La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>de</strong> voz firme, gracejo popular y memoria <strong>de</strong> elefante, triunfaba en el meeting con igual naturalidad,<br />
que <strong>de</strong>sentonaba en los salones.<br />
Lectora infatigable, hablaba y opinaba en torno a casi todo, pero era incapaz <strong>de</strong> enca<strong>de</strong>nar frases<br />
vacías, construyendo esas conversaciones rápidas y repetitivas, que animan un coktails. Admisibles<br />
los kilos y un exterior hortera, al no serlo sus modos verbales, Gerardo exhibía a la esposa en<br />
círculos <strong>de</strong> clase media, pero prescindía <strong>de</strong> su compañía en el acto oficial o privado, frecuentado por<br />
la élite política <strong>de</strong>l régimen y social <strong>de</strong>l pasado. Consi<strong>de</strong>rando, en consecuencia, que no encajaba en<br />
aquel velatorio, no le informó <strong>de</strong> la perdida <strong>de</strong>l primo, recuperado difunto, temiendo que al tratarse<br />
<strong>de</strong> cuestión familiar, pretendiese acompañarle. Cuando se produjo en su vida el cambio <strong>de</strong> rango<br />
político, que le obligó a cambiar <strong>de</strong> amigos, a punto estuvo <strong>de</strong> reemplazar a la mujer, a imitación <strong>de</strong><br />
no pocos compañeros, que se la procuraron acor<strong>de</strong> con la función, pero le faltó valor. Tras intento<br />
fallido <strong>de</strong> frivolizar a Matil<strong>de</strong>, se resignó a ejercer <strong>de</strong> soltero, dando a enten<strong>de</strong>r, para justificarse,<br />
que su matrimonio era infierno, <strong>de</strong>l que escapaba y soportaba como podía.<br />
<strong>La</strong> jefa <strong>de</strong> servicio, a cuyo cargo quedó reconocer a las personalida<strong>de</strong>s, para ofrecerles sus servicios<br />
y los <strong>de</strong> la casa, haciéndoles sentir hasta que punto eran importantes, se precipitó al exterior <strong>de</strong>l<br />
cubículo, para saludar a Cesar, abandonándole con cierta brusquedad, apenas <strong>de</strong>scubrió a Gerardo.<br />
Como cuantos ignoraban que la influencia <strong>de</strong> un amigo <strong>de</strong>l rey, superaban la todo político, que no<br />
fuese, consi<strong>de</strong>ró superior al que ostentaba mayor rango, públicamente reconocido. Hecha sonrisa <strong>de</strong><br />
los pies a la cabeza, exclamó:<br />
- ¡Cuánto honor, excelencia!. ¿Que <strong>de</strong> bueno le trae entre nosotros?.<br />
Lo dijo con aire jovial, como si clientes y visitantes acudiesen al tanatorio, para celebrar alegrías.<br />
Sin guardaespaldas, por estar en local <strong>de</strong>bidamente protegido y saber que prohombre sin gorilas,<br />
gana a<strong>de</strong>ptos y popularidad, Gerardo <strong>de</strong>volvió el saludo, tendiendo el garfio <strong>de</strong> la sencillez, en la<br />
esperanza <strong>de</strong> capturar un voto. Cumplimentada la formalidad, se interesó por el para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l primo<br />
marqués. Experimentada en duelos, la recepcionista leyó en el rostro <strong>de</strong>l ilustre, que no estaba<br />
seguro <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r reconocer al difunto ni a sus acompañantes. Deseando aliviar al prócer <strong>de</strong> la<br />
humillación <strong>de</strong> un error, que hubiese cristalizado en inquina contra la casa, acordó acompañarle.<br />
Dirigiéndose a subalterno, que manipulaba el or<strong>de</strong>nador, haciendo que hacía, impartió<br />
instrucciones.<br />
- ¡Ocúpate <strong>de</strong> la gente!. Si hay algo, me llamas por el busca. ¡Sabes a quien estamos esperando!. Si<br />
aparecen...<br />
- ¡Tengo que avisar al director!.<br />
- ¡Eso mismo!. ¡Pero enseguida!.<br />
El duelo <strong>de</strong>l Marqués <strong>de</strong> Sierra Fría no era oficial, pero a juzgar por la concurrencia, rebasaba en<br />
importancia al <strong>de</strong> un presi<strong>de</strong>nte. Des<strong>de</strong> que llegó, <strong>de</strong>sfilaron ministros, financieros, cabezas <strong>de</strong> la<br />
inteligencia nacional y reales amigos notorios, que confirmaron al difunto como Vip notorio, en las<br />
primeras horas <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. <strong>La</strong> mujer peroraba. Gerardo la siguió, <strong>de</strong>masiado ocupado en evitar el<br />
resbalón, para escucharla.<br />
- Dicen que le trató el doctor Carreras. No sabemos <strong>de</strong> qué murió. ¡Pero nos enteraremos!. Aquí se<br />
sabe todo. Dicen que fue casi <strong>de</strong> repente. ¡Un hombre tan joven!. Porque tendrá cuarenta y pocos. -<br />
contando 47, Gerardo sintió que se ahogaba - Se dice que no pudieron hacer nada. Cuándo le<br />
entubaron, ¡ya estaba muerto!. ¡Un <strong>de</strong>portista como él!.<br />
Gerardo se juró abandonar el <strong>de</strong>porte. Dos mozos portadores <strong>de</strong> corona rezagada, les a<strong>de</strong>lantaron a<br />
paso <strong>de</strong> carga. Giraron a la izquierda. El corredor parecía prolongarse al infinito. Jalonado el flanco<br />
izquierdo, puertas <strong>de</strong> bronce, las más cerradas, indicaban que no era tiempo <strong>de</strong> cosecha, para la<br />
muerte. <strong>La</strong>s que se abrían permitían entrever amplias estancias, lúgubremente iluminadas por luces<br />
indirectas, que apenas permitían adivinar la forma <strong>de</strong>l ataúd y el bulto <strong>de</strong> los dolientes. Sin saber<br />
por qué, Gerardo se enredó en explicaciones.