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Eduardo Galeano Bocas <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong><br />

Señor que habla<br />

No hace mucho, en el valle de México, una montaña estalló.<br />

Nubes de fuego, rocas encendidas, cenizas ardientes: el volcán Popocatépetl vomitó las<br />

piedras que le tapaban la boca grande como cuatro estadios de fútbol.<br />

Fue casi imposible el desalojo de los pueblos vecinos:<br />

–No, no –se resistía la gente–. Él es bueno. No nos hará nada.<br />

Desde siempre, los lugareños comen y beben con don Popo. Le ofrecen tortillas, tequila y<br />

música, y le piden lluvia para los frijoles y el maíz y ayuda contra el granizo y los malos vientos <strong>del</strong><br />

aire y de la vida. Él les contesta por boca de los tiemperos, los maestros <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong>, que lo<br />

escuchan mientras sueñan y después cuentan lo que dice.<br />

Ésa es la costumbre. Pero esta vez, el Popo no avisó. Ningún tiempero supo que el volcán<br />

estaba atragantado y harto de hablar por boca ajena.<br />

Y el volcán dijo lo suyo. No mató a nadie.<br />

La noche de la explosión, hubo tres bodas, como si tal cosa, en uno de los pueblos de la<br />

falda; y el rojerío <strong>del</strong> cielo iluminó las ceremonias.<br />

Señor que calla<br />

En la época colonial, el Cerro Rico de Potosí produjo mucha plata y muchas viudas.<br />

Durante más de dos siglos, Europa celebró, en estas heladas alturas de América, una<br />

ceremonia occidental y cristiana: día tras día, noche tras noche, daba de comer carne humana a<br />

la montaña, a cambio de la plata que le arrancaba.<br />

De cada diez indios que entraban a la boca de los socavones, siete no salían. El exterminio<br />

ocurrió en Bolivia, que todavía no se llamaba así, para que en Europa fuera posible el desarrollo<br />

<strong>del</strong> capitalismo, que tampoco se llamaba así todavía.<br />

En nuestros días, el Cerro Rico es una montaña hueca. Toda su plata se ha marchado lejos,<br />

sin decir adiós.<br />

En lengua indígena, Potosí, Potojsi, significa: truena, hace explosión, porque dice la<br />

tradición que en <strong>tiempo</strong>s lejanos el cerro tronaba cuando lo lastimaban. Ahora, vaciado, calla.<br />

Primeras letras<br />

De los topos, aprendimos a hacer túneles.<br />

De los castores, aprendimos a hacer diques. De los pájaros, aprendimos a hacer casas.<br />

De las arañas, aprendimos a tejer.<br />

Del tronco que rodaba cuesta abajo, aprendimos la rueda.<br />

Del tronco que flotaba a la deriva, aprendimos la nave.<br />

Del viento, aprendimos la vela.<br />

¿Quién nos habrá enseñado las malas mañas?<br />

¿De quién aprendimos a atormentar al prójimo y a humillar al mundo?<br />

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