La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
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hinchas <strong>de</strong>l país!.<br />
María comentó su pasado. El sargento replicó, <strong>de</strong>sgranando el propio.<br />
- Confieso que lo vi venir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio. Fui escolta <strong>de</strong>l viejo y le vi muchas veces ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />
chavales, dándole al porro. - Pérez se levantó, para remedar al difunto - Se ponía así <strong>de</strong> chulo, un<br />
brazo en jarras y les guiñaba. "Al loro, ¡hay que estar al loro!", les <strong>de</strong>cía. ¡Vaya si se pusieron!. ¡Al<br />
loro, el caballo y la coca!. El tipo, que solo quería rapiñar aplausos y votos, siguió animándoles a<br />
darle gusto al cuerpo. Y aprendieron choricear perras como fuese, para conseguirlo. El que llegó<br />
arriba pudo forrarse sin pagar las consecuencias. Pero los <strong>de</strong> abajo tuvieron que hacerlo a cara<br />
perro. Robaron, se metieron en chapuzas. ¡Y a entrar y salir!. Tienen lleno el hotel y los jueces los<br />
largan. Así que entre unos y otros, han hecho esta mierda.<br />
El cabo González asintió con tristeza.<br />
- Y nosotros, ¡a pringar! Si necesitan un tipo en el banquillo, para calmar a la opinión, lo<br />
encontramos, porque con jarabe <strong>de</strong> palo y promesas, ¡hasta yo cantaría lo que me mandan!. Y como<br />
nadie quiere informarnos, por si nos vamos <strong>de</strong> la lengua o <strong>de</strong> madre, ¡qué toó pué ser!, hay<br />
confesiones que ni concuerdan con las pruebas. Es <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>berían empapelarnos, por<br />
prevaricadores. Pero al no tener otra cosa que llevarse a la sentencia, los jueces argumentan lo que<br />
sea y con lo que sea, <strong>de</strong>clarando hecho probado lo imposible. El caso es que los <strong>de</strong>lincuentes sigan<br />
mandando y en la calle, mientras los inocentes se pudren en el trullo. ¡Les importa una higa!. Y el<br />
ma<strong>de</strong>ro que se meta a hurgar, lo tiene claro: ¡infarto y al hoyo!.<br />
Dos semanas más tar<strong>de</strong> preguntaron <strong>de</strong>l ministerio, si tenían fichados a los cabezas rapadas <strong>de</strong>l<br />
barrio. Ramos contestó que sí y le pidieron las fichas. <strong>La</strong>s mandaría sin quedarse con copia.<br />
Capítulo 5º<br />
Cuando una sociedad se <strong>de</strong>scompone, los débiles pier<strong>de</strong>n la capacidad <strong>de</strong> réplica. Y se <strong>de</strong>jan hundir<br />
en la <strong>de</strong>sesperanza y la indigencia, sabiendo que la ley y la justicia son instrumento, al servicio <strong>de</strong>l<br />
fuerte. Dios se manifiesta por la ausencia <strong>de</strong>l bien, que permite el imperio <strong>de</strong>l mal. Perseguidos en<br />
la impotencia, los que conservan principios éticos y capacidad <strong>de</strong> criterio, son Con<strong>de</strong>nados a<br />
contemplar el avance <strong>de</strong> la miseria cultural y económica, asistiendo inermes a la auto<strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l<br />
conjunto, víctima <strong>de</strong> la vanidad y estupi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> espíritus burdos, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> al po<strong>de</strong>r omnímodo <strong>de</strong> la<br />
opulencia, engullen a las clases medias, imponiendo la crueldad se su ineptitud, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />
prepotencia irracional. Romos, carentes <strong>de</strong> recursos intelectuales, apasionados <strong>de</strong> la superioridad <strong>de</strong><br />
la fuerza, arrasan y <strong>de</strong>struyen al hombre y su obra, entendiendo la realización <strong>de</strong> sus capricho, como<br />
manifestación <strong>de</strong> omnipotencia celestial.<br />
Descubierto el placer <strong>de</strong> repartir fortuna y pobreza, premiando la <strong>de</strong>voción <strong>de</strong>l cliente y castigando<br />
la <strong>de</strong>fección, aquellos apasionado <strong>de</strong> todos los juegos, <strong>de</strong>scubrieron el placer <strong>de</strong> la apuesta<br />
irreversible. El dinero abandonó el tapete, ocupando su lugar la vida. <strong>La</strong> i<strong>de</strong>a surgió cierta<br />
madrugada, en cacúmen cargado <strong>de</strong> coca y dinero:<br />
- ¿Qué cara pondrían esos idiotas, si viesen venir por la autopista, un coche en contra dirección?.<br />
- Ninguna, porque se irían al diablo.<br />
- O no.<br />
Surgió la apuesta, y las carreras suicidas por la autopista, se pusieron <strong>de</strong> moda. A cambio <strong>de</strong> unos<br />
cuantos billetes, muchachos sin más capital que la vida, la ofrecían al mecenas, que ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />
aficionados se apostaba en el puente a<strong>de</strong>cuado, para disfrutar <strong>de</strong> acci<strong>de</strong>nte a la carta.<br />
Generosamente subvencionado el matador, gratuitas las víctimas, que circulaban creyéndose en<br />
seguridad, los hubo muertos pero también <strong>de</strong>tenidos, sin que hubiese policía que arremetiese contra<br />
el promotor <strong>de</strong>l espectáculo, teniéndolo a la mano. Visto que no era molestado, ciertos empresarios<br />
prestaron atención a una <strong>de</strong>manda, dispuesta a consumir el acto irrepetible. Integrada por individuos