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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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El criado le bajó a la cocina. Una mujer gruesa, <strong>de</strong> aspecto bonachón y tremendamente simple, le<br />

preparó cena refinada y pantagruélica.<br />

- Soy la cocinera. ¿Sabes? El señor es muy bueno. Recoge a los niños como tú. Y los lleva don<strong>de</strong><br />

saben cuidarlos. ¡Para que sean hombres <strong>de</strong> bien, el día <strong>de</strong> mañana!<br />

- Pero señora yo...<br />

<strong>La</strong> mujer se escuchaba pero no escuchaba. No quería oír lo que el chico pretendía <strong>de</strong>cirle. A la vida<br />

le pedía dinero, colocarlo sin equivocarse, para asegurarse una vejez fuera <strong>de</strong>l asilo, mover la<br />

lengua y cocinar. En otro tiempo le encandiló el amor, pero los años y los kilos le aconsejaron<br />

olvidarlo. Con interlocutor a su alcance, movió la lengua a placer.<br />

- Ahora te llevarán a una casa don<strong>de</strong> hay otros niños. Serán como tus hermanos. Viven con una<br />

señora muy buena, que se cuidará <strong>de</strong> ti y te educará. Cuando estés educado, irás al colegio, con los<br />

otros. Y luego, <strong>de</strong> vacaciones. Al monte o a la playa. Lo que más te guste.<br />

Se hizo la luz. Fredi comprendió que era víctima <strong>de</strong> absurda equivocación. En chofer sabía que<br />

tenía padres, pero <strong>de</strong>bió confundirlos con otros. Dispuesto a <strong>de</strong>shacer el enredo, se dispuso a tomar<br />

la palabra con <strong>de</strong>cisión, para explicar que sus padres no le maltrataban, limitándose a reñirle lo<br />

suscinto, para educarle como era <strong>de</strong>bido, contando con posibles sobrados para lograrlo. Seguro <strong>de</strong><br />

que bastaría una explicación, para que todo terminase, el chico buscó las palabras, sabiendo tarea<br />

difícil conseguir que mujer habladora escuchase.<br />

- Yo fui al kiosco y...<br />

- ¡Te cogieron sin que te dieses cuenta! Todos <strong>de</strong>cís lo mismo. Os molesta per<strong>de</strong>r la libertad. Pero<br />

luego te alegrarás. ¡Vaya si te alegrarás! Yo estuve en los hogares. He visto a los niños. ¡Una<br />

maravilla!. Son felices. Muy felices.<br />

<strong>La</strong> mujer continuó hablando <strong>de</strong>prisa, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> moverse entre fogones niquelados, cacerolas y<br />

frega<strong>de</strong>ras. Por nada <strong>de</strong>l mundo hubiese permitido al crío meter baza, inquietando una conciencia,<br />

que tranquilizaba a trompicones. Visto que no podía colocar una frase, Fredi se <strong>de</strong>jó ir. Instalado en<br />

el extremo <strong>de</strong> la mesa, engulló exquisiteces ignoradas, diciéndose que nada perdía disfrutando <strong>de</strong> lo<br />

bueno que le aportase aventura, abocada a final feliz, pues habría <strong>de</strong> ser reintegrado al hogar<br />

inevitablemente. Miró al reloj <strong>de</strong> la pared. Nunca le permitieron estar levantado a medianoche. Se<br />

durmió repasando las muchas cosas que tendría que contar, cuando le <strong>de</strong>volviesen.<br />

Angustias se presentó a la una <strong>de</strong> la mañana. Lola no esperaba su visita. <strong>La</strong>mento haber dicho a<br />

muchacha que a partir <strong>de</strong> las diez no estaba para nadie, salvo para la señora Con<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> Piedras<br />

Albas. Fue a la habitación <strong>de</strong> Álvaro, pues siguiendo la moda dormían separados, aunque no<br />

tuviesen la edad, que incita a racionar el sexo.<br />

- Levántate y <strong>de</strong>spáchala con cualquier disculpa. Pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>cir que estoy enferma...<br />

- ¡Ni lo sueñes!. Sabes cuál es nuestra obligación. ¡No nos vamos a jugar lo que tenemos, por tus<br />

caprichos! Así que a obe<strong>de</strong>cer. ¡<strong>La</strong> vida hay que tomarla como viene!<br />

Mientras hablaba, Álvaro se vestía. Quería recibir correctamente a la mujer <strong>de</strong> Ignacio, vigilando <strong>de</strong><br />

paso a la esposa, que dado su estado <strong>de</strong> ánimo, podía meter la pata, hundiendo sus negocios.<br />

Acostumbrado a utilizar la ley en su provecho sin respetarla, por no haber otra manera <strong>de</strong> hacer<br />

dinero, no estaba a dispuesto a que la estupi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Lola molestase en las alturas, excitando el celo<br />

<strong>de</strong> los inspectores <strong>de</strong> hacienda, los jueces y vaya usted a saber quien, por ser muchos los que<br />

estaban dispuestos a lanzarse sobre el caído, como si fuesen buitres. Irrumpió en su propio salón<br />

ligero y sonriente, como si fuese recibido, en lugar <strong>de</strong> recibir. Besada la mano <strong>de</strong> Angustias,<br />

pronunció frases a<strong>de</strong>cuadas.<br />

- ¡Estás como siempre! Es <strong>de</strong>cir, ¡más guapa que nunca! Este vestido te sienta <strong>de</strong> maravilla. De<br />

Coquelicot, ¿verdad?

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