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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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El inspector Núñez no aguantaba más.<br />

- ¡A mí que no me digan!. Hasta yo, que soy un tarugo, me barrunto que nos paran, porque si la cosa<br />

se aclara, el chiringo se les va a la mierda.<br />

El sargento confesó, con osadía suicida.<br />

- ¿Crees que no lo sé?. El Trasqui, ese que pi<strong>de</strong> en Serrano, el otro día que vio a un chiquillo. En un<br />

Merce<strong>de</strong>s azul. Pasaba por don<strong>de</strong> tiene la chabola. Y sabe don<strong>de</strong> fue. A la finca <strong>de</strong> D. Braulio<br />

Barruecos. Un tipo que apesta. Ha tenido jaleos <strong>de</strong> todos los colores. ¡Y agarra<strong>de</strong>ras!... ¿pero quien<br />

pone el cascabel al gato?.<br />

- ¡El gato nos lo pone!. Pá mi que el chiquillo esta muerto.<br />

<strong>La</strong> frente <strong>de</strong>l comisario parecía una pasa.<br />

- Y si está vivo, ¿qué cambia?. Antiguamente, a veces encontrábamos putas, <strong>de</strong>spanzurradas por uno<br />

<strong>de</strong> esos bestias. Se callaba, por no sacar los colores a un don. Pero a esto no llegaron nunca.<br />

Núñez remedó al Gerardo <strong>de</strong> la tele<br />

- Somos un país innovador. ¡Cada día inventamos una putada nueva!.<br />

- Podríamos exportar neo cultura <strong>de</strong>l sadismo. Por una vez, no copiamos a los americanos.<br />

- Pero copiamos a los italianos. ¿No habéis visto la última película <strong>de</strong> Pasolini?.<br />

- Dicen que lo mataron por contarlo.<br />

- Es verdad. Pero para m, los que estaban muertos eran los otros. Te digo que cuando los regímenes<br />

van <strong>de</strong> caída, ¡a los que mandan se les ocurre cada cosa!.<br />

- Para mí que están bien vivos. Si no, no estarían tan seguros.<br />

- Lo que pasa es que han amorcillaó y no terminan <strong>de</strong> caer. Como los toros.<br />

El numero Rodríguez divagó.<br />

- Pos yo... ¿Qué quiés que te diga?. Si no tuviese más que andar pavoneándome, escuchando lo<br />

importante que soy, ¡lo mismo me haría igual!. Nacen como cualquiera <strong>de</strong> nosotros, Pero cuando<br />

llega arriba, se hacen diferentes.<br />

El comisario apagó el televisor. Estaba harto <strong>de</strong> ver policías, dotados <strong>de</strong> un material que ni soñaba y<br />

una libertad que no tenía.<br />

- Os contare un cuento, que es verdad. Estaba <strong>de</strong>stinado en Andalucía, cuando se me presentó una<br />

asistenta social. Traía mandamiento para llevarse un chiquillo. <strong>La</strong> madre era viuda. Trabajaba<br />

limpiando por horas y no era más pobre que sus vecinas. Le dije que la mujer no había dado nota. Y<br />

contestó que la había <strong>de</strong>nunciado el entenado. Me pareció raro, pues no siendo el crío <strong>de</strong> su sangre,<br />

no tocaba pito. Se lo dije, se encogió <strong>de</strong> hombros y contestó: "Yo, lo que mandan". Era al principio<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia. Entonces creíamos que solo podían llegar al po<strong>de</strong>r sabios y santos. Así que<br />

obe<strong>de</strong>cí. El chiquillo tenía cuatro años y era una pintura. <strong>La</strong> hermana tiraba a feucha. "¿Y ésta?",<br />

pregunté a la asistenta, porque tenían casi la misma edad. "No me han dicho nada", contestó. Pensé<br />

que si el uno estaba mal, la otra no <strong>de</strong>bía estar mejor, pero me callé. Echamos mano al chiquillo y<br />

nos salió una vecina. Dijo que la madre estaba en el trabajo y los críos a su cuidado. Entonces no se<br />

tenía miedo al uniforme. Pero se le respetaba. No <strong>de</strong>bía saberlo la mujer, porque se me echó encima,<br />

dándome puñadas. Tuve que empujarla. <strong>La</strong> asistenta metió la notificación por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la puerta y<br />

salimos por pies. Los lleve a Cádiz. El niño no hacía más que berrear, llamando a la madre. Los <strong>de</strong>jé<br />

en el juzgado <strong>de</strong> menores y me vine. Cuando entré en comisaría, ya estaba la mujer <strong>de</strong>nunciando.<br />

Le conté lo que había y la mandé al juez. A los pocos días apareció. Andaba cogiendo firmas, para<br />

que le dijesen don<strong>de</strong> estaba el chiquillo. Le ayu<strong>de</strong> a buscar un abogado <strong>de</strong> oficio. El tipo no hizo<br />

nada, pero hubo gente que se movió. Un día el juez, pillado <strong>de</strong> corto, dijo que el entenado vivía en

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