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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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<strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> una paz, que apestaba a cementerio. Para eludir la alarma social, se ponía sordina al<br />

crimen, quedando en libertad el criminal. Y la sociedad se alarmaba, porque al quedar impune el<br />

crimen, la vida <strong>de</strong>l ciudadano <strong>de</strong> común, carecía <strong>de</strong> valor.<br />

- Lo malo es que se sabe. ¡Naturalmente aumentado!. <strong>La</strong> sociedad huele al pez gordo. Y se siente<br />

gobernada por los encubridores <strong>de</strong>l asesino. O por sus cómplices.<br />

- Yo diría que por los asesinos in person - rezongó el cabo. El comisario continuó, como si no le<br />

hubiese oído.<br />

- Tienen tanto miedo, que no se atreven a replicar a los políticos, ni aún <strong>de</strong> tercera fila. No a los<br />

magistrados. <strong>La</strong> gente <strong>de</strong>l estado, en general, nos produce pavor. Pero es un pavor que rumia el<br />

<strong>de</strong>squite.<br />

Álvarez dio un puñetazo en la mesa.<br />

- Ellos rumian. ¡Y nosotros tragamos!. Sabemos, nos obligan callar. ¡Y nos convertimos en<br />

cómplices!. ¡Por un sueldo <strong>de</strong> mierda!.<br />

El comisario asintió.<br />

- Te entiendo. Pero los que vienen <strong>de</strong>trás, serán peores. Hoy cumplimos a medias y algunos se<br />

salvan. Los que educa el sistema no <strong>de</strong>jaran resquicio, porque son robots. Cuando <strong>de</strong>sembarquen,<br />

¡harán un verda<strong>de</strong>ro infierno con todo esto!.<br />

Su compañero e inferior, asintió con tristeza.<br />

- <strong>La</strong> primera vez que me encargaron una guarrada, se molestaron en convencerme, jurando que sería<br />

la última. Ahora si no cedo a la primera, me amenazan, porque se han crecido. Pero no cambian el<br />

disco. Al principio asustaban con la guerra civil. Ahora con la <strong>de</strong>sestabilización. ¡Como si valiese la<br />

pena estabilizar esta mierda!.<br />

- Aquí el único miedo que hay, es el que tienen los políticos a per<strong>de</strong>r la maula. Y el <strong>de</strong> la gente a los<br />

caprichos <strong>de</strong> los políticos.<br />

Martínez, que aun se creía policía <strong>de</strong> cine, apareció radiante.<br />

- Jefe, ¡traigo información <strong>de</strong> puta madre!.<br />

- Si es <strong>de</strong> la viuda, ¡te la comes!.<br />

- Pues si... la vecina me dijo que el tal Carlos era amigo <strong>de</strong>l matrimonio. Que aquel día se quedó con<br />

el chiquillo, porque se llevo a la madre. Iban a ver al ministro.<br />

- Lo sé. Pero tu no sabes <strong>de</strong> quien es hijo el tal Carlos.<br />

- Sí. De don César. Precisamente estuve en una <strong>de</strong> sus fincas. El guarda, que está hasta el pelo,<br />

contó un montón <strong>de</strong> cosas. Estos bárbaros se entrenan con fuego real. Y hasta con blancos reales.<br />

Sueltan negros y pedigüeños. Les corren por las breñas, hasta que se los cargan. Unas veces los<br />

entierran y otras llaman a la Guardia Civil, para que los recoja. Cuentan que entraron a robar,<br />

pegando tiros. Y como hay testigos <strong>de</strong> sobra, cuela. También organizan juergas. De las que duran<br />

tres días. De lo que pasa en la casa no se sabe, porque los señores les tienen prohibido acercarse.<br />

Pero la mujer limpia. Y a veces encuentra manchas <strong>de</strong> sangre.<br />

- ¿Se lo ha contado a la Guardia Civil?.<br />

- No se atreve. Yo me hice pasar por periodista.<br />

El cabo alzó los ojos al cielo.<br />

- Solo falta que encuentren un cuerpo. Y que el dueño <strong>de</strong> la finca viva en el barrio.<br />

- Más fácil será que viva en el <strong>de</strong> la comisario Ramos.<br />

El joven policía le miró asombrado.

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