La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
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- ¿Por qué no te escapaste?<br />
- Sales a un pasillo. Al final hay unos escalones y otra puerta. Esta guateada, para que no puedan<br />
oírnos. En la planta hay tres habitaciones como ésta. <strong>La</strong>s señoras se reían, viéndome correr. En los<br />
cuartos no había nadie. Pero en uno las camas estaban <strong>de</strong>shechas. Como si acabasen <strong>de</strong> irse.<br />
- ¿Por dón<strong>de</strong> te trajeron?.<br />
- Supongo que por la puerta <strong>de</strong>l fondo. He oído que estamos en un sótano. Bajo tierra como los<br />
muertos. En cualquier sitio <strong>de</strong>l mundo. ¡Que ni eso dicen!.<br />
- ¡Eso lo sé! ¡Estamos en Madrid!<br />
Fredi se sintió orgulloso <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r facilitar información, que ignoraba su compañera. Maribel adoptó<br />
un tono confi<strong>de</strong>ncial.<br />
- Sigo pensando en escaparme.<br />
- ¿Cómo?<br />
- Cuando traigan una nueva. Se <strong>de</strong>jan puesta la llave <strong>de</strong> arriba. ¿Ves esa silla? <strong>La</strong>s que estaban antes<br />
medio arrancaron la pata. No se han dado cuenta. <strong>La</strong> <strong>de</strong>spegaremos y entre los dos les daremos la<br />
paliza. Les quitaremos la llave <strong>de</strong> la otra puerta, que sé que la hay, aunque no la he visto, ¡y a<br />
correr!<br />
- Pues me han traído y ni te has enteraó - apuntó Fredi, con lógica aplastante. <strong>La</strong> chica arrugó la<br />
boca, rindiéndose a la evi<strong>de</strong>ncia.<br />
- Eso es lo malo. Que nos atontan y no nos damos cuenta <strong>de</strong> nada. ¡Son muy listos!<br />
- ¿Quiénes?<br />
- Yo qué sé, pero son muy listos. Lo peor es que me estoy acostumbrando al pico. Antes no lo<br />
quería. <strong>La</strong> verdad es que ahora tampoco. Pero cuando se retrasan, me siento la mar <strong>de</strong> mal. Claro<br />
que en casa se me quitará. ¡Yo no quiero ser drogata!<br />
- ¡Toma!, ¡ni yo!. - A Fredi se le puso la carne <strong>de</strong> gallina, pensando que le habían pinchado dos<br />
veces. Y que <strong>de</strong> no remediarlo Dios, volverían a pincharle<br />
- ¿Y si nos ponemos a gritar?<br />
<strong>La</strong> risa <strong>de</strong> Maribel sonó a falso.<br />
- ¿Oyes algún ruido?<br />
Fredi negó con un gesto.<br />
- Pues lo mismo nos oyen a nosotros. Así <strong>de</strong>ben ser las tumbas.<br />
- ¿Eso qué quiere <strong>de</strong>cir?<br />
- Que aunque la policía registrase la casa <strong>de</strong> arriba abajo, no nos encontraría. Porque tus padres te<br />
estarán buscando. Y los míos también. <strong>La</strong>s chicas que se fueron llevaban aprendidas mis señas, para<br />
avisar que me tenían encerrada. Nadie ha venido.<br />
- ¿Para qué crees que nos han traído?<br />
- Lo mismo para ven<strong>de</strong>rnos por órganos. He leído que hay comercio <strong>de</strong> eso.<br />
- ¿Y las otras? ¿Tampoco sabían nada?.<br />
- Aquí te llevan sin <strong>de</strong>cirte don<strong>de</strong>.<br />
- ¿Y <strong>de</strong>spués?<br />
- Después ya te he dicho.<br />
- Esto es ...