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Batalla por la memoria

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218 Rocío Silva Santisteban<br />

[…] el dolor, <strong>la</strong> represión, <strong>la</strong> fuerza del Poder del Padre, <strong>la</strong> violencia<br />

ejercida <strong>por</strong> los Poderosos, <strong>la</strong> censura, <strong>la</strong> muti<strong>la</strong>ción y otras manifestaciones<br />

psicópatas de <strong>la</strong> falta de salud en <strong>la</strong>s sociedades <strong>la</strong>tinoamericanas<br />

(Castro-K<strong>la</strong>rén 1994: 122).<br />

Las mujeres en América Latina —pero de forma aun más poderosa<br />

en los sectores rurales— han incor<strong>por</strong>ado a su cuerpo el discurso del poder<br />

masculino y de <strong>la</strong> opresión: incarnan, como lo ha seña<strong>la</strong>do Foucault, un<br />

sistema de dominación no solo en prácticas represivas que vienen del exterior<br />

sino en formas de autocontrol vincu<strong>la</strong>das con <strong>la</strong> ética mariana del sufrimiento,<br />

es decir, con aquel<strong>la</strong> ética del sacrificio del discurso cristiano que<br />

conlleva implícito un dolor y un padecimiento simbolizado en <strong>la</strong> imagen de<br />

<strong>la</strong> Virgen María.<br />

Por eso, al enfrentarse a situaciones de violencia, como <strong>la</strong>s generadas<br />

<strong>por</strong> <strong>la</strong> guerra sucia y <strong>la</strong> subversión, <strong>la</strong>s mujeres se encuentran en medio de<br />

múltiples coordenadas de dominación y sometimiento. Por un <strong>la</strong>do, viven<br />

este tipo de suplicio como una práctica violenta muy emparentada con <strong>la</strong><br />

violencia doméstica más frecuente aposentada en un ideal machista y, <strong>por</strong><br />

otro <strong>la</strong>do, <strong>la</strong> violencia física es una de <strong>la</strong>s formas más usuales de castigo en<br />

<strong>la</strong> cultura pública del tute<strong>la</strong>je. Así <strong>la</strong>s vio<strong>la</strong>ciones sexuales se convierten en<br />

prácticas comunes en situaciones de conflicto bélico y el embarazo consecuente<br />

en un “castigo para toda <strong>la</strong> vida”.<br />

[…] el castigo político en el Perú supuestamente “moderno” siguió<br />

conceptualizando al cuerpo como el espacio de erradicación del mal y,<br />

al parecer, castigar todavía continúa representando <strong>la</strong> perversa voluntad<br />

de someter al cuerpo a una situación de tortura y espectáculo (Vich<br />

2002: 31).<br />

Las mujeres son <strong>la</strong>s que sufren <strong>la</strong>s consecuencias de esta mentalidad en<br />

torno del castigo: sus cuerpos son depositarios del odio. Si bien es cierto que<br />

los hombres también pueden ser humil<strong>la</strong>dos y vio<strong>la</strong>dos, son <strong>la</strong>s mujeres quienes<br />

específicamente pueden ser más sometidas a través de este crimen.<br />

Naciones Unidas ha seña<strong>la</strong>do que si bien <strong>la</strong> violencia sexual afecta<br />

tanto a hombres como a mujeres durante un conflicto armado, es evidente<br />

que <strong>la</strong>s mujeres están más expuestas a ser víctimas de este abuso.<br />

Lo que debe quedar c<strong>la</strong>ro es que tanto <strong>la</strong>s razones que originan <strong>la</strong><br />

violencia sexual así como los efectos que se derivan de esta son diferentes<br />

para hombres y mujeres. Así <strong>por</strong> ejemplo sólo <strong>la</strong>s mujeres corren

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