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Para conocer las sectas

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versidadcs católicas, han participado activamente.<br />

Recuerda sus diálogos con benedictinos, cistercienses<br />

y camaldulenses en monasterios de los EE.UU.,<br />

Canadá, Australia e Irlanda.<br />

Baird analiza en su libro <strong>las</strong> críticas estereotipadas<br />

de los católicos a los NMR, así como la ignorancia<br />

que en ambientes cristianos en general se tiene<br />

sobre los mismos. De ahí que el primer paso de un<br />

serio encuentro consista en vencer la ignorancia y<br />

los prejuicios, y después en tratar al otro de «igual a<br />

igual», lo que significa que Haré Krishna deberá ser<br />

tratado como un «legítimo movimiento religioso» y<br />

no meramente como un «culto».<br />

He ahí, pues, los datos que aporta Robert D.<br />

Baird en su análisis sobre el «cambio religioso» que<br />

se está operando en uno de los grupos que más<br />

hostilidad ha despertado en los EE.UU., y que evidencia,<br />

por una parte, el deseo de legitimación que<br />

busca Haré Krishna y, por otra, la apuesta por el<br />

diálogo como medio de salir del enquistamiento<br />

sectario de sus primeros tiempos.<br />

d) El diálogo como dimensión<br />

de la voluntad salvífica de Dios<br />

(perspectiva teológica)<br />

Una de <strong>las</strong> afirmaciones básicas del Concilio Vaticano<br />

II fue la consideración de la Iglesia como<br />

«sacramento de salvación». Ella es la mejor expresión<br />

del designio universal de salvación de Dios<br />

hacia toda la humanidad. La Iglesia hace presente<br />

en el tiempo la reconciliación divina ofreciendo la<br />

«buena noticia» —el evangelio— a toda la familia<br />

humana.<br />

El hecho de la misión no es un tema periférico<br />

para <strong>las</strong> Iglesias cristianas. Nace de su misma esencia.<br />

«Proclamar la fe procede de la misión del Hijo y<br />

de la misión del Espíritu según el designio de Dios<br />

Padre» (AG 2). No hay «evangelio» sin proclamación,<br />

no hay fe sin testimonio. Cuando ésta deja de<br />

proclamarse, la fe se corrompe.<br />

Pero la transmisión de la fe de los enviados, es<br />

decir, la evangelización, tiene una dinámica propia<br />

que ha expresado como nadie Pablo VI en su carta<br />

Evangelii nuntiandi. La oferta de salvación es una<br />

oferta libre, y el acto de adhesión de la fe es también<br />

radicalmente libre. Una evangelización que olvida­<br />

re la dinámica de la libertad, habría olvidado la<br />

fuente de la que mana la misión misma: la libérrima<br />

voluntad salvadora de Dios que no ha querido<br />

forzar al hombre a aceptar el regalo de su amor<br />

reconciliador.<br />

Desgraciadamente, la historia de <strong>las</strong> Iglesias<br />

cristianas muestra que la evangelización no siempre<br />

se mantuvo en la dinámica adecuada. Muchos<br />

de los «enviados» usaron de otros medios para «imponer»<br />

el evangelio. La coacción, la fuerza, el miedo<br />

al castigo eterno fueron astucias empleadas para<br />

que los infieles se convirtieran, y los fieles permanecieran<br />

en el recinto de <strong>las</strong> iglesias. Pero tales métodos<br />

—en realidad más «proselitistas» que «evangelizadores»—<br />

distorsionaban la radicalidad de la propuesta<br />

evangelizadora y la libertad de la respuesta<br />

de los evangelizados.<br />

Es fácil entender que la dinámica evangelizadora<br />

no puede consistir sino en la dinámica del diálogo.<br />

El diálogo como actitud y como método. Se ofrece<br />

a los otros el don del evangelio que gratuitamente<br />

se ha recibido, y se espera de los otros una respuesta<br />

que sólo será válida si es verdaderamente<br />

libre. Propuesta y respuesta. Oferta y aceptación o<br />

rechazo. Pero siempre dando cabida al interrogante,<br />

al cuestionamiento, a la pregunta... La evangelización,<br />

dentro de la dinámica dialogal, supone el<br />

intercambio mutuo. El enviado, es decir, el evangelizador<br />

no sólo ofrece, sino que ofreciendo se enriquece<br />

por el mismo hecho de la respuesta del evangelizado.<br />

El evangelizador es evangelizado. En este<br />

sentido, el diálogo es parte esencial de la evangelización.<br />

El cuestionamiento y el interrogante ayudan<br />

también a purificar los modos y actitudes de<br />

los mismos enviados.<br />

Tales planteamientos seguramente no convencen<br />

a los fanáticos y a los integristas religiosos, sean<br />

del signo que sean. Porque fanáticos e integristas<br />

existen en <strong>las</strong> Iglesias y en <strong>las</strong> <strong>sectas</strong>, en <strong>las</strong> grandes<br />

religiones y en los NMR. Por eso cada vez que alguna<br />

Iglesia da por cerrada la opción del diálogo, está<br />

cerrando a sí misma lo fundamental de su misión.<br />

Los anteriores presupuestos intentan poner de<br />

relieve una verdad no fácilmente asumida: no hay<br />

límites respecto al diálogo con los seres humanos. Y<br />

desde una perspectiva teológica, nunca hay razones<br />

suficientes para excluir por principio el diálogo con<br />

PARA CONOCER LAS SECTAS 155

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