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Batalla por la memoria

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424 Nelson Manrique<br />

genas que en sus testimonios recuerdan a quienes los defendieron durante<br />

el período de <strong>la</strong> violencia política se refieran a estos como los “Señores<br />

Derechos Humanos”. Para unos, esto demuestra <strong>la</strong> incapacidad de los indígenas<br />

para concebir los derechos humanos como una noción abstracta,<br />

inclusiva, que los abarca a ellos. Su incapacidad, en otras pa<strong>la</strong>bras, de<br />

pasar de <strong>la</strong>s representaciones concretas al pensamiento abstracto. En realidad,<br />

y contra lo que suponen algunos estudiosos del pensamiento primitivo,<br />

<strong>la</strong> encarnación de los derechos humanos en individuos concretos expresa<br />

no <strong>la</strong> incapacidad para acceder al pensamiento abstracto, sino <strong>la</strong> no<br />

universalidad de tal categoría en nuestra patria. Los derechos humanos no<br />

pueden ser universales en una sociedad que no reconoce un mismo nivel<br />

de humanidad a todos sus integrantes.<br />

Al interior de una comunidad nacional hay múltiples <strong>memoria</strong>s y<br />

existe una lucha <strong>por</strong> imponer una como <strong>la</strong> “<strong>memoria</strong> verdadera”, aquel<strong>la</strong><br />

que luego será recogida <strong>por</strong> los textos de historia patria. La historia nacional<br />

es <strong>la</strong> <strong>memoria</strong> nacional institucionalizada y tiene como función fundamental<br />

legitimar un orden social determinado: en un nivel más visible,<br />

definir los campos entre <strong>la</strong> patria y <strong>la</strong> antipatria; entre quienes pueden<br />

hab<strong>la</strong>r autorizadamente en nombre de <strong>la</strong> nación y quienes no <strong>la</strong> representan<br />

verdaderamente. En un nivel menos evidente se trata de proc<strong>la</strong>mar <strong>la</strong><br />

legitimidad del orden social existente, de sus beneficiarios y sus representantes,<br />

así como <strong>la</strong> intrínseca ilegitimidad de los intentos de subvertir ese<br />

orden.<br />

La <strong>memoria</strong> institucionalizada privilegia al texto escrito como su medio<br />

principal de reproducción, sin renunciar al uso de otros medios como<br />

los monumentos, <strong>la</strong> nomenc<strong>la</strong>tura de <strong>la</strong>s calles, p<strong>la</strong>zas y avenidas, <strong>la</strong> iconografía<br />

de <strong>la</strong>s monedas y billetes, los desfiles, los días feriados, etc. Las <strong>memoria</strong>s<br />

popu<strong>la</strong>res en nuestro país suelen recurrir en cambio principalmente<br />

a <strong>la</strong>s fiestas y rituales. De allí <strong>la</strong> im<strong>por</strong>tancia que reviste el ritual en <strong>la</strong>s<br />

Audiencias Públicas donde <strong>la</strong>s víctimas de <strong>la</strong> violencia política prestan su<br />

testimonio, sobre todo en el interior del país, donde <strong>la</strong> solemnidad del evento<br />

es una manera de inscribirlo en el imaginario nacional, con el aval de <strong>la</strong><br />

presencia de los “Señores Comisión de <strong>la</strong> Verdad”.<br />

Veamos ahora algunos casos, tomados de <strong>la</strong>s Audiencias Públicas de<br />

<strong>la</strong> Comisión de <strong>la</strong> Verdad y <strong>la</strong> Reconciliación, que ilustran <strong>la</strong> manera como<br />

<strong>la</strong>s víctimas de <strong>la</strong> violencia organizan <strong>la</strong> comunicación de su <strong>memoria</strong> personal.

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