La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
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encerrarle por <strong>de</strong>sacato. Cuando le llegó el turno, la cría <strong>de</strong>bía estar en las chimbambas. Y encima<br />
no pudo <strong>de</strong>nunciar, porque no era familiar ni sabía como se llamaba. Perdió el resto <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> en<br />
averiguarlo y buscar la casa <strong>de</strong> los padres. Denunciaron <strong>de</strong> noche y no empezaron a buscar hasta el<br />
día siguiente. A la chica no la encontraron, pero al Lucas sí. Le metieron seis navajazos en el mismo<br />
kiosco, cortándole los huevos y la picha. Los pusieron encima <strong>de</strong> una pila <strong>de</strong> revistas porno. Y<br />
escribieron "por chivato". ¡Más buen amigo que era!. Un tipo que no tenía ná suyo. Si a mí me pasa,<br />
no se lo que haría. Pero ir a los guardias, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego que no. En esto hay gente muy gorda metía. Y<br />
como toó el mundo obe<strong>de</strong>cen al que paga. ¡Aunque los que pagamos <strong>de</strong> verdad somos nosotros!.<br />
<strong>La</strong> información reafirmó al quiosquero, en la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> no soltar prenda. Pero Fredi no se le iba<br />
<strong>de</strong>l alma. Agriado el carácter, la mujer y los hijos empezaban a no aguantarle. Y cada vez que<br />
aparecía el comisario, era como si le revolviesen un cuchillo en el hígado. Un día el policía le miró<br />
al fondo <strong>de</strong> los ojos.<br />
- Des<strong>de</strong> tu kiosco se ve el portal <strong>de</strong> Fredi. ¿Cómo es que no viste nada?<br />
- Estaría distraído<br />
- ¿Con un cliente?<br />
- A esa hora no había nadie...<br />
- Por eso te pregunto. Si hablas, <strong>de</strong>jará <strong>de</strong> ser una fuga voluntaria. Se convertirá en rapto, que es un<br />
<strong>de</strong>lito. Y nos <strong>de</strong>jarán movernos. Si aún esta vivo, quizá podamos salvarle.<br />
Tener en la conciencia la muerte <strong>de</strong> un crío, al que vio nacer, era <strong>de</strong>masiado. El quiosquero se<br />
<strong>de</strong>rrumbó.<br />
- Se lo dije a Núñez, que es amigo, pero me dijo que usted no le echaba cuenta. El que los ojeaba es<br />
un escritor. Lo he visto en la prensa y se llama Ernesto Mínguez. Se tiró un par <strong>de</strong> meses rondando<br />
por aquí. Siempre andaba <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los críos y le pille haciendo fotos. ¿Pá que voy a seguir<br />
mintiendo, si ni duermo?. Aquel jueves el chaval compró sus tebeos. Ese Mínguez andaba<br />
rondando. Ni le habló, pero le pillé haciendo una seña a los dos tipos, que esperaban en el Merce<strong>de</strong>s<br />
azul. Llevaba una hora aparcado ahí mismo. En doble fila. Uno se bajó. Al pasar Fredi le cogió en<br />
volandas y le tiró en el coche. Debía tener práctica, porque se perdieron en un segundo. Sé que <strong>de</strong>bí<br />
<strong>de</strong>cirlo. ¡Pero esta uno tan sin abrigo!.<br />
El comisario sintió ganas <strong>de</strong> acogotarle, pero disimuló.<br />
- ¿Dirás esto en comisaría y lo firmarás?. Te espero, porque la vida <strong>de</strong> Fredi <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> ti.<br />
- Cierro y voy.<br />
Echaba la persiana, cuando se presentó el <strong>de</strong>l bigote. Le sacó la navaja. El quiosquero se fue a su<br />
casa. Jiménez lo fue a buscar al día siguiente, con una or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> <strong>de</strong>tención. Lo tuvieron todo el día<br />
en comisaría, pero no hubo nada que hacer. <strong>La</strong> amnesia se reveló total e irreversible.<br />
Ignacio no añoraba la censura <strong>de</strong>l lápiz rojo. Prefería la mucho más discreta y eficaz <strong>de</strong> la<br />
<strong>de</strong>mocracia. Dinero, ventajas fiscales, acceso a los medios y a los canales <strong>de</strong> distribución, cerraban<br />
el paso a la inconveniencia, con mayor eficacia que prohibiciones, multas y amenazas. De no estar<br />
en manos <strong>de</strong> la mediocridad el po<strong>de</strong>r económico, que controlaba la obra <strong>de</strong>l intelecto y su difusión,<br />
el imperio <strong>de</strong> aquel infantilismo prócaz, no hubiese podido imponerse. Gracias a la estupi<strong>de</strong>z <strong>de</strong><br />
editores y otros promotores, agentes <strong>de</strong> los servicios <strong>de</strong> inteligencia, <strong>de</strong>bidamente camuflados o<br />
amigo personales <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, proporcionaron materia prima suficiente, para inundar el mercado <strong>de</strong><br />
memeces, más o menos obscenas, alejando <strong>de</strong> los cauces y los micros al individuo y la obra,<br />
susceptible <strong>de</strong> dar al traste con la cuidada lobotomía colectiva, <strong>de</strong>stinada a erradicar el pensamiento.<br />
Cortos <strong>de</strong> inteligencia pero astutos e intuitivos, los guías intelectuales <strong>de</strong> <strong>de</strong>signación digital, fueron<br />
los primeros en cerrar los accesos <strong>de</strong> la profesión, a cuantos enunciaban lo que no podían alcanzar,<br />
por cortos <strong>de</strong> luces. Privada la sociedad <strong>de</strong> incentivos intelectuales y por largo tiempo, se<br />
preparaban sus rectores a proclamar la victoria final, suponiendo al conjunto suma <strong>de</strong> cacúmenes,