La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
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- Bueno... Nuca lo he visto. Pero pue<strong>de</strong> que tu padre se equivoque. De todas formar, rezar ayuda a<br />
pasar el tiempo y no per<strong>de</strong>mos nada.<br />
Le estaba enseñando el padrenuestro, cuando las puertas se abrieron otra vez. Una voz <strong>de</strong> mujer<br />
insultaba<br />
- ¡Más gente!. ¿Por que no los meterán con nosotros?.<br />
Maribel se encogió <strong>de</strong> hombros.<br />
- Tendrán miedo a que estando juntos pensemos más.<br />
- Tu estuviste con tres y no pensasteis nada.<br />
- Estaban muy idas. Lo <strong>de</strong> la silla lo hicieron al principio.<br />
- Que tampoco sirve... Si hubiesen vuelto...<br />
- Pero no volvieron... ¡Con esperar!. ¡Ya nos enteraremos!.<br />
Callaron con el gesto solemne <strong>de</strong>l con<strong>de</strong>nado, en víspera <strong>de</strong> ejecución.<br />
<strong>La</strong>s señoras que le recogieron en la cocina <strong>de</strong> Petra, entraron pisando los talones a la criada. Fredi<br />
intuyó que habiendo terminado su educación, le llevaría a la escuela. Se propuso llamar a sus<br />
padres, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer teléfono que se le pusiese a tiro. Y <strong>de</strong>scubrió que había olvidado el numero.<br />
Des<strong>de</strong> hacía algún tiempo mezclaba los hechos, <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nando la cronología. Y confundía sus<br />
ensoñaciones con la realidad.<br />
A los ojos <strong>de</strong> Lola asomaban lágrimas, disimuladas tras una sonrisa, fija y forzada.<br />
- ¡Bien!. ¡Se acerca la fiesta!. ¿Tenéis hambre?.<br />
Fredi asintió. Maribel apretó los labios, haciendo bailar su cabellera, en gesto hosco <strong>de</strong> negación.<br />
- De ustés no quiero ná. ¡So putas!<br />
Así supo Fredi que fueron las elegantes damas, quienes la raptaron. <strong>La</strong> esperanza <strong>de</strong> asomar a la<br />
calle, se <strong>de</strong>svaneció. Dejándose llevar por su naturaleza oculta, Angustias era la imagen <strong>de</strong> crueldad<br />
y lascivia.<br />
- ¿Qué te parece si nos divertimos un rato?.<br />
- ¡Déjate <strong>de</strong> tonterías!. ¿Es que no tienes bastante?.<br />
Angustias se impacientó.<br />
- ¡Hija!. ¡Contigo todo son escrúpulos!. ¡Pareces una ursulina!<br />
- Sabes que lo hago por obediencia. ¡No por gusto!<br />
Los niños, experimentados por el cautiverio, se propusieron aprovechar la <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> su<br />
guardiana.<br />
Capítulo 15º<br />
<strong>La</strong> asiduidad <strong>de</strong>l comisario, mosqueó al quiosquero. Hacía unos días que compraba el periódico a<br />
diario, pegando la hebra, aunque no le diese la oportunidad. Lo comentó en una reunión <strong>de</strong>l gremio<br />
y el Pancracio, que se olió lo que había, le contó suceso añejo, acaecido en Moralataz, que no salió<br />
en la prensa.<br />
- Hará dos años unos tipos se llevaron una chiquilla. Del mismo kiosco <strong>de</strong>l pobre Lucas. ¡Cómo me<br />
hubiese podido tocar a mí!. Traían un Merce<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los que te caes. Se quedó con las caras, cogió la<br />
matricula y corrió hasta la comisaría, que la tenía junto. Entró gritando que se estaban llevando a<br />
una cría. Que podían cojerlos paráos en el semáforo. ¿Te crees que se movieron?. ¡Pues no!. Le<br />
mandaron esperar su turno, pá coger la <strong>de</strong>nuncia y como seguía gritando, le amenazaron con