Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Eduardo Galeano Bocas <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong><br />
Instrucciones para leer el diario<br />
El general mexicano Francisco Serrano fumaba y leía, hundido en un sillón <strong>del</strong> casino militar<br />
de Sonora.<br />
El general leía el diario. El diario estaba cabeza abajo. El presidente, Alvaro Obregón, quiso<br />
saber:<br />
–¿Usted siempre lee el diario al revés? El general asintió.<br />
––¿Y se puede saber por qué?<br />
–Por experiencia, presidente, por experiencia.<br />
Instrucciones para triunfar en el oficio<br />
Hace mil años, dijo el sultán de Persia:<br />
–Qué rica.<br />
Él nunca había probado la berenjena, y la estaba comiendo en rodajas aderezadas con<br />
jengibre y hierbas <strong>del</strong> Nilo.<br />
Entonces el poeta de la corte exaltó a la berenjena, que da placer a la boca y en el lecho<br />
hace milagros, porque para las proezas <strong>del</strong> amor es más poderosa que el polvo de diente de tigre<br />
o el cuerno rallado de rinoceronte.<br />
Un par de bocados después, el sultán dijo:<br />
–Qué porquería.<br />
Y entonces el poeta de la corte maldijo a la engañosa berenjena, que castiga la digestión,<br />
llena la cabeza de malos pensamientos y empuja a los hombres virtuosos al abismo <strong>del</strong> <strong>del</strong>irio y la<br />
locura.<br />
–Recién llevaste a la berenjena al Paraíso, y ahora la estás echando al infierno –comentó un<br />
insidioso.<br />
Y el poeta, que era un profeta de los medios masivos de comunicación, puso las cosas en<br />
su lugar:<br />
–Yo soy cortesano <strong>del</strong> sultán. No soy cortesano de la berenjena.<br />
A contramano<br />
Las ideas <strong>del</strong> semanario Marcha revelaban cierta inclinación al rojo, pero más rojos estaban<br />
los números. Hugo Alfaro, que además de ser periodista hacía las veces de administrador y<br />
cumplía la insalubre tarea de pagar las cuentas, saltaba de alegría en raras ocasiones:<br />
–¡Tenemos la edición financiada!<br />
Había llegado publicidad. En la historia universal <strong>del</strong> periodismo independiente, siempre se<br />
ha celebrado semejante milagro como una prueba de la existencia de Dios.<br />
Pero al director, Carlos Quijano, se le ponía verde la cara. Horror: no había peor noticia que<br />
aquella buena noticia. Si entraba publicidad, se iba a sacrificar alguna página, o varias, y cada<br />
pedacito de página era un sagrado espacio imprescindible para cuestionar certezas, arrancar<br />
máscaras, alborotar avisperos y ayudar a que mañana no fuera otro nombre de hoy.<br />
Al cabo de treinta y cuatro años, la dictadura militar irrumpió en el Uruguay y acabó con<br />
Marcha y otras locuras.<br />
51