La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud
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corresponsal <strong>de</strong>l El Día, en el curso <strong>de</strong> amable entrevista, formuló preguntas muy fuera <strong>de</strong> norma,<br />
pues ponían en tela <strong>de</strong> juicio las cifras, publicadas en la memoria. De no haberle picado la<br />
curiosidad por saber <strong>de</strong> don<strong>de</strong> venía la novedad, hubiese <strong>de</strong>spachado al impertinente con cajas<br />
<strong>de</strong>stempladas, tras aludir al <strong>de</strong>stino concreto <strong>de</strong> ciertos dineros. Estrechamente interrogado, el<br />
reportero confesó.<br />
- ¡Que quiere que le diga!. Me han dicho que hurgué. Por más vuelta que le doy, encuentro aire. El<br />
aire no produce divi<strong>de</strong>ndos.<br />
A la semana siguiente, celoso secretario incluyó en la revista <strong>de</strong> prensa un suelto, recogido por<br />
celoso secretario en las páginas interiores <strong>de</strong> publicación provinciana. Enumeraba una veintena <strong>de</strong><br />
empresas, adquiridas a través <strong>de</strong>l mundo por la Banca Rojas, <strong>de</strong> las que sólo se había podido<br />
encontrar una signatura, en el registro comercial <strong>de</strong>l país <strong>de</strong> origen, un teléfono que nunca respondía<br />
y cuando mucho placa en puerta <strong>de</strong> sórdida oficina, eternamente cerrada. Ubaldo llamó al director<br />
<strong>de</strong> la ca<strong>de</strong>na, <strong>de</strong>dicada a producir noticieros locales.<br />
- ¿Pue<strong>de</strong>s explicarme esto?<br />
- ¡Primera noticia!. Me voy a enterar.<br />
Pasadas un par <strong>de</strong> semanas y olvidado el inci<strong>de</strong>nte, la información reapareció, <strong>de</strong>bidamente<br />
ampliada, en la primera <strong>de</strong> El Día. Ubaldo trotó al <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> César.<br />
- ¡Esto es intolerable!. Que estamos en quiebra técnica, ¡es verdad!. ¡Des<strong>de</strong> hace un montón <strong>de</strong><br />
tiempo!. Pero ni el Banco Central ni la prensa han dicho una palabra. ¡Al revés!. Han aplaudido la<br />
ampliación hasta con las orejas. ¡Y hasta la han recomendado!. De sobra saben que se <strong>de</strong>stina a<br />
remendar el agujero. Porque <strong>de</strong> capital, ¡estamos limpios!. Así que si el grano revienta, ¡otros<br />
caerán conmigo!.<br />
César convino en que el escándalo sería mayúsculo. Prometió informar a quien correspondía,<br />
ocuparse <strong>de</strong> que el <strong>de</strong>slenguado parase en el <strong>de</strong>sierto intelectual <strong>de</strong>l silencio y hacer lo necesario<br />
para que el ejemplo no fructificase. Ubaldo regresó a su <strong>de</strong>spacho, tan seguro <strong>de</strong> sí mismo cómo <strong>de</strong><br />
costumbre, sin sospechar que citación judicial, habría <strong>de</strong> robarle la calma. Por no per<strong>de</strong>r tiempo,<br />
llamó a Rosita:<br />
- Alguien está preparando algo <strong>de</strong>sagradable. Tienes que enterarte.<br />
Acostumbrada la esposa a brujulear por los sumi<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la élite, removió cielo y tierra, con<br />
prodigios <strong>de</strong> habilidad, no parando hasta enterarse <strong>de</strong> lo que se cocía en las alturas. Informada <strong>de</strong><br />
que a ciertos niveles, se daba por acabado a su esposo, Ubaldo intentó establecer contacto directo<br />
con altas esferas, que días atrás <strong>de</strong>jaban lo que fuese, para acudir a sus llamas. Encontrar reunidos o<br />
ausentes, con reiteración, le dio tan mala espina, que <strong>de</strong>sempolvando viejos documentos,<br />
supuestamente olvidados, consiguió entrevista inmediata. Fue acogido con cordialidad mesurada,<br />
que no estorbó la sinceridad.<br />
- Algunos han empezado a hurgar, ¡y lo que pasa!.<br />
El banquero arrugó los labios con <strong>de</strong>sprecio.<br />
- A mí con esas, ¡no!. Sin or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> arriba, aquí no enreda ni Dios. ¡Así que <strong>de</strong>sembucha!.<br />
El preboste dudó, suspiró y apostó por la verdad.<br />
- <strong>La</strong>s cosas se han torcido. Para salir <strong>de</strong>l paso, tienes que <strong>de</strong>jarte procesar. Como no es cosa <strong>de</strong> que<br />
pierdan la confianza, y guar<strong>de</strong>n el dinero en el calcetín, el Banco Pajés comprará la banca. Los<br />
accionistas per<strong>de</strong>rán, pero no todo. Y los ahorradores, ¡ni una perra!. Tú quizá tengas que pasar por<br />
la cárcel. ¡Pero cosa <strong>de</strong> nada!. En cuanto pase la tormenta, te sacaremos. ¡Y a disfrutar <strong>de</strong> lo que<br />
apandaste!. ¡Qué no es poco!.<br />
Ubaldo estaba rojo <strong>de</strong> ira.