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Eduardo Galeano Bocas <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong><br />
acompañar las palabras de gratitud, arcángeles vestidos de futbolistas. Son muchos los clientes<br />
que se han encomendado al Cielo en vísperas de los partidos decisivos, y el divino poder ha<br />
otorgado la gracia de los goles al club de sus amores o a la selección mexicana.<br />
El Más Allá<br />
Al fin <strong>del</strong> verano <strong>del</strong> 96, José Luis Chilavert hizo un gol histórico en Buenos Aires. El arquero<br />
paraguayo, que atajaba goles y también los hacía, tiró desde muy lejos, casi desde el centro de la<br />
cancha: la pelota voló al cielo, atravesó las nubes y de pronto cayó verticalmente sobre el arco<br />
contrario y entró.<br />
Los periodistas quisieron conocer el secreto de su disparo: ¿Cómo hizo la pelota ese viaje<br />
increíble? ¿Por qué cayó en línea recta desde la altura?<br />
–Porque chocó con un ángel –explicó Chilavert.<br />
Pero a nadie se le ocurrió ver si la pelota estaba manchada de sangre. Nadie se fijó. Y así<br />
nos perdimos la oportunidad de saber si los ángeles se nos parecen, aunque sea en eso.<br />
La Virgen<br />
El pasado como hazaña de los machos: no hay mujeres en la historia oficial de las islas<br />
Canarias.<br />
¿Ninguna? Hay una.<br />
Hace siglos, antes de que España conquistara las islas, ella llegó a las costas de Tenerife.<br />
Llegó flotando sobre las aguas, dormida en la espuma, y fue recogida por los pescadores.<br />
Cuando le hablaron, no contestó. Los pescadores la llevaron al rey de la isla. Ante el monarca,<br />
siguió muda. Y cuando los príncipes pelearon por ella, y disputando sus favores se mataron entre<br />
sí, ella asistió al espectáculo sin mover una ceja.<br />
La única mujer de la historia de las islas todavía está allí. Se llama María, y le dicen<br />
Can<strong>del</strong>aria, por las can<strong>del</strong>as que la iluminan. Es virgen y es de madera. Los hombres la adoran de<br />
rodillas.<br />
Las otras<br />
Según el evangelio de san Mateo, Jesús tuvo cuarenta y seis antepasados: cuarenta y un<br />
hombres y cinco mujeres.<br />
Una de las cinco mujeres, María, concibió sin pecado, como bien se sabe. Pero las otras<br />
que figuran en el abolengo son<br />
Tamar, que para tener un hijo con el suegro se disfrazó de prostituta;<br />
Rahab, que ejercía ese oficio en la ciudad de Jericó;<br />
Betsabé, que estaba casada con otro cuando engendró a Salomón en el lecho <strong>del</strong> rey David;<br />
y Rut, que no pertenecía a la raza elegida y fue por eso indigna de la fe <strong>del</strong> pueblo de Israel.<br />
Tres pecadoras y una despreciada: malditas en la tierra habían sido las abuelas <strong>del</strong> hijo <strong>del</strong><br />
Cielo.<br />
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