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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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aunque no nos convenga. Precisamente porque vuestra clase tiene este miedo, cuando echáis un rey,<br />

porque queréis mandar <strong>de</strong> verdad, a los cuatro vais en busca <strong>de</strong> otro. Y le tratáis como si fuese Dios,<br />

porque sin pararrayos no vais a ninguna parte.<br />

<strong>La</strong> primera purga pasó <strong>de</strong>sapercibida. El retiro <strong>de</strong> los más lanzados, arrancó un suspiro <strong>de</strong> alivio a<br />

sus compañeros, hartos <strong>de</strong> quedar mal, por no atreverse a emular los <strong>de</strong>slenguados. Tampoco alteró<br />

la segunda al cuerpo profesional. Marginados los maníacos <strong>de</strong>l análisis y la argumentación, los que<br />

quedaron se sintieron dueños <strong>de</strong> un público y mercado, que la competencia les impedía conquistar,<br />

felicitándose las jóvenes promesas, en especial las recomendadas, porque quedaron puestos libres,<br />

siendo muchos los que encontraron trabajo, fijo y remunerado. En cuanto a la tercera, lenta y<br />

permanente, enseñó a cuantos difundían i<strong>de</strong>as o información, que sí el publico compraba lo que<br />

molestaba al po<strong>de</strong>r, el po<strong>de</strong>r se apresuraba a retirarlo <strong>de</strong>l mercado. Monstruos <strong>de</strong> audiencia fueron<br />

expedidos a las tinieblas, <strong>de</strong> la noche a la mañana, tanto por la empresa pública, cómo por la<br />

privada, que daban por perdido el beneficio, gastando la intemerata en promocionar lo infumable.<br />

Asimilado el mensaje, comprobado que el aunque el publico lamentase la perdida, no podía<br />

<strong>de</strong>volverle su medio <strong>de</strong> vida, cuantos se vendían en el mercado <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a, <strong>de</strong>fendieron su puesto <strong>de</strong><br />

trabajo, acoplando el mensaje a las directrices <strong>de</strong> quien le permitía seguir comiendo, cuidando <strong>de</strong> no<br />

incurrir en <strong>de</strong>sliz, <strong>de</strong> los que procuran aplausos, con carta <strong>de</strong> <strong>de</strong>spido adjunta. Repartido el espacio<br />

entre políticos <strong>de</strong> los partidos, que formaban el sistema, <strong>de</strong>portes y famosos oficiales, se sucedían<br />

preguntas laudatorias, seguidas <strong>de</strong> respuestas, tan altisonantes como planas. Mentiras y<br />

contradicciones flagrantes, pasaban sin ser relevadas, porque el periodista reservaba su agresividad,<br />

para los que molestaban o escapaban al or<strong>de</strong>n establecido. Insultados en ausencia, eran acosados en<br />

presencia, adquiriendo las entrevistas, visos <strong>de</strong> interrogatorio policial. Reducido el horizonte<br />

intelectual a planicie infinita, <strong>de</strong>serto la clientela. Y se acordó atraerla abriendo los medios a un<br />

público, supuestamente indocumentado. Establecidos los <strong>de</strong>bidos filtros, lo pareció en los primeros<br />

tiempos, hasta que <strong>de</strong>scubierto el medio <strong>de</strong> burlarlos, la voz <strong>de</strong> los sin voz se coló por aquel<br />

resquicio, entrecortada pero dando don<strong>de</strong> más dolía, al dar don<strong>de</strong> más dolía, con un par <strong>de</strong> frases.<br />

Habiendo captado un par <strong>de</strong> inconveniencias, Javier reaccionó como quien se sienta en una<br />

chumbera.<br />

- Eso <strong>de</strong> las llamaditas se tiene que acabar. Si no queda más remedio que seguir, para animar la<br />

cosa, que llame gente nuestra ¡y en paz!.<br />

<strong>La</strong> i<strong>de</strong>a hubiese sido aprobada, <strong>de</strong> no inquietar a Ignacio la opinión que empezaba a formarse, al<br />

margen <strong>de</strong> micros y letra impresa.<br />

- Tenían tantas ganas <strong>de</strong> <strong>de</strong>mocracia, que se lo creyeron. Al que se metía con el sistema, le callaban.<br />

Y al que atacaba a la corona, ¡hasta le pegaban!. Pero un día empezaron a sospechar que les daban<br />

gato por liebre. ¡Y se volvieron como un calcetín!. Empezó a correr que <strong>de</strong> libertad nada <strong>de</strong> nada. Y<br />

como es la verdad, hubo que reforzar la censura, para que la gente no empezase a <strong>de</strong>nunciarla. Por<br />

ahora creen que en todas partes cuecen habas. Pero el día que les dé por enterarse, comparando lo<br />

que un francés o un inglés llama censura, con lo que hacemos aquí, ¡veremos que pasa!.<br />

Javier pali<strong>de</strong>ció ligeramente.<br />

- Lo que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego no po<strong>de</strong>mos permitir, es que les informen <strong>de</strong> lo que pasa <strong>de</strong> verdad. Sin miedo<br />

al palo, habría quien lo contase, ¡qué muchos lo saben!. Si corre a cara perro, lo que pasará aquí no<br />

tendrá importancia, comparado con lo que nos caerá en el extranjero.<br />

César manifestó su <strong>de</strong>sprecio con un gesto.<br />

- ¡Nada <strong>de</strong> nada!. Saben que la única alternativa a nuestra <strong>de</strong>mocracia, es la dictadura militar. O la<br />

monarquía absoluta. ¡A eso no se exponen!.<br />

Marco Tulio, que recordaba la teoría, temió los efectos <strong>de</strong> la práctica.<br />

- Lo peor es que cada vez votan menos. Por muchos malabarismos que hagamos, el régimen pier<strong>de</strong><br />

representatividad por tubo. Los que votan en blanco, rechazan lo que les ofrecemos. Pero los que no

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