08.05.2013 Views

La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Arreglarlo no es cosa nuestra, ¡ni po<strong>de</strong>mos!.<br />

Petra se <strong>de</strong>jó caer en una silla.<br />

- Vosotros no lo sabéis. ¡Pero yo sí!. ¡Qué va pá treinta años con don Braulio!. Tó empezó como en<br />

broma. Se traían chaperos y putas. Apenas les hacían ná. Algún golpe, cortecillos y quemaduras. Yo<br />

tenía un botiquín. Los curaban cuando se iban. Aguantaban a gusto, porque cobraban lo suyo. <strong>La</strong><br />

verdad es que ni yo le di importancia. Cá cual se divierte como púe. Si el que sirve <strong>de</strong> diversión<br />

aguanta, ¡pues toós contentos!. Claro que el gusto era raro. Luego apareció la Pétula esa y empezó<br />

con la brujería. A lo primero mataban un gallo negro. Después trajeron patos, cabras. ¡Hasta<br />

marranos!. Los encontraba reventáos. Había que quitar sangre, tripas ¡y mierda que no veas!. Hasta<br />

<strong>de</strong> persona. ¡Que se cagaban por tóas partes!. Y <strong>de</strong>cía como vosotros. Que lo ganaba bien y que<br />

había que hacerse el estómago. Un día me pareció que no salían toós los que entraron. Pero no me<br />

metí a preguntar, porque no era cosa mía. El caso es que los <strong>de</strong> la calle, cada día se iban más<br />

cascaos. Hasta que me mandaron <strong>de</strong>jar las cosas preparadas y quitarme <strong>de</strong>l medio. Volvía el lunes.<br />

¡Y a quitar la mierda!. Después el señor no quiso más juergas en su casa. Empezó a prestarnos, a mi<br />

y al Martín, pá preparar el jolgorio en las <strong>de</strong> otros. Cuando entré a servir con Don Braulio, el criado<br />

<strong>de</strong> toa la vida, me contó que era un chico normal. Que aquello empezó cuando heredó, por las malas<br />

compañías. Le estropearon los dineros, ¡cómo a muchos!. Es bueno tener, ¡pero no pasarse!. Que<br />

toó son vicios. Cómo le vi tan joven, ¡me atreví!. Le pregunté porque hacía marranadas, en lugar <strong>de</strong><br />

joér como toó el mundo. Y dijo que le habían mandáo purificar no sé que coño. Que era necesario<br />

para que hubiese paz. ¡Lo que no entiendo es como no han armáo la guerra!. ¡Porque lo que<br />

aguantan estos padres!. ¡Que eso lo sé yo!. ¡Si supiesen lo que hace la gente gorda, cuando le da por<br />

la droga y pier<strong>de</strong> el norte!. El señor se estaba volviendo malo. Se le notaba en la cara, pero no se<br />

daba cuenta. Se empezaron a traer chiquillos. Un día pasó la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong>l ojo. Nunca supe quien lo<br />

hizo. Pero sí que se lo arrancaron <strong>de</strong> un bocaó. ¡Con trece años!. Mientras le curaba me contó que<br />

era huérfano. No puso <strong>de</strong>nuncia porque le dieron treinta mil duros y se le hicieron un capital. Me<br />

dijo que pasaban cosas muy feas. No le creí. Pensé que hablaba por rencor... O no quise creerlo, por<br />

seguir con la conciencia tranquila. Un criado <strong>de</strong> los <strong>de</strong> entonces, no iba a la policía.<br />

- ¡Ni un criado <strong>de</strong> ahora! - replicó Martín, cortante. <strong>La</strong> pincha insistió.<br />

- Yo no he visto sangre ni ninguna <strong>de</strong> las cosas que cuenta. Lo más vasos rotos. Y <strong>de</strong> esos polvos<br />

blancos, que se meten por la nariz. ¡Que a veces se <strong>de</strong>rraman!.<br />

Petra miró al criado.<br />

- Yo veo a los chiquillos. Me los traen a la cocina. Les doy <strong>de</strong> cenar y les visto. Me cuentan que son<br />

recogidos y quiero creerlo. Pero sé que no es verdad. Los traen aquí o a la finca <strong>de</strong> ese Javier.<br />

Cuando nos llevan nos hacen dormir en la casa, a kilómetros <strong>de</strong>l cortijo. Nos guste o no, les estamos<br />

preparando lo que van a comer mientras los matan. Poco a poco. Ahora los tienen ahí. En los<br />

chiqueros, como a los toros. Y tu, Martín, también lo sabes. Como lo saben esos chupasangre, que<br />

trabajan aquí.<br />

Martín habló persuasivo. Apreciaba a Petra. No quería que le sucediese una <strong>de</strong>sgracia.<br />

- ¡Estas asustando a la chica!. ¡Imagínate que dirían los señores, si te oyesen!. Te <strong>de</strong>nunciarían por<br />

calumnia y terminarías en la cárcel. No hay quien pueda probar lo que dices.<br />

Juan ratifico.<br />

- Yo, que no me pierdo una, nunca vi nada.<br />

Petra no podía <strong>de</strong>tenerse.<br />

- ¿Nada?. ¿Y esas comidas que prepara Filomena?. ¿Pá quien son, si aquí no viven más que ella y el<br />

<strong>La</strong>ndrú?.<br />

- ¿Tu que sabes?. Los señores vienen cuando les da la gana. Con quien les parece.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!