04.05.2013 Views

eduardo-galeano-bocas-del-tiempo

eduardo-galeano-bocas-del-tiempo

eduardo-galeano-bocas-del-tiempo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Eduardo Galeano Bocas <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong><br />

Entonces, en el momento culminante de la ceremonia, el presidente regaló un juguete a<br />

cada uno de los alumnos. La televisión trasmitió todo en directo.<br />

Cuando las cámaras terminaron su trabajo, el presidente regresó al cielo. Y las autoridades<br />

de la escuela procedieron a recuperar los juguetes repartidos. No fue fácil arrancarlos de manos<br />

de los niños.<br />

El teatro<br />

Aristófanes anduvo charlando con las comunidades de Chiapas y Antón Chejov viajó, con<br />

sus personajes, al desierto de San Luis Potosí.<br />

Ellos nunca habían estado en esos parajes.<br />

Fueron los actores de El Galpón quienes los llevaron a recorrer tierras mexicanas, de punta<br />

a punta.<br />

Todo el elenco <strong>del</strong> teatro El Galpón estaba exiliado en México. Eran los años de mugre y<br />

miedo de la dictadura militar en el Uruguay, y en Montevideo había quedado solamente la sala.<br />

Estaba la sala, que había sido hecha a pulso, sin una moneda de ayuda oficial; pero El<br />

Galpón no estaba, y el público tampoco. La dictadura ofrecía espectáculos ante las butacas<br />

vacías. Sombra sin cuerpo, cuerpo sin alma: nadie iba.<br />

La platea<br />

Gonzalo Muñoz, cuya imagen de color sepia integra mi álbum de familia, había nacido para<br />

vivir de noche y dormir de día.<br />

Él pasaba las noches en blanco, velando fantasmas, pero durante el día siempre había<br />

mucho para hacer, de modo que no tenía más remedio que dormir de a pedacitos. Caía dormido<br />

en cualquier momento y al despertar se confundía de hora, y a veces hasta se confundía de<br />

especie. En algunas ocasiones, don Gonzalo, que tenía costumbres de búho, cacareaba como<br />

gallo y en plena tarde saludaba el amanecer desde la azotea. Esos errores suyos no caían nada<br />

bien en el vecindario.<br />

Una noche, acudió al estreno de un drama en el teatro Solís de Montevideo. Era función de<br />

gala, elenco europeo. En el segundo acto, se durmió. Se durmió justo cuando el personaje<br />

principal, un marido de mal carácter, se estaba agazapando, pistola en mano, detrás de un<br />

biombo. Poco después, cuando la esposa infiel entró en escena, el marido saltó de su escondite y<br />

disparó. Los balazos voltearon a la pecadora y despertaron a don Gonzalo, que se alzó en medio<br />

de la platea y exclamó, abriendo los brazos:<br />

–¡Calma, señores, calma! ¡No se asusten, no corran! ¡Que nadie se mueva!<br />

Su mujer, sentada al lado, desapareció para siempre en las profundidades de la butaca.<br />

El actor<br />

Horacio Tubio había hecho casa en el valle de El Bolsón. La casa no tenía luz eléctrica. Él<br />

había venido desde California, cargando sus modernos chirimbolos: pero la computadora, el fax,<br />

el televisor y el lavarropas se negaban a funcionar con luz de velas.<br />

67

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!