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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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velada, pasada la medianoche.<br />

Acallados los aplausos, Braulio siguió al invisible Satanás, precediendo a los presentes. Abierta la<br />

plantilla, se hundieron en el arcano <strong>de</strong>l templo. Presidido por un segundo trono dorado, pare<strong>de</strong>s<br />

suelo y techo guarnecidas <strong>de</strong> damasco rojo acolchado, daban a la estancia un aspecto infernal, que<br />

completaba la luz, rojiza y difusa. Una repisa ro<strong>de</strong>aba la estancia, a regular altura. En pequeños<br />

recipientes <strong>de</strong> plata, cuidadosamente alineados, se ofrecían toda clase <strong>de</strong> estupefacientes, con<br />

aditamentos variados para su consumo. Dos panoplias, en los extremos <strong>de</strong>l rectángulo, ponían al<br />

alcance <strong>de</strong> los presentes instrumentos, que les permitiese realizar las más absurdas fantasías: falos<br />

<strong>de</strong> diferentes tamaños y materiales, látigos, tenazas, juegos completos <strong>de</strong> quirófano y otras<br />

originalida<strong>de</strong>s, disponibles sin más regla, que la <strong>de</strong> no utilizarlos con un compañero. Acomodado<br />

Belcebú, los presentes se inclinaron respetuosos, con excepción <strong>de</strong> Pétula, que fija la mirada en el<br />

trono, aguardaba ór<strong>de</strong>nes. Debió darla el invisible, pues sacerdotisa y gran maestre, recitaron a dúo<br />

la oración <strong>de</strong>l ofrecimiento, terminado con el aullido salvaje, que <strong>de</strong>rribaba todas las barreras. Por<br />

espacio <strong>de</strong> tres días con sus noches, los respetables prebostes dieron rienda suelta al ingenio <strong>de</strong>l<br />

instinto, probando que la maldad no tiene límites, en lo que se refiere a intensidad, pero carece <strong>de</strong><br />

originalidad. Novato Gerardo, se mareó, <strong>de</strong>volvió y se drogó a tope, logrando renacer en la barbarie.<br />

Recordaba vagamente que comió, bebió, <strong>de</strong>fecó y eyaculó, contemplando sus actos como si fuesen<br />

ajenos. Se sintió yacer sobre un cuerpo, mutilado y <strong>de</strong>forme. Intentó levantarse. El cuerpo que<br />

estaba a su la lado, era el <strong>de</strong> Rosita. <strong>La</strong> luz se filtraba entre las varillas <strong>de</strong> la persiana. <strong>La</strong> besó para<br />

<strong>de</strong>spertarla.<br />

- He tenido un sueño espantoso. Estaba...<br />

<strong>La</strong> mujer le selló los labios con el índice.<br />

- Juraste secreto. ¿Recuerdas?<br />

Informado <strong>de</strong> haber vivido horror, creyó soñado, corrió al baño para mirarse al espejo. Le<br />

sorprendió comprobar que conservaba su aspecto normal. Sus labios no dibujaban el rictus<br />

<strong>de</strong>sagradable, que <strong>de</strong>nunciaba en Braulio un pasado <strong>de</strong> orgías. Ni le nimbaba el halo grasiento, que<br />

acompaña a la <strong>de</strong>gradación. Se preguntó como conseguía Ernesto, pasar por la basura sin mancilla.<br />

Y concluyó que aquel here<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Dorian Gray, había pactado realmente con el Diablo. Sólo<br />

algunas personas, particularmente sensible, confesaban que les repelía su mirada. Gerardo lo<br />

achacaba a la ambigüedad inquietante, que acompaña a cierto bisexuales, pero tras lo que había<br />

visto, lo achacó a la marca in<strong>de</strong>leble <strong>de</strong> la ceremonia. Y se preguntó por qué en la mujer, el efecto<br />

era diferente. Liberadas, perdían la rigi<strong>de</strong>z que imprimieron las monjas, a la vieja aristocracia.<br />

Provocadoras y excitantes, disfrutaban <strong>de</strong>senfadadamente y en cualquier momento, <strong>de</strong> placeres que<br />

poco antes se negaban. Pero el brillo que animaba sus ojos, no era exteriorización <strong>de</strong> lascivia, si no<br />

reflejo <strong>de</strong>l mal absoluto, que albergaban sus mentes. Se dijo que Rosita conservaba ese halo <strong>de</strong><br />

inocencia en su mirada nítida, que impedía calcular su edad, porque era absolutamente azul. A Inés<br />

le sucedía lo contrario. Esposa fiel, madre amantísima <strong>de</strong> una docena <strong>de</strong> vástagos, incapaz <strong>de</strong><br />

conseguir el orgasmo, era la imagen plástica <strong>de</strong>l vicio, aunque se mantuviese al margen <strong>de</strong> la orgía,<br />

porque sólo vestir a los muertos, le producía placer.<br />

El criado golpeó discretamente en la puerta.<br />

- Señor, han llegado la señora Marquesa <strong>de</strong> Sierra Fría y el señor Albariza.<br />

- ¿Les preguntó que querían tomar?<br />

- Están servidos. Le esperan en el salón.<br />

Gerardo bajó a paso ligero. Javier le contempló a través <strong>de</strong>l whisky.<br />

- ¡Perfecto! ¿Sabes que <strong>de</strong> no encontrarte vestido, hubiese lamentado la pérdida <strong>de</strong> un amigo? -<br />

sonreía, pero no bromeaba.<br />

- Me gustaría saber por qué ...

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