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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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Alicante. Allá se fue le mujer, pero en la casa que le dijeron, ni le conocían. Tanto se armó, que el<br />

tipo apareció. Tenía pinta <strong>de</strong> chulo y dijo que no traía al chiquillo, por miedo a que lo raptase la<br />

madre. Consintió en llamar al niño por teléfono, para que hablase con ella. A las tres palabras, la<br />

mujer <strong>de</strong>jó el auricular. "Este no es mi hijo", nos dijo. Fue a Barcelona y no encontró al tipo. A la<br />

vuelta, el juez la <strong>de</strong>claró loca. Andaba por la calle, tan <strong>de</strong>saliñada, que daba miedo, parando a los<br />

chavales para preguntarles: "¿No conoces a Manolillo?. Soy su madre". Murió un invierno, a la<br />

puerta <strong>de</strong>l juzgado <strong>de</strong> menores. Del crío nunca se supo. Yo estaba ignorante <strong>de</strong> que pasasen estas<br />

cosas.<br />

Al relato siguió el silencio. El cabo, rápido como andaluz <strong>de</strong>scubrió la causa <strong>de</strong>l efecto.<br />

- El crío <strong>de</strong>sapareció, sin que el juez tuviese que dar cuenta, porque lo convirtieron en un papel. No<br />

era mentira, como no lo somos tu, yo o esa mesa. Pero cuando le <strong>de</strong>jaron el papel a la madre, el hijo<br />

<strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser verdad. Quedó reducido a un nombre entre miles. Des<strong>de</strong> que lo metiste en el coche,<br />

pudo ser cualquier otro. Los niños cambian en meses y no tienen memoria. Si la madre hubiese<br />

tenido más po<strong>de</strong>r, pasados dos o tres año le hubiesen enseñado un chiquillo. Con qué tuviese los<br />

ojos <strong>de</strong>l mismo color y el pelo parecido, le hubiese tomado por el suyo, porque entonces no se<br />

conocía el código genético y todas esas cosas. Aquí, don<strong>de</strong> todo es cuestión <strong>de</strong> papeles, dar el<br />

cambiazo es lo más fácil. Mi padre está como un trinquete y es mas conocido que el pupas. Pero si<br />

no presenta la fe <strong>de</strong> vida, le dan por muerto y no le pagan la jubilación.<br />

- Esta gente cree que basta su palabra, para modificar la realidad.<br />

- O que basta escon<strong>de</strong>r una cosa, para que no tenga consecuencias. Hasta ayer no se ocuparon <strong>de</strong><br />

Freddie. No les interesa saber como va la investigación, ni si necesitamos algo. Nos mandan que si<br />

aparece la prensa, le digamos que se ha escapado y que ya lo intentó dos veces. Por si <strong>de</strong>smienten<br />

los padres, ¡qué lo harán!, <strong>de</strong>bemos presentarlos como trastornados por una <strong>de</strong>sgracia, que<br />

provocaron con su severidad. Y a<strong>de</strong>más apuntar que el chico salió mariquitoso.<br />

- Debe haber por ahí algún pe<strong>de</strong>rasta, al que quieren echar el muerto.<br />

<strong>La</strong> bruja se retraso y Fredi se sintió mal. Comprendió que estaba enganchado.<br />

- ¿Ves lo que te dije?. Ahora medirás el tiempo, sin necesidad <strong>de</strong> preguntarme.<br />

En el pasillo repicaron pasos <strong>de</strong>sconocidos. Girar <strong>de</strong> llaves y voces.<br />

- Traen gente.<br />

- ¿Crees que cuando seamos más nos sacaran? - inquirió Fredi, <strong>de</strong>seando respuesta afirmativa.<br />

- A veces lo pienso, pero no lo creo.<br />

- A las otras las sacaron.<br />

- Lo que no sabemos es para qué. Si hubiesen salido <strong>de</strong> verdad, me hubiesen encontrado. Mi padre<br />

es <strong>de</strong> pueblo, pero está al loro <strong>de</strong> lo que pasa. Poco antes <strong>de</strong> que me llevasen, nos había reunido para<br />

enseñarnos un periódico, don<strong>de</strong> salían unas chicas muertas. Nos dijo que si nos <strong>de</strong>jábamos<br />

engatusar por <strong>de</strong>sconocidos, terminaríamos <strong>de</strong> la misma manera. Como siempre obe<strong>de</strong>cimos en esas<br />

cosas, <strong>de</strong>ben creer que me perdí en el monte. Ni se figuran que me metí en un coche, con unas tías<br />

<strong>de</strong> Madrid.<br />

Freddie se echó a llorar. A Maribel le dio tanta pena, que quiso darle ánimos.<br />

- Lo que tienes que hacer es rezar. Pedir a la virgen que nos saque. Si lo haces con fuerza, ¡seguro<br />

que salimos!. El cura dice que la fe mueve montañas. ¡Esto no es una montaña!.<br />

- Dios no existe. Lo dice mi padre, que es más <strong>de</strong> fiar.<br />

En otras circunstancias, Maribel le hubiese sacudido, mirándole con malos ojos, porque en el<br />

pueblo eran muy religiosos. Pero a tales alturas había rezado tanto, que empezaba a dudar.

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