La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
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Braulio, consi<strong>de</strong>ró inconveniente llevarle la contraria.<br />
- Yo... si el señor lo consiente, ¡no tengo nada que objetar!.<br />
El rector ofreció a Pétula la sonrisa <strong>de</strong> su triunfo.<br />
- Nunca me hubiese atrevido a introducir una mosca, sin consulta previa. El Gran Maestre lo sabe.<br />
Y no le <strong>de</strong>sagrada. Aspira a que la or<strong>de</strong>n crezca y fructifique. ¡Ya conocéis el credo!. Es <strong>de</strong>lito lo<br />
que practican pocos, falta lo que usan muchos y signo <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> una civilización, lo que se<br />
generaliza. El día en que la ceremonia se celebre en todas partes y a todos los niveles <strong>de</strong> la<br />
sociedad, seremos venerables en lugar <strong>de</strong> criticables. Porque las costumbres mayoritarias se<br />
imponen. <strong>La</strong> prueba nos la da la historia. Lo que en otro tiempo o lugar se con<strong>de</strong>no, tras ser<br />
<strong>de</strong>sculpabilizado. ¡Y hasta loado!.<br />
Sin darse cuenta, Gerardo llevó la cuestión a sus últimas consecuencias.<br />
- No correríamos peligro, pero no se vería un niño en la calle.<br />
El rector le contempló, irónico que no alarmado.<br />
- ¿Pero <strong>de</strong> que riesgo hablas?. <strong>La</strong> ley somos nosotros. <strong>La</strong> reformamos a nuestra conveniencias y se<br />
aplica en cada caso, como nos da la gana. Dejar en menu<strong>de</strong>ncia los <strong>de</strong>litos o <strong>de</strong>cretar que el mismo<br />
acto o comportamiento, sea castigado en unos y premiado en otros, ¡se hace a diario!. Es cierto que<br />
si no tuviésemos los medios <strong>de</strong> información en la mano, podríamos tener complicaciones. Pero son<br />
tan nuestros, como nuestra cartera. Dicho esto, garantizo que el chico merece estar con nosotros.<br />
Por sus bucles <strong>de</strong> oro, sus labios <strong>de</strong> rubí, su nariz <strong>de</strong> Apolo y su cuerpo <strong>de</strong> Narciso, ¡cómo diría un<br />
cursi!. En cuanto a la discreción... ¿quien podría ser indiscreto, en la madrugada <strong>de</strong>l domingo?.<br />
Añado que la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> recibirlo, proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> Braulio!.<br />
Pétula pulsó el timbre.<br />
- <strong>La</strong>ndrú, hay un señor en el coche <strong>de</strong> señor rector. Hágalo pasar.<br />
Ernesto sintió el aguijón <strong>de</strong> los celos. Aquel chico era su versión en rubio. Más joven y puro, con<br />
gracia angelical <strong>de</strong> adolescente y mirada <strong>de</strong>smayada, temió ser <strong>de</strong>sbancado. Pétula manifestó su<br />
admiración<br />
- Te felicito. ¡Realmente magnifico!.<br />
- Y con magnifica carrera. Se ha convertido en mi secretario general, saltando por encima <strong>de</strong> tres<br />
generaciones <strong>de</strong> catedráticos.<br />
Plantado en el centro <strong>de</strong> la estancia, el chico se <strong>de</strong>jaba admirar con <strong>de</strong>senvoltura. El criado<br />
interrumpió el placer. Enmarcado por el dintel, anunció solemne.<br />
- ¡El Gran Maestre!.<br />
El grupo corrió hacia la puerta, entre empujones. Petula sintió que el Car<strong>de</strong>nal la <strong>de</strong>tenía, pisando el<br />
bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> su túnica. Y el car<strong>de</strong>nal que el rector le aprisionaba firmemente la capa, impidiéndole<br />
avanzar. Según costumbre, los fuertes aplicaban la fuerza, para trepar sobre el débil.<br />
Braulio, señor <strong>de</strong>l mundo, por <strong>de</strong>legación <strong>de</strong>l dios <strong>de</strong> las tinieblas, surgió en compañía <strong>de</strong> su esposa.<br />
<strong>La</strong> Gran Sacerdotisa <strong>de</strong> Honor portaba gola <strong>de</strong>spampanante, a la moda <strong>de</strong> los Austria. Se lo dijeron<br />
y sonrió con timi<strong>de</strong>z. El fasto que la ro<strong>de</strong>aba, no mitigaba sus complejos. Tieso e inexpresivo, el<br />
here<strong>de</strong>ro se mantenía en un segundo plano, nada discreto. Los fieles se tiraron al suelo,<br />
disputándose los pies <strong>de</strong>l trío, resignándose los <strong>de</strong>safortunados, a <strong>de</strong>positar su ósculo en la orla <strong>de</strong>l<br />
manto. Rosita presentó la ban<strong>de</strong>ja, rodilla en tierra. Se soñaba transportada a la corte <strong>de</strong> Felipe V.<br />
Los señores esnifaron con solemnidad, por ser solemne cuanto hacían.<br />
- ¡Tengo el placer presentaros a mi hijo!. - trono la voz <strong>de</strong> Braulio, que lo presentaba cada vez,<br />
como si fuese la primera.