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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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altramuces. De haber usado la batería que mi padres instaló en palacio, los republicanos hubiesen<br />

<strong>de</strong>saparecido. No se hizo, porque nos preocupaba la opinión. Tiene un po<strong>de</strong>r extraño, que a la larga<br />

<strong>de</strong>rrota a la fuerza.<br />

-¡Por eso <strong>de</strong>bemos evitar que se forme por su cuenta!.<br />

-¡Pero se forma!. Los reyes absolutos lo sabían. No gastaban millonadas en hacerse admirar, por<br />

pura vanidad. Lo hacían porque la admiración engendra temor. Y el temor es el recurso <strong>de</strong> quien no<br />

inspira respeto. Si el pueblo no respecta, se produce la <strong>de</strong>safección <strong>de</strong> los ejecutores intermedios. Y<br />

el tinglado se va a la mierda. Andando la condición humana <strong>de</strong> por medio, el cerebro mejor lavado<br />

arranca a pensar <strong>de</strong> improviso. Los egipcios creían que cualquier subnormal podía ser faraón,<br />

porque lo revestían <strong>de</strong> tanta majestad, que la faltosidad no se notaba. Pero los que le protegían, que<br />

estaban cerca, se enteraban. Hay ejemplo <strong>de</strong> faraones <strong>de</strong>rribados. Más crudo lo tuvieron los<br />

emperadores <strong>de</strong> Roma. Como lo reyes <strong>de</strong> hoy, tenían que hablar en público. Encubrieron sus<br />

<strong>de</strong>fectos haciéndose dioses. Los sacrificios <strong>de</strong> la plebe prolongaron la unidad <strong>de</strong>l Imperio. Pero no<br />

la integridad <strong>de</strong>l emperador. Los liquidaban tan <strong>de</strong>prisa, que inventaron la estatua <strong>de</strong> cabeza<br />

intercambiable, para no arruinarse.<br />

Ignacio se agitó.<br />

- ¡No preten<strong>de</strong>rás resucitar la Roma <strong>de</strong> Augusto!.<br />

-¡Claro que no!. Sólo haceros reflexionar. Se <strong>de</strong>be escuchar la opinión y aten<strong>de</strong>rla en lo posible,<br />

porque ni los sistemas, ni las personas, son objetivamente irremplazables. Por mucha artillería<br />

mediática que tengáis, si a una imagen <strong>de</strong> libertad, honestidad, respetabilidad y sapiencia, respon<strong>de</strong><br />

la realidad contraria, ¡mal andaremos!. Ese vínculo vasallo – señor, que no veo por ninguna parte,<br />

no se crea popularizando a la personas reales, a golpe <strong>de</strong> silencios y planos laudatorios. Es necesario<br />

que lo hechos respondan al elogio. Y que los silencios no encubran aberraciones.<br />

Javier llevó el agua <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cano a su molino.<br />

-¡Eso está salvado!. Hemos hecho <strong>de</strong>l rey encarnación <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia y <strong>de</strong>l orgullo patrio. ¡Y en<br />

que circunstancias!. <strong>La</strong> gente estaba al cabo <strong>de</strong> la calle. Sabía que <strong>de</strong>cíamos una cosa y hacíamos<br />

otra. Se robaba a escala y quitábamos <strong>de</strong>l medio a quien nos daba la gana, suprimiendo la pena <strong>de</strong><br />

muerte. Lo <strong>de</strong> aplicar el terrorismo <strong>de</strong> estado, para provocar el otro, es una buena i<strong>de</strong>a. En el río<br />

revuelto está nuestra ganancia. Pocos se han dado cuenta <strong>de</strong> que no se publica lo que oyen, porque<br />

no llenamos la boca con la palabra libertad, para po<strong>de</strong>r seguir con la censura. Confieso que cuando<br />

llegaron aquellas elecciones, tuve miedo. Me dije que los hombres son como los melones. Por muy<br />

domesticada que estuviese la izquierda, para estar seguros <strong>de</strong> el éxito no se le subiría a la cabeza,<br />

habría que probarlo. Por eso estuvo bien hacerles compren<strong>de</strong>r que una pistola, bien manejada, vale<br />

más que todos los votos. El rey quedó como salvador <strong>de</strong> la libertad, pero sobre todo <strong>de</strong> sus pellejos.<br />

Bastó con que metiese en los cuarteles, a los que mandó salir. Después ya sería otra cosa. Hicimos<br />

ricos a tantos, que nunca nos faltará el apoyó <strong>de</strong> una clase po<strong>de</strong>rosa. Fuimos punteros en<br />

mo<strong>de</strong>rnidad, que eso mola mucho. Y tuvimos por rey al rey <strong>de</strong> reyes, porque todos vinieron a<br />

rendirle pleitesía.<br />

El anciano Con<strong>de</strong> volvió al ruedo.<br />

-¡Y <strong>de</strong>spués pasó lo que pasó!. Les dijisteis que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> aquello se atarían los perros con<br />

longaniza, pero vino el paro y las calles se llenaron <strong>de</strong> mendigos. ¡Que ya no se veían!. Volvieron<br />

los comedores <strong>de</strong> caridad y nos quedamos sin carreteras y hasta sin agua, <strong>de</strong> pura <strong>de</strong>sidia. Parecía<br />

que en lugar <strong>de</strong> una fiesta, habíamos tenido una guerra. Mientras las construcciones megalómanas<br />

se caían a pedazos, un montón <strong>de</strong> gente se quedó sin techo, por no po<strong>de</strong>r pagarlo. No nos quedó más<br />

remedio que abrir la escotilla <strong>de</strong> la venganza. Se permitió <strong>de</strong>cir el cuarto <strong>de</strong> la verdad. ¡Y hasta la<br />

corona estuvo a punto <strong>de</strong> irse por el agujero!.<br />

El belfo <strong>de</strong>l General Luis Bolín tembló. No soportaba <strong>de</strong>slices verbales, que tocasen al monarca<br />

- Nuestro rey se permite brillar como le parece. No tiene por qué dar cuenta a ningún electorado. En

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