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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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al mundo tan raspando, que se dio por concebida en Madrid. Extrañaron los ojos azules <strong>de</strong> la niña,<br />

por no haber en su ascen<strong>de</strong>ncia mutación nórdica, que alarmó a Ignacio, por ser portador, salvando<br />

la situación la bisabuela <strong>de</strong> Álvaro, que en su chochez recordó mirada celeste, en su propia abuela,<br />

admitida sin exigir imagen plástica o prueba documental. Serio el sobresalto, Carmen perdió todo<br />

interés por su vecino. Pero Ignacio era <strong>de</strong> los que regresan al escenario <strong>de</strong>l crimen. <strong>La</strong> visitaba,<br />

celebrando encuentros blancos y sociales, en presencia <strong>de</strong>l marido, pero también en ausencia,<br />

aprovechando para rever<strong>de</strong>cer años mozos.<br />

<strong>La</strong> serena relación hizo que Angustias creciese bajo su mirada, como la fortuna <strong>de</strong> sus<br />

progenitores. Pese a su filiación monárquica, Álvaro conquistó, en la dictadura, parcela <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r,<br />

que le permitió regular a voluntad ingresos e impuestos personales. Obe<strong>de</strong>ciendo a la ley que hace<br />

<strong>de</strong>sear más po<strong>de</strong>r y más dinero, a quien lo prueba, hizo <strong>de</strong> sus vástagos partidos cotizados,<br />

concibiendo Ignacio el proyecto <strong>de</strong> engendrar hijos en Angustias, conocidos y reconocidos. Lo<br />

expuso a Carmen entre bromas, siendo aprobado con palabras, sorpren<strong>de</strong>ntes en medio menos<br />

sofisticado: "De yerno te tendré a mano".<br />

El que asistió al bautizo <strong>de</strong> Angustias, la llevó virgen al altar. Siguieron cinco embarazos, resueltos<br />

en menos <strong>de</strong> un quinquenio. Hubiesen sido más, <strong>de</strong> no morir el último nacido, viniendo al mundo.<br />

Decretó el ginecólogo unión <strong>de</strong> trompas, sin encomendarse a Dios ni al marido. Ignorante <strong>de</strong> la<br />

progresía <strong>de</strong>l facultativo, Ignacio le insultó, llamándole "hijo <strong>de</strong> puta" y "cabrón", epítetos<br />

especialmente ofensivos, por involucrar a terceros, quedando el insultado en sujeto pasivo.<br />

Terminada escena, obligada en su situación, agra<strong>de</strong>ció para sí la medida, pues habiendo oído a la<br />

comadrona que no se perdió <strong>de</strong>masiado, por ser lo nacido <strong>de</strong>fectuoso, le asaltó la sospecha <strong>de</strong><br />

haber casado con su hija. No le preocupó, pues contaba con cuatro <strong>de</strong>scendientes crecidos,<br />

pletóricos <strong>de</strong> salud, que para el mundo fueron nietos <strong>de</strong> Álvaro, porque así constaba en el registro<br />

civil.<br />

Angustias no pa<strong>de</strong>ció esa fiebre <strong>de</strong> normalidad, que afecta a las clases medias, temerosas <strong>de</strong> rebasar<br />

la norma. Nunca pretendió ser como los <strong>de</strong>más. Ni que los <strong>de</strong>más se le pareciesen. Sabiéndose<br />

amparada en lo económico y judicial, disfrutaba <strong>de</strong> las gracias que le otorgaba ser <strong>de</strong> "buena<br />

familia", pensar como le correspondía y tener el marido que le tocaba, con cargo <strong>de</strong> <strong>de</strong>signación<br />

directa, no sujeto al avatar <strong>de</strong> las urnas. Hubiese sido su vida apacible, <strong>de</strong> no pesar en su infancia y<br />

juventud, dos miedos obsesivos. Informada <strong>de</strong> lo sucedido en Hiroshima, sentir la bomba planeando<br />

sobre su cabeza, le robaba la calma, lo que no era óbice para que <strong>de</strong>sease calentamiento <strong>de</strong> la guerra<br />

fría, en la esperanza <strong>de</strong> que terminase con el terror irracional, que le producía el comunismo.<br />

Consecuente a su manera, no le molestaba que los americanos contaminasen la atmósfera, pero<br />

con<strong>de</strong>naba con furia las pruebas atómicas <strong>de</strong> rusos, chinos e incluso franceses, como si la<br />

radiactividad <strong>de</strong> los unos, fuese diferente a la que <strong>de</strong>sparramaban los otros. Deseando inermes a los<br />

rojos, portadores <strong>de</strong> germen, que amenazaba exterminar su mundo, pedía al Altísimo que los<br />

Estados Unidos se <strong>de</strong>cidiesen a machacarlos, suplicando al mismo tiempo que las partes no<br />

apretasen el botón, poniendo punto final a la civilización, si no a la especie. <strong>La</strong> caída <strong>de</strong>l muro<br />

disipó el temor a la bomba, pero no el que le inspiraba el comunismo. Aunque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong><br />

Franco, los rojos hispanos se manifestaron monárquicos fi<strong>de</strong>lísimos, los veía reproducirse en la que<br />

no plegaban ambas rodillas, ante el símbolo <strong>de</strong>l sistema, como el creyente ante Dios.<br />

<strong>La</strong> capital <strong>de</strong>l país <strong>de</strong> la Inquisición tenía obispo, pero nunca tuvo catedral. Desesperaba <strong>de</strong><br />

poseerla, por haber pasado el tiempo <strong>de</strong> construirlas, cuando Marco Tulio fue llamado a palacio.<br />

Cabeza <strong>de</strong>l partido comunista, que se acostó republicano, <strong>de</strong>spertando monárquico, a imitación <strong>de</strong>l<br />

socialista, veneraba al rey, como idolatró a Stalin. En consecuencia, disfrutaba cada vez que pisaba<br />

la escalinata. Trotó escalones arriba, haciendo temblar sus carnes rechonchas, en alar<strong>de</strong> <strong>de</strong>stinado<br />

a probar que pese a la edad y un rostro macilento, estaba en forma para ser ministro <strong>de</strong>l real <strong>de</strong>do.<br />

Supo que sería recibido sin antesala y entró en éxtasis. Introducido en la biblioteca, contempló<br />

pare<strong>de</strong>s tapizadas <strong>de</strong> encua<strong>de</strong>rnaciones cuero y oro, sin mota <strong>de</strong> polvo ni signo <strong>de</strong> manoseo. <strong>La</strong><br />

<strong>de</strong>safección <strong>de</strong>l propietario a la letra impresa, era proverbial. Sabido que cargo y fortuna

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