Para conocer las sectas
Para conocer las sectas
Para conocer las sectas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
— El «trance» es un estado anímico difícilmente<br />
explicable desde una perspectiva materialista, y<br />
distinto de la conciencia normal. El estado consciente<br />
normal dirige su atención hacia fuera a través<br />
de los sentidos externos, pero «en el trance la<br />
atención se dirige hacia adentro», se pierde la conciencia<br />
del mundo exterior y se reciben, con gran<br />
facilidad, <strong>las</strong> emisiones dadas por quien utiliza el<br />
hipnotismo con fines propagandísticos. El mismo<br />
autor llegará a decir:<br />
«En muchas de <strong>las</strong> <strong>sectas</strong> que se definen como<br />
religiosas, lo que a menudo se denomina "meditación"<br />
no es más que un proceso por el cual los miembros<br />
de la secta entran en trance, momento en el que<br />
pueden recibir sugestiones que les harán más receptivos<br />
para seguir fielmente la doctrina de la secta. Las<br />
<strong>sectas</strong> no religiosas emplean otras maneras de introducir<br />
individual o de grupo. Además, como estar en<br />
trance resulta por lo genera) una experiencia relajante<br />
y placentera, la mayor parte de la gente desea<br />
entrar de nuevo en trance tantas veces como sea posible.<br />
Es importante resaltar que los investigadores<br />
psicológicos han establecido clínicamente que <strong>las</strong> facultades<br />
críticas de los individuos disminuyen en el<br />
estado de trance. Uno está menos capacitado para<br />
evaluar la información recibida en un trance que en<br />
un estado normal de conciencia» w .<br />
Desde esta perspectiva, no debe extrañar que<br />
líderes religiosos sin escrúpulos hayan intentado<br />
implantar sus credos en personas que han entrado<br />
con la mejor voluntad en un grupo determinado.<br />
3.2. La «desprogramación»<br />
El tema de la desprogramación es un asunto<br />
polémico. Existen dos posiciones enfrentadas, difícilmente<br />
conciliables.<br />
De modo muy general ha sido definida como «la<br />
ayuda que se ofrece al individuo para que pueda<br />
pensar por su cuenta» 60 . En este sentido, la desprogramación<br />
se aplica, evidentemente, a miembros<br />
de <strong>las</strong> <strong>sectas</strong> a los que se da por sobreentendido<br />
que dejaron de pensar por su cuenta en el momento<br />
w Steven Hassan, Las técnicas de control mental..., o. c, 97.<br />
60 Ronald Enroth, Las <strong>sectas</strong> y la juventud, o. c, 205.<br />
de su entrada en determinada organización de tipo<br />
religioso. Y es que sobre ellos se aplicaron sofisticadas<br />
sesiones de control mental, de modificación del<br />
pensamiento, de persuasión coercitiva, e incluso de<br />
«lavado de cerebro». El resultado es un cambio de<br />
identidad en el sujeto, que queda convertido en un<br />
ser manipulable, obediente, debilitado, temeroso,<br />
incapaz de pensar por sí mismo.<br />
Se trata, por tanto, de retomar al individuo en<br />
cuestión y ayudarle a salir de su ceguera mediante<br />
el encuentro con un «equipo de desprogramadores»<br />
que vendrían a devolverle a la sociedad, a su propia<br />
realidad, es decir, a recuperar la libertad perdida.<br />
Los padres de familia, <strong>las</strong> asociaciones anti-secta<br />
y los equipos de desprogramadores están persuadidos<br />
de que hay que «rescatar», incluso a la fuerza,<br />
«secuestrando» a los jóvenes adeptos para que vuelvan<br />
a su vida normalizada según los cánones comúnmente<br />
aceptados, para recuperar el equilibrio<br />
vital perdido por su entrada en una determinada<br />
organización.<br />
El argumento básico para la defensa y justificación<br />
de los métodos de desprogramación es la conciencia<br />
de que el adepto ha sido previamente «programado»,<br />
es decir, que ha sido manipulado en<br />
beneficio del autodenominado grupo religioso. De<br />
no existir este proceso, el joven o la joven -afirman<br />
los defensores de la desprogramación— nunca hubieran<br />
aceptado dar el paso hacia el nuevo grupo y,<br />
desde luego, una vez dentro no querrían permanecer<br />
por más tiempo, de poder «ver» con claridad la<br />
identidad del grupo.<br />
La segunda argumentación se basa en el hecho<br />
de que <strong>las</strong> <strong>sectas</strong>, NMR o cultos —al menos los llamados<br />
peligrosos o destructivos- no son en realidad<br />
grupos «religiosos», sino asociaciones económicas o<br />
políticas de dudosa entidad que, disfrazándose con<br />
ropaje religioso, eluden <strong>las</strong> cargas fiscales e incluso<br />
se benefician de ayudas estatales.<br />
Desde estas convicciones, la desprogramación<br />
no atenta —dicen- a la libertad religiosa del adepto,<br />
ni se violan sus derechos fundamentales, más bien<br />
es una obligación de quien por amor desinteresado<br />
61 lucha por devolverlo a la sociedad —familia,<br />
P. Rodríguez, Esclavos de un mesías..., o. c, 155.<br />
PARA CONOCER LAS SECTAS 139