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Eduardo Galeano Bocas <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong><br />
Entierro de lujo<br />
Jorge Aguilar, piloto de avión, ocupa un panteón de tres pisos, siempre encendido. Los<br />
vidrios polarizados lucen una decoración de alas de águila, que rinde homenaje al oficio y al<br />
nombre de este mártir de la libertad de comercio.<br />
Tampoco conoce la oscuridad el mausoleo <strong>del</strong> Lobito Retamoza, un partenón de seis<br />
columnas. iluminado por energía solar.<br />
El doctor Antonio Fonseca, acribillado en las calles de Guadalajara junto con su esposa y<br />
toda su escolta, yace en una enorme cripta fosforescente, rodeado por grandes fotos de sus seres<br />
queridos y un retrato, a todo color, de Jesucristo en actitud pensativa.<br />
Está lleno de luz, y de ángeles de mármol y de juguetes de plástico, el sepulcro de los hijitos<br />
<strong>del</strong> Güero Palma, que fueron arrojados al vacío, desde gran altura, en injusto acto de venganza.<br />
Los narcotraficantes y sus familiares habitan un barrio de lujo, los Jardines <strong>del</strong> Humaya, en<br />
el cementerio de Culiacán. Todos sus monumentos funerarios tienen teléfono, por si resucitan.<br />
Los cumpleaños de los finados se celebran a lo largo de varios días con sus noches, y las<br />
bandas de música tocan sin parar, acompañando la bebedera. Son fiestas pacíficas. Solamente<br />
una vez sonaron balazos, pero fue porque uno de los músicos, alegando cansancio, se negó a<br />
seguir.<br />
–Desde entonces, no hay filarmónico que se raje –explica Ernesto Beltrán, cuidador y<br />
sepulturero, mientras recoge botellas vacías.<br />
La disciplina<br />
El jurista y filósofo británico Jeremy Bentham había inventado una aritmética moral que le<br />
permitía medir el Bien y el Mal.<br />
Contra el Mal creó, en 1787, la cárcel perfecta. La llamó Panóptico. Era un gran cilindro de<br />
celdas, dispuestas en anillo alrededor de una torre central. Desde la torre, el ojo <strong>del</strong> vigilante<br />
vigilaba, y los vigilados no podían ver el ojo que los veía. El proyecto de cárcel podía servir<br />
también como manicomio, fábrica, cuartel o escuela.<br />
En muchos países <strong>del</strong> mundo se puso en práctica, en los años siguientes, esta arquitectura<br />
<strong>del</strong> poder, que Bentham había diseñado "para castigar a los incorregibles, controlar a los locos,<br />
corregir a los viciosos, aislar a los sospechosos y hacer trabajar a los ociosos".<br />
Cuando murió, se cumplió su última voluntad. Bentham fue disecado, como él quería:<br />
sentado en su silla de siempre, vestido de negro, con el puño en el bastón. Y así este domador <strong>del</strong><br />
caos <strong>del</strong> mundo pudo seguir vigilando, durante muchos años, las reuniones de la junta directiva<br />
<strong>del</strong> University College de Londres. Presente pero no votante, según constaba en las actas de las<br />
sesiones.<br />
El Mal<br />
En Colombia, los peones lo llaman don Sata. Él les regala machetes que cortan la caña<br />
solitos, sin que la mano trabaje. Y se va de parranda con ellos, que la pasan en grande y no<br />
sienten olor a azufre ni miedo a la quemazón.<br />
En Bolivia, los mineros lo llaman el Tío. A cambio de cigarros y aguardiente, él los conduce<br />
por las tripas de las montañas y les ofrece las mejores vetas.<br />
En Argentina, las tierras <strong>del</strong> norte son suyas mientras dura el carnaval. El miércoles de<br />
cenizas, los endiablados se desendiablan, entierran al dueño de la fiesta, el que nunca bebe agua,<br />
y llorando lo despiden hasta el año que viene.<br />
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