La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
hora y quería llegar puntual. Guardias <strong>de</strong> seguridad, apostado a lo largo <strong>de</strong> la alambrada, indicaban<br />
que los intrusos no eran bien recibidos. El espectáculo se celebraba en un viejo pica<strong>de</strong>ro, dotado <strong>de</strong><br />
gradas. Los perros, expuestos en los boxes <strong>de</strong> la cuadra, eran examinados por los aficionados, que<br />
paseaban como antaño por el padock, bebida larga en la diestra y programa en la siniestra.<br />
Planificando las apuestas. Ernesto instruyó a sus invitados.<br />
- Este es un monstruo. ¡Pero cobar<strong>de</strong>!. Si agarra a la primera, <strong>de</strong> aquel chucho no queda ni el rabo.<br />
Pero como le <strong>de</strong>n una <strong>de</strong>ntellada, ¡se acabo!. ¡Es un maestro en el arte <strong>de</strong> escurrirse!. Los perros<br />
normales <strong>de</strong>jan tranquilo al vencido, si se tira al suelo panza arriba, agitando las patas al aire. Pero<br />
estos son como los humanos. Disfrutan <strong>de</strong>strozando al débil.<br />
Ver un pittburg mover el rabo, reclamando caricias, no pareció normal a Casilda.<br />
- ¡Pelea amañada!. Es el sparring <strong>de</strong> esa fiera. Dopado, parecerá otra cosa. Los incautos apostarán<br />
por él, porque es enorme. Y los enterados nos forraremos.<br />
El perro <strong>de</strong> Ernesto tenía rival a su medida.<br />
- Lo siento, porque habrá que matarle. Gane o pierda. Los que entran en la última pelea, suelen<br />
acabar mal.<br />
El cuarto <strong>de</strong>startalado, que fue comedor, cuando en la finca se corrían liebres, había sido<br />
transformado en club coquetón, con zócalo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y tresillos <strong>de</strong> cuero. Chimenea encendida y<br />
camareros, que saludaban al cliente por su nombre, daban al conjunto un ambiente hogareño,<br />
particularmente apreciado. En el antiguo guadarnés cuatro mesas <strong>de</strong> juego, ofrecían entretenimiento<br />
a los acompañantes, incapaces <strong>de</strong> soportar el espectáculo.<br />
- Hay mujeres que no entran. Y algún novato que se pone malo. Los camareros le atien<strong>de</strong>n y hasta<br />
les entretienen. ¡Son magníficos!.<br />
- Si te gusta alguno, ¡ya sabes! - bromeó Luis, dirigiéndose a Casilda. Ernesto se dijo que la<br />
aristocracia, nunca <strong>de</strong>jaría <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>rle.<br />
Luis quiso apostar por el perro <strong>de</strong> Ernesto, aunque solo fuese por buena educación. Su amigo le<br />
<strong>de</strong>tuvo.<br />
- ¡Espera!. ¡No es el momento!.<br />
Dopado o no, el sparring dio el espectáculo. <strong>La</strong>mió al cuidador, se tiro al suelo juguetón y hubiese<br />
intimado con su contrincante, <strong>de</strong> no ser tan malcarado. El presentador salvo la situación, explicando<br />
que se trataba <strong>de</strong> artimañas <strong>de</strong> buen luchador, distrayendo al público, mientras el perrero endilgaba<br />
una segunda inyección al chucho, <strong>de</strong> efecto fulminante. Babeante y gruñón, adquirió exterior<br />
a<strong>de</strong>cuado, a confiando a los inexpertos. Salvados los primeros asaltos con perdida <strong>de</strong> no pocos<br />
centímetros <strong>de</strong> piel y algo <strong>de</strong> carne, al tercero <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> atacar, quedando la pelea en carnicería.<br />
El ambiente se calentaba. Salió el perro <strong>de</strong> Ernesto y las apuestas se dispararon. Pasablemente<br />
<strong>de</strong>strozado, llevaba las <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r, cuando acertó en la yugular <strong>de</strong>l contrario. Ganó pero en tal estado,<br />
que el propietario mandó sacrificarle con un gesto. Los aplausos apagaron el disparo.<br />
Ernesto recogió el premio, rebosando felicidad.<br />
- ¡Vamos a quemarlo!<br />
Camino <strong>de</strong> Madrid, comentó el resultado.<br />
- Se hubiese podido salvar. ¡Peores los he visto andando por ahí!. ¿Pero que hago con un chucho<br />
que no sirve para nada?. Cubierto <strong>de</strong> cicatrices, no le aceptaría en ningún escenario.<br />
A lo largo <strong>de</strong> la noche, Casilda se alegró <strong>de</strong> tener un esposo, con amigos tan agradables.<br />
A las alegrías pasadas, se sumaban las presentes, creciendo la factura. Políticos, altos funcionarios,<br />
profesionales y prohombres <strong>de</strong> empresa, acostumbrados a salarios y emolumentos <strong>de</strong> fábula, se