantasma de <strong>la</strong> violencia, <strong>la</strong> amenaza de que <strong>la</strong>s víctimas de <strong>la</strong><br />

historia expresen su rabia frente a <strong>la</strong> sociedad y de que <strong>la</strong> Comisión acabe<br />

culpabilizada <strong>por</strong> eso y, finalmente, sea el<strong>la</strong> misma atacada (¿victimizada?)<br />

desde ciertas esferas políticas que se oponen a su ejercicio. Quizás, una<br />

forma de amenazar<strong>la</strong> reside en infundirle el temor de que, con su accionar,<br />

acabe favoreciendo el resurgimiento del terrorismo, con lo cual <strong>la</strong> profecía<br />

de los defensores de Fujimori se cumpliría. (¿No era esta justamente una de<br />

sus armas para justificar su permanencia en el gobierno?) Su creación misma<br />

parece atravesada <strong>por</strong> este fantasma; en ese caso, su misión sería <strong>la</strong> de<br />

ser un muro de contención, tarea que <strong>la</strong> rebasa. La Comisión, que inicialmente<br />

se l<strong>la</strong>maría Comisión de <strong>la</strong> Verdad a secas, recibió, con el gobierno<br />

de Toledo, un añadido a su propósito: <strong>la</strong> reconciliación.<br />

Si <strong>la</strong> reconciliación es el objetivo primordial, <strong>la</strong> verdad, ciertamente,<br />

tiene su comisión: ceder el paso. Pero el costo es alto. Por una parte, los<br />

comisionados son llevados a aparecer como si se tratase de los procuradores<br />

de los bienes —justicia, reparación—, y <strong>la</strong>s víctimas esperarán que se<br />

cump<strong>la</strong> <strong>la</strong> promesa. Por otra, su silencio los ha comprometido a encontrar<br />

<strong>la</strong> verdadera verdad, ya que los que rindieron testimonio solo expresaron<br />

“su verdad personal”. Son los “señores de <strong>la</strong> verdad”, como figura expresamente<br />

en <strong>la</strong>s manifestaciones de un testigo que han sido consignadas en<br />

el Boletín N o 4 de <strong>la</strong> Comisión. 9 Vale decir, <strong>la</strong> verdad está del <strong>la</strong>do del Otro,<br />

quien se ha instituido en el lugar de “intérprete de <strong>la</strong> verdad de todos” y de<br />

ello tendrá que dar cuenta. No es difícil prever el riesgo de caer en <strong>la</strong> impotencia<br />

dada <strong>la</strong> magnitud de <strong>la</strong>s atribuciones que, de modo implícito o explícito,<br />

se les pudiese haber adjudicado. El autoritarismo podría ser otra salida<br />

peligrosa para enfrentar tal situación.<br />

De momento, como comentáramos al principio, <strong>la</strong>s <strong>la</strong>bores de <strong>la</strong> Comisión<br />

han transcurrido casi en el silencio, dado que pocas veces ha sido<br />

objeto de <strong>la</strong> noticia. No ha suscitado ningún debate im<strong>por</strong>tante en el nivel<br />

nacional o gubernamental. Así que todo parecería estar en sus manos. Evidentemente,<br />

eso tiene sus límites.<br />

Se requiere entonces dar un paso más, interpe<strong>la</strong>r, interpretar, arriesgar<br />

re<strong>la</strong>tos distintos. Recoger re<strong>la</strong>tos distintos. Evitar, en suma, que <strong>la</strong> sombra<br />

de <strong>la</strong> impotencia o el despliegue del autoritarismo caigan sobre los<br />

comisionados y sobre <strong>la</strong> propia narración histórica.<br />

9. En busca de <strong>la</strong> verdad y reconciliación, boletín de <strong>la</strong> CVR, agosto 2002, N° 4, p. 9.

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