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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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- Que nos han dado un soplo. Un alijo <strong>de</strong> coca. Hay que hacerse con esa camioneta.<br />

- Es seguro que los críos están.<br />

- ¿Cómo lo sabes?.<br />

- Convencí a un repartidor. Me dio el mandil, el paquete y la factura. A la cocina se entra por la<br />

puerta trasera. <strong>La</strong> cocinera estaba sola. ¡Se le caían unos lagrimones!. Gorda y con pinta <strong>de</strong> buena<br />

mujer. Su jefe es D. Braulio. Manda al servicio a preparar las fiestas, pero no <strong>de</strong>be fiarse, porque los<br />

<strong>de</strong>vuelve a su casa antes <strong>de</strong> empezar. Me dijo que aguantaba, porque no sabe dón<strong>de</strong> ir ni como<br />

marcharse. Y lo más gran<strong>de</strong> es que se había colado en el sótano. Estaba montando el comedor,<br />

cuando esos monstruos, que trabajan en el palacete, entraron en tromba en el salón. Algo <strong>de</strong>bía<br />

pasar, porque corrieron la mesa, con tapa <strong>de</strong> mármol <strong>de</strong> colores, levantaron la alfombra y la<br />

trampilla, sin mirar siquiera si había alguien. Así que me dijo como funciona el mecanismo y don<strong>de</strong><br />

está. Del agujero salían los gritos <strong>de</strong> una mujer. Insultaba con acento andaluz.<br />

- ¡Ya sabemos que pasó con la acci<strong>de</strong>ntada! - exclamó María. Pérez continuó.<br />

- Se <strong>de</strong>jaron la trampilla abierta y como es curiosa, se asomó, bajando hasta la primera planta.<br />

Tienen una sala acolchada, tapizada <strong>de</strong> rojo y sin muebles. En frente una más chica, con un sofá a lo<br />

largo <strong>de</strong> la pared y mesas bajas. En el centro había otra trampilla. También abierta. De allí salían las<br />

voces. Se asomó. Arranca otra escalera y se veía un pasillo, con dos puertas a cada lado. Una estaba<br />

abierta.<br />

Ramos le miró con <strong>de</strong>sconfianza.<br />

- ¿No será fantasía?.<br />

- Pienso que no. No la pillaron, porque la andaluza les tenía entretenidos. Antes <strong>de</strong> que saliesen esas<br />

basuras, ya estaba en la cocina.<br />

- Me choca que lo contase tan tranquilamente.<br />

- ¡No fue tan fácil!. Tuve la suerte <strong>de</strong> que no vino nadie y pu<strong>de</strong> enrollarme. <strong>La</strong> mujer no se fía <strong>de</strong> la<br />

policía. Pero al <strong>de</strong>cirle que nosotros no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>l César ese, se confió.<br />

<strong>La</strong> inspectora le dio un abrazo.<br />

- ¡Chico!. ¡Nos has salvado!. Con esta información y una fotocopia <strong>de</strong> los planos, ¡no me pue<strong>de</strong>n<br />

negar la or<strong>de</strong>n!.<br />

Fue personalmente al juzgado <strong>de</strong> guardia. El juez la escuchó atento, respondiendo en tono sugestivo<br />

pero firme.<br />

- No sé si lo ha realizado, pero está involucrando en crimen horrendo a un personaje, con rango<br />

superior al <strong>de</strong> ministro, porque <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l estado. ¿Se da cuenta <strong>de</strong> la gravedad <strong>de</strong>l caso?. ¿Y <strong>de</strong> lo<br />

estúpido <strong>de</strong> su pretensión?. Porque D. Cesar, para tener la fiesta en paz, ¡y es el caso <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirlo!, ha<br />

contratado una docena <strong>de</strong> guardas <strong>de</strong> seguridad. Estarán <strong>de</strong> plantón en el jardín todo el fin <strong>de</strong><br />

semana. Nadie mete en casa a extraños, para que sean testigo <strong>de</strong> un <strong>de</strong>lito.<br />

- <strong>La</strong> empresa pertenece al jefe <strong>de</strong> seguridad <strong>de</strong> presi<strong>de</strong>ncia.<br />

- ¡Lo que faltaba!. ¿También preten<strong>de</strong> enfangarle?. Le señalo que no se ocupa <strong>de</strong> seleccionar a sus<br />

hombres. Los contratan terceros y por concurso. Si a D. Cesar se le ocurriese semejante barbaridad,<br />

¡qué no es el caso!, no elegiría por escenario el centro <strong>de</strong> Madrid. Tiene fincas sobradas, bastante<br />

más discretas. Podría hacer cualquier cosa, sin que ni los guardas se enterasen. Le confieso que los<br />

actos <strong>de</strong> D. Cesar y <strong>de</strong> sus invitados, no me preocupa. Pero su conducta me inquieta seriamente.<br />

¿Cómo ha podido creerlo semejantes estupi<strong>de</strong>ces, solo porque se las cuenta un subalterno?. Debía<br />

saber que el cáncer trastorna.<br />

- El que tiene cáncer es el cabo. Me informó, el sargento - apuntó María.

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