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Para conocer las sectas

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como «Iglesia». Ambas realidades deberán estudiarse<br />

dialécticamente, es decir, cada uno de estos<br />

conceptos guarda relación con el otro de tal manera<br />

que la consideración por separado de la «secta» sin<br />

referencia a la «Iglesia», o viceversa, resultará en<br />

definitiva empobrecedora para ambos.<br />

Las características definitorias propuestas por<br />

aquellos autores se reducen, de manera esquemática,<br />

a <strong>las</strong> siguientes:<br />

- La «secta» se define por su relativa pequenez<br />

numérica; por su estructura cerrada; por su resistencia<br />

activa o pasiva frente a la sociedad y demás<br />

organismos religiosos; por la participación libre y<br />

voluntaria de sus miembros en la vida del grupo<br />

tras una experiencia de conversión, habiendo sido<br />

considerados aptos en base a sus cualidades religiosas<br />

y morales. No aspira a la universalidad.<br />

- La «Iglesia», lógicamente, posee estas otras<br />

características: comunidad numerosa y multitudinaria;<br />

con estructura abierta; que tiene relaciones<br />

normales con la sociedad y a veces con los otros<br />

grupos religiosos; y cuyos miembros guardan mutua<br />

vinculación a través del rito bautismal que se<br />

imparte también a los niños. Busca la universalidad<br />

y no exige de sus miembros la estricta observancia<br />

de sus normas para poder llegar así más<br />

fácilmente a todos los sectores de la sociedad.<br />

Se ha recordado más arriba la cierta ambigüedad<br />

que acompaña siempre al fenómeno sectario.<br />

Algunos autores han entendido que la categoría<br />

«Iglesia-secta» resulta inadecuada en muchos casos,<br />

por lo que, lógicamente, aparece extremadamente<br />

difícil formular una definición de secta en<br />

determinados contextos si se mantiene dicha categoría.<br />

El trabajo llevado a cabo por Weber y<br />

Troeltsch puede resultar coherente en el contexto<br />

europeo porque los grupos llamados «<strong>sectas</strong>» tienen<br />

como punto de referencia una Iglesia, ya sea<br />

nacional, oficial o dominante. En otros contextos,<br />

en cambio, al no existir una Iglesia «establecida» o<br />

privilegiada por cualquier razón histórica como<br />

punto de referencia, resulta inadecuado -sociológicamente<br />

hablando— el binomio «Iglesia-secta».<br />

¿Acaso podrían, por ejemplo, los mormones ser llamados<br />

«secta» en los Estados Unidos, y en concreto<br />

en el estado de Utah? Y si, definitivamente, los<br />

mormones son considerados como «secta» en Euro­<br />

1 6 PARA CONOCER LAS SECTAS<br />

pa, será, en cualquier caso, por su relación respecto<br />

a una «Iglesia» o Iglesias, ante <strong>las</strong> que aparece como<br />

«secta».<br />

Si la dicotomía «Iglesia-secta» aparece como<br />

inadecuada, al menos en algunos contextos, parece<br />

necesario buscar nuevos términos que vengan a dar<br />

sentido y a enriquecer realidades diferentes.<br />

b) En países de gran pluralismo religioso ha<br />

existido especial creatividad a la hora de formular<br />

nuevos nombres para designar este vasto mundo de<br />

tipo religioso. La terminología empleada es variada:<br />

Cultos o Nuevos Cultos; Sectas de jóvenes; Movimientos<br />

totalitarios; Nuevos Movimientos Religiosos<br />

(NMR); Religiones alternativas; Religiones<br />

de suplencia; Sectas destructivas; Sectas conflictivas....<br />

Es fácil comprobar que algunas designaciones<br />

no sólo comportan un nuevo modo de aproximación<br />

al plural fenómeno sectario, sino que califican<br />

moralmcnte y enjuician de manera peyorativa<br />

algunos de estos grupos.<br />

De ahí la necesidad de mantener un cierto rigor<br />

a la hora del empleo de la terminología. El empleo<br />

inadecuado de los términos produce en este campo<br />

gran confusionismo, además de una patente injusticia.<br />

Pero todo esto nos lleva al problema de la terminología,<br />

que no es problema menor.<br />

3. El problema de la terminología<br />

El problema de la terminología no es de poca<br />

importancia. Por no haberle prestado la debida<br />

atención, muchos grupos religiosos han sufrido numerosos<br />

malentendidos y vejaciones. Así, cuando se<br />

han denunciado acciones delictivas, merecedoras<br />

de castigo, supuestamente cometidas por algún<br />

grupo considerado religioso, los medios de comunicación<br />

social han empleado indiscriminadamente<br />

el término «secta» a la hora de <strong>las</strong> acusaciones. Pero<br />

quienes finalmente salen perjudicados son todos<br />

aquellos grupos tradicionalmente denominados como<br />

«secta» religiosa.<br />

Este es, pues, un tema muy delicado que afecta<br />

no solamente a la sensibilidad y la justicia más<br />

elementales, sino que atañe incluso a la tolerancia<br />

religiosa exigible en una sociedad democrática.<br />

Ciertamente es un capítulo tratado por numerosos<br />

I

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