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Eduardo Galeano Bocas <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong><br />

La memoria robada<br />

En 1921, los peones de la Patagonia se alzaron en huelga. Entonces los estancieros<br />

llamaron al embajador británico qué llamó al presidente argentino que llamó al ejército.<br />

A tiros de máuser, el ejército acabó con la huelga y con los huelguistas también. Los peones<br />

fueron arrojados a las fosas comunes abiertas en las estancias; y para la zafra siguiente no<br />

quedaba vivo nadie que supiera esquilar las ovejas.<br />

El capitán Pedro Viñas Ibarra comandó las operaciones en una de las estancias. Medio siglo<br />

después, cuando ya el capitán era coronel jubilado, Osvaldo Bayer habló con él. Escuchó la<br />

historia oficial:<br />

Ah, sí –evocó el militar–. La estancia Anita. Aquel combate.<br />

Bayer quería saber por qué aquel combate había dejado seiscientos obreros muertos y<br />

ningún soldado muerto, ni herido, ni lastimado.<br />

Y el brazo armado <strong>del</strong> orden, amablemente, explicó:<br />

–El viento. Nosotros nos poníamos <strong>del</strong> lado <strong>del</strong> viento. Por eso las balas nuestras no se<br />

desviaban. Las balas de ellos, a contraviento, se perdían.<br />

La memoria comprada<br />

En 1839, el embajador norteamericano en Honduras, John Lloyd Stephens, compró la<br />

ciudad maya de Copán, con dioses y todo, por cincuenta dólares.<br />

En 1892, en las cercanías de Nueva York, un jefe indígena iroqués vendió las cuatro fajas<br />

sagradas que su comunidad guardaba desde siempre. Como las ruinas alzadas en la maleza de<br />

Copán, esas fajas de conchillas contaban la historia colectiva. El general Henry B. Carrington las<br />

compró por setenta y cinco dólares.<br />

Para blanquear la República Dominicana, el general Rafael Leánidas Trujillo asesinó a<br />

dieciocho mil negros en 1937. Eran todos haitianos, como su abuela materna. Trujillo pagó al<br />

gobierno de Haití una indemnización de veintinueve dólares por muerto.<br />

En el año 2001, al cabo de varios procesos por sus crímenes, el general chileno Augusto<br />

Pinochet terminó pagando una multa de 3.500 dólares. Un dólar por muerto.<br />

La memoria quemada<br />

En 1499, en Granada, el arzobispo Cisneros echó a las llamas los libros que contaban ocho<br />

siglos de cultura islámica en España, mientras trece siglos de cultura judía ardían en las hogueras<br />

de la Inquisición.<br />

En 1562, en Yucatán, fray Diego de Landa mandó a la hoguera ocho siglos de literatura<br />

maya.<br />

Otros incendios hubo antes en el mundo, memorias arrojadas al fuego, y muchos hubo<br />

después.<br />

En el año 2003, cuando las tropas invasoras concluyeron la conquista de Irak, los<br />

vencedores rodearon con tanques y soldados los pozos de petróleo, las reservas de petróleo y el<br />

Ministerio <strong>del</strong> Petróleo. En cambio, los soldados silbaron y miraron para otro lado cuando fueron<br />

vaciados todos los museos y fueron robados los libros de barro cocido que contaban las primeras<br />

leyendas, las primeras historias y las primeras leyes escritas en el mundo.<br />

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