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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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prensa, con ten<strong>de</strong>ncia a confundir ejercicio profesional y chantaje, espació los encuentros con su<br />

amante, haciendo temer al muchacho abandono prematuro, fatal para carrera en período <strong>de</strong><br />

consolidación. Plantón inesperado, tras ausencia <strong>de</strong> tres semanas, le trajo el Perla a la memoria. En<br />

la noche regresó al pub. De no ser por la patina <strong>de</strong> <strong>de</strong>sgarro y abandono, que acompaña a la<br />

<strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia, nada hubiese cambiado. El camarero no había envejecido, pero sí su chaqueta.<br />

- Resérveme una butaca. A media altura.<br />

- ¿Dice el señor? - inquirió el servidor, con voz blanca.<br />

- Quiero bajar al espectáculo.<br />

- ¿Espectáculo? - el rostro reflejó perplejidad. Ernesto se llevó el índice en la sien:<br />

- ¡Páng! ¡páng!<br />

El camarero no perdió la compostura.<br />

- Lo siento señor, pero no entiendo.<br />

Ernesto se armó <strong>de</strong> paciencia.<br />

- ¿Recuerda a D. Claudio?. Si me mira bien, me reconocerá. Escribo y quiero inspirarme. Estuve el<br />

día que se mató Pelao.<br />

El camarero lo entendía todo. Por eso puso cara <strong>de</strong> luna.<br />

- El señor <strong>de</strong>be confundirse. Aquí nunca hubo espectáculo.<br />

Ernesto señaló la pared <strong>de</strong>l fondo.<br />

- Se bajaba por una escalera <strong>de</strong> caracol. <strong>La</strong> puerta estaba ahí.<br />

- Ruego al señor que me acompañe. Comprobará que no hay ninguna puerta.<br />

Ernesto buscó la fisura, sin encontrarla. Golpeó la pared. No sonaba a hueco. Los clientes le<br />

miraban, como sí estuviese loco. Abandonó, temiendo que le reconociesen.<br />

Manuel Pra<strong>de</strong>ría se eclipsó, <strong>de</strong>jando corresponsalía en el Imperial, como regalo <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida. De<br />

plantilla en la redacción, el agraciado olfateó el ambiente, <strong>de</strong>scubriendo la conveniencia <strong>de</strong> cambiar<br />

los hábitos sexuales, para <strong>de</strong>dicarse a la directora, dueña <strong>de</strong> su <strong>de</strong>stino. Nombrada en el marco <strong>de</strong> la<br />

cuota <strong>de</strong> mujeres - ejecutivo, <strong>de</strong>clarada i<strong>de</strong>al en <strong>de</strong>mocracia, dirigía la empresa, sin más criterio que<br />

el dictado por sus impulsos. Obe<strong>de</strong>ciendo a movimientos <strong>de</strong> simpatía o antipatía, <strong>de</strong>claraba sin<br />

ruborizarse, que <strong>de</strong> no funcionar la química con el autor, no le publicaba un texto ni le daba trabajo.<br />

Aquel arquetipo <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad, que puso su yo por encima <strong>de</strong> la humanidad, se rindió<br />

fácilmente, entregándose a la vieja táctica <strong>de</strong> flores, miradas y suspiros. Conquistada la cama,<br />

Ernesto conquistó columna, diaria y bien situada. Enlazando adjetivos y tópicos, mereció a menudo<br />

el calificativo <strong>de</strong> sublime, por tener un arte especial para llenar su espacio, sin <strong>de</strong>cir absolutamente<br />

nada.<br />

Respetuoso <strong>de</strong>l margen <strong>de</strong> una libertad vigilada, cuidó <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir y callar según <strong>de</strong>bía. Instalado en<br />

confortable inmovilismo, pero enterado <strong>de</strong> que no avanzar, implica retroce<strong>de</strong>r, repasó el entorno, en<br />

busca <strong>de</strong> nuevos horizontes. <strong>La</strong> oportunidad se llamaba Pablito Blanes. Autor <strong>de</strong> biografía <strong>de</strong>l rey,<br />

ocuparía el primer lugar en las letras nacionales, cuando rematase la <strong>de</strong> la reina, que estaba<br />

escribiendo. Elaborada bajo la dirección <strong>de</strong> la biografiada, recogía anécdotas, dictadas a la<br />

grabadora, planificando el editor tirada a millones <strong>de</strong> ejemplares. Inundaría los confines<br />

alfabetizados <strong>de</strong>l país, el día y la hora en que se iniciase campaña <strong>de</strong> prensa, abrumadora y<br />

sugestiva. Inevitable el éxito, pues las mejores plumas tenían preparado incensario <strong>de</strong> lujo, Blanes<br />

se sabía abocado a ocupar, en edad temprana, la primera vacante que se produjese en la aca<strong>de</strong>mia.<br />

Enterado <strong>de</strong> que el personaje se encontraba en el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> la jefa, don<strong>de</strong> entraba sin llamar, pues<br />

era quien dirigía, en verdad, la línea <strong>de</strong> la revista, indicando lo que se <strong>de</strong>bía publicar o silenciar, así

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