08.05.2013 Views

La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

El lenguaje era inconfundible. Saber que Rosita pertenecía a la secta más cerrada <strong>de</strong>l país, le hizo<br />

sentir pavor. <strong>La</strong> boca seca, los ojos extraviados, murmuró.<br />

- Pero tú...<br />

Rosita agitó la melena.<br />

- ¡Sí, claro!. No digo más, porque no te interesa.<br />

Un beso canceló el diálogo. Pasaron a los hechos.<br />

A Gerardo no le hacía ninguna gracia levantarse antes <strong>de</strong>l amanecer. Pero una viuda, reciente y<br />

doliente, no podía exponerse a que la criada <strong>de</strong>scubriese que dormía acompañada. En su situación,<br />

los comentarios <strong>de</strong> vecindad, hubiesen podido ser peligrosos. Despidió al amante con un consejo.<br />

- Duerme <strong>de</strong>prisa. Un día <strong>de</strong> campo es cansado.<br />

Les recibió pimpante y fresca, en compañía <strong>de</strong> sus tres hijos y el yerno. El beso <strong>de</strong> saludo, casto y<br />

distante, hubiese alejado toda sombra <strong>de</strong> sospecha, <strong>de</strong> haberla albergado Matil<strong>de</strong>. En el curso <strong>de</strong> la<br />

jornada, las mujeres intimaron. A partir <strong>de</strong> aquel día, se vieron casi a diario, sometiendo a Gerardo a<br />

un estado <strong>de</strong> excitación, que no calmaban dos noches <strong>de</strong> amor por semana. Cierta tar<strong>de</strong> Rosita quiso<br />

romper la monotonía. Abandonando el salón tras los primeros escarceos, regresó con bolsa <strong>de</strong><br />

plástico, que hubiese hecho la fortuna <strong>de</strong> un camello,<br />

- ¿Cómo la quieres?<br />

Gerardo tragó saliva. Se sentía realmente incómodo. En su juventud <strong>de</strong> ejecutivo, mantuvo<br />

contactos esporádicos con la coca, que no hubiesen tenido continuidad, <strong>de</strong> no continuarla carrera<br />

política. No habiendo mortal normalmente constituido, capaz <strong>de</strong> soportar el ritmo <strong>de</strong> las campañas,<br />

asesor <strong>de</strong> imagen <strong>de</strong>bidamente experimentado, que tras haber servido a famosos, estrellas <strong>de</strong>l<br />

espectáculo, <strong>de</strong> vida profesional tan breve como trepidante, paso a formar en la plantilla <strong>de</strong><br />

expertos, en la captura <strong>de</strong> votos, se encargó <strong>de</strong> suministrarle el polvo milagroso, <strong>de</strong>bidamente<br />

dosificado. Previsto que terminado el maratón mitinero, habría <strong>de</strong> arrumbarlo, lo hizo<br />

efectivamente, sin perjuicio <strong>de</strong> que en jornadas cargadas <strong>de</strong> obligaciones políticas, sociales o<br />

mixtas, cuando no <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagradables renuncias y sinsabores, acudiese al tónico, milagrero y <strong>de</strong><br />

efecto inmediato, que le <strong>de</strong>volvía su buen aspecto exterior, con la normalidad dicharachera, que<br />

adornaba su imagen. Había adquirido la costumbre <strong>de</strong> tener los polvos a la mano, en la seguridad <strong>de</strong><br />

dominarlos, cuando inició su tercera campaña. Triunfador nato, no tardó en chocar con un asesor,<br />

que se empeñaba en machacarle con sus consejos, al pie <strong>de</strong> la tribuna, abrumándole con criticas y<br />

reproches, recién terminado discursos, tan celebrados por los aduladores, cómo por el público<br />

asistente. Cierto día sucedió lo inevitable. Culpable por haberle reprochado meteduras <strong>de</strong> pata<br />

clamorosas, jaleadas por un pueblo, que no aprendió a distinguir lo realizable <strong>de</strong> lo imposible, el<br />

asesor fue <strong>de</strong>spedido, sin daño para el empleador, pues ganó según costumbre.<br />

Siguieron meses <strong>de</strong> éxito, locos y felices, que hubiese prolongado in<strong>de</strong>finidamente, <strong>de</strong> no asaltarle<br />

brusco malestar, general e in<strong>de</strong>finible. Irritable, dio en no consentir a la realidad, que cometiese el<br />

<strong>de</strong>sacato <strong>de</strong> contra<strong>de</strong>cirle. Ni a la salud, para flaquear. Con razones sobradas para temer al sida,<br />

achaco cuanto le sucedía a la enfermedad. Queriendo prolongar su existencia, sin dar tres cuartos al<br />

pregonero, por ser enfermedad mal vista, organizó viaje oficial a París, para hacerse examinar por<br />

especialista discreto. Confesados sus temores y sometido a reconocimiento, escuchó diagnostico<br />

contun<strong>de</strong>nte: "No. No tiene sida. Pero si no quiere ir a peor, tendrá que <strong>de</strong>sintoxicarse. Se lo<br />

aconsejo por usted. ¡Y por el país!". Comprendiendo que la cosa iba en serio, Gerardo se <strong>de</strong>scubrió<br />

voluntad insospechada, sufriendo quinario, que se juró no repetir. Informado <strong>de</strong> que si regresaba a la<br />

coca, <strong>de</strong>spegaría <strong>de</strong>finitivamente <strong>de</strong> la realidad, pues no podría abandonarla, la vista <strong>de</strong>l polvo<br />

blanco le produjo escalofríos, porque acompaño la tentación.<br />

- No gasto. Gracias.<br />

Rosita se encogió <strong>de</strong> hombros.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!