La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
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alma por los andurriales, ser el único testigo podría acarrearle consecuencias. Dio tiempo a que el<br />
coche se alejase, antes <strong>de</strong> recuperar la posición habitual, <strong>de</strong>scubriendo los tebeos sobre la acera.<br />
Tras asegurarse <strong>de</strong> que nadie le veía, salió <strong>de</strong>l kiosco para recogerlos. Reintegrados a los montones<br />
respectivos, cuadró caja. Retirado el importe <strong>de</strong> la compra <strong>de</strong> Freddie, se metió las monedas en el<br />
bolsillo. Obligado a vivir en la calle, sabía que no ver ni oír, para callar sinceramente, preservaba el<br />
pellejo. Los padres <strong>de</strong> Freddie nunca le harían daño, aunque supiese lo que pasó. Pero los otros le<br />
<strong>de</strong>strozarían, si se les torciesen las cosas, porque se había ido <strong>de</strong> la lengua. Como los <strong>de</strong>l taxi, sabía<br />
que guardar los secretos <strong>de</strong> la calle, era la ley que permitía seguir viviendo, a los que estaban en<br />
ella.<br />
El tipo le ofreció un caramelo. Freddie lo rechazó, informado <strong>de</strong> que aceptar golosinas <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>sconocidos, podía ser peligroso. Se dijo que ya <strong>de</strong>bían haberle encontrado. Y empezó a lagrimear.<br />
El <strong>de</strong>l volante fijó la mirada en el retrovisor.<br />
- ¡Hazle callar!<br />
El <strong>de</strong> la navaja le raspó el pellejo.<br />
- ¿Has oído?<br />
Freddie protestó entre hipidos.<br />
- ¡Me hace daño!<br />
El <strong>de</strong>l volante insistió:<br />
- ¡Tápale la boca!<br />
<strong>La</strong> or<strong>de</strong>n fue rechazada, por absurda.<br />
- ¡Estás loco! ¡Con lo sensibleras que son las marías! Me ven meterle un meco al chaval, te cruzan<br />
un coche. ¡Y a ver que contamos! Porque los <strong>de</strong>dos se les hacen huéspe<strong>de</strong>s.<br />
El <strong>de</strong>l volante se inquietó.<br />
- Me coge un disco con ese berreando y lo mismo. Así que tú verás.<br />
El <strong>de</strong> la navaja pellizcó a Freddie, retorciéndole la piel, a la moda <strong>de</strong> las monjas.<br />
- Si no <strong>de</strong>jas <strong>de</strong> llorar...<br />
Lo consiguió a duras penas. El disco tornaba al rojo. Estaban en el carril central. Un chico <strong>de</strong>spierto<br />
hubiese aprovechado para agitarse y aporrear los cristales, haciendo compren<strong>de</strong>r a los vecinos que<br />
el flamante Merce<strong>de</strong>s, contenía un viajero involuntario. Pero el miedo a pa<strong>de</strong>cer dolor en lo<br />
inmediato, superó al que le inspiraba un futuro, por el momento incierto. Tanto en casa como en la<br />
escuela, le dijeron que la víctima un secuestro <strong>de</strong>be procurar conservarse, aguardando a que la<br />
policía hiciese su trabajo. Producto típico <strong>de</strong> una sociedad, mo<strong>de</strong>lada por mediocres, confiaba en la<br />
eficacia <strong>de</strong> unos po<strong>de</strong>res públicos, que aconsejaban renunciar a la propia iniciativa, para<br />
abandonarse al amparo <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, por ser más controlables y gobernables individuos entregados e<br />
inoperantes, que racionales dotados <strong>de</strong> voluntad, capacitados para responsabilizarse <strong>de</strong> sí mismos.<br />
De no haber sido educado en una confianza ciega en el estado, es probable que se hubiese salvado,<br />
pues sus acompañantes, visiblemente faltos <strong>de</strong> frialdad profesional, albergaban la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong><br />
abandonar abandonado el cochazo en plena calle, al menor gesto <strong>de</strong>l chico, susceptible <strong>de</strong> llamar la<br />
atención a terceros, no estando dispuestos a per<strong>de</strong>r la libertad. Pero Freddie perdió la ocasión <strong>de</strong><br />
ampararse en la ciudadanía, para recuperarla, por pura pusilanimidad. En la seguridad <strong>de</strong>l hogar se<br />
manifestaba caprichoso, obstinado y voluntarioso, pero en la inseguridad se revelaba cobar<strong>de</strong>,<br />
obediente y adulador, porque aprendió <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cuna, a pensar <strong>de</strong> rodillas. Convencido <strong>de</strong> que<br />
obediencia y bondad, tocarían el corazón <strong>de</strong> sus raptores, malversó medias docena <strong>de</strong> semáforos,<br />
que hubiesen sido salvadores para un rebel<strong>de</strong>. Ya en carretera, pareja <strong>de</strong> la Guardia Civil le ofrecería<br />
una última oportunidad. <strong>La</strong> porra y los manguitos brillaron en la noche. El chofer <strong>de</strong>jó escapar la<br />
huella <strong>de</strong>l seminario: