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Batalla por la memoria

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Los letreros de <strong>la</strong>s calles del Centro de Lima ... 65<br />

ciones frente a <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra (desagradable, ofensa, orgullo, agradable), y personalidad<br />

(alegre, triste, conformista, ingenuo).<br />

Existe, entonces, un fenómeno que Elisabeth Acha (1993: 319) l<strong>la</strong>ma<br />

“‘cholo’ a <strong>la</strong> limeña, es decir, ... un ‘cholo que cholea’ y que aspira a no<br />

serlo”. Portocarrero (1993: 182) explica que “muchos en <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses medias<br />

y altas ‘cholean’ a los de abajo aún cuando ellos sean más oscuros que<br />

quienes desprecian. En <strong>la</strong> práctica se discrimina más <strong>la</strong> cultura que el color,<br />

pero en <strong>la</strong> conciencia ello no aparece necesariamente así. La raza no sería<br />

sino un fantasma que sólo sobrevive en nuestra mente”. Sin embargo, este<br />

desconocimiento tiene consecuencias en el campo social del poder. Juan<br />

Carlos Callirgos (1993: 162) al describir <strong>la</strong>s técnicas empleadas para elevarse<br />

socialmente, incluye teñirse el pelo, b<strong>la</strong>nquearse <strong>la</strong> piel, cambiarse<br />

los nombres, hasta cambiarse el color de los ojos. Desear ser b<strong>la</strong>nco y favorecer<br />

<strong>la</strong> b<strong>la</strong>ncura constituye una identificación con el opresor.<br />

Cecilia Salgado (1999: 202) explica “nuestro eterno drama, de <strong>la</strong> mayor<br />

angustia y crisis afectiva que vivimos cuando se trata de mirar nuestras<br />

raíces, nuestros cimientos más profundos y a <strong>la</strong> vez reconocer que aquello<br />

que es nuestro pi<strong>la</strong>r, es aquello que más rechazamos, despreciamos y/o<br />

criticamos como se entiende a los que ocupan el nivel más bajo dentro de<br />

<strong>la</strong> cultura nacional”.(sic) Pero uno de los mayores problemas peruanos es<br />

<strong>la</strong> poliglosia del país 7 , y <strong>la</strong>s dificultades que crea, <strong>la</strong>s condiciones bajo <strong>la</strong>s<br />

cuales el español se hace necesario para moverse socioeconómicamente.<br />

Uno necesita saber español para romper los confines del caserío y manejarse<br />

en <strong>la</strong> situación cliente<strong>la</strong>r con los poseedores del poder local, mestizos<br />

que saben tanto español como el idioma regional. Al mismo tiempo, puesto<br />

que los “indios” son tan despreciados, los migrantes a Lima —hab<strong>la</strong>ntes de<br />

quechua o aymará— que aspiran a ascender socialmente tienden a negar<br />

el conocimiento de su primera lengua (Montoya y López 1988: 12-13).<br />

Ellos no solo desaniman a sus niños de hab<strong>la</strong>r<strong>la</strong>, sino que los castigan <strong>por</strong><br />

hacerlo. Es muy improbable que este proceso sea alguna vez revertido en el<br />

futuro cercano.<br />

León (1998: 70) pregunta: “¿Por qué pues, nos negamos a reconocer<br />

los problemas raciales en el Perú? ¿<strong>por</strong> qué evitamos tratarlos?” Nosotros<br />

podríamos refrasear esto de <strong>la</strong> siguiente manera: ¿Por qué están los peruanos<br />

tan temerosos de ellos mismos?<br />

7. Nota de traducción: el autor se refiere al multilingüismo, a <strong>la</strong> existencia y uso de<br />

varias lenguas en el país.

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